jueves, 21 de junio de 2018

HOMOFOBIA, SOBRE EL HORROR Y SUS ORIGENES



 “Simplemente nos olvidamos de que tal conflicto era el resultado de una elaboración a nivel intelectual que venía desarrollándose desde hace mucho tiempo. Antes de que haya habido muertos en las batallas y torturados en los campos de prisioneros, se había destruido al enemigo en libros, panfletos, y numerosas reuniones en las universidades y academias. Debemos mirar de frente esta terrible verdad: la intolerancia tiene, casi por principio, raíces intelectuales”
Wolf Lepenies


Hace ya 6 años que conocimos con horror el crimen de Daniel Zamudio([1]). Torturado y asesinado sólo por su condición de homosexual, parte de esas acciones son así descritas por uno de los participantes: “Va el Raúl, se sienta encima del pecho del Daniel, le pesca la cabeza de las orejas y la comienza a azotar en el suelo y empieza a pegarle combos, demorándose sólo en eso unos 15 minutos. El Raúl se para y comienza a pegarle una patada en la cabeza. Alejandro orina nuevamente a Daniel y dice: tengo ganas de cagarlo encima. Luego el Pato da vuelta a Daniel y le quiebra otra botella de ron en la cabeza, pesca el gollete y le hace dos esvásticas en la espalda, diciéndole al Alejandro: aprende, así se hacen los cortes'"([2]).

A fines de junio de 2016, Gabriel Figueira Lima, de 21 años, fue acuchillado en el cuello en una ciudad en Amazonas, y abandonado mientras se le dejaba morir. Días antes, los profesores Edivaldo Silva de Oliveira y Jeovan Bandeira, también fueron asesinados y sus restos aparecieron calcinados en el portamaletas de un auto en llamas. En esos mismos días, Wellington Júlio de Castro Mendonça, fue masacrado y apedreado hasta la muerte cerca de una carretera en una ciudad al noroeste de Río([3]). A ninguna de esas víctimas les robaron nada y todas tenía algo en común, eran LGTB([4]). El título del New York Time en español que da cuenta de estas noticias es clarificador: “Brasil enfrenta una epidemia de violencia contra las personas homosexuales”
En diciembre de 2017 conocimos por las redes sociales la agresión a Jonathan Castellari, fotógrafo y diseñador multimedial en Buenos Aires, que así cuenta parte de la historia “Estábamos esperando el pedido cuando entró un grupo de ocho pibes. Primero empezaron a insultarme, después comenzó la pesadilla. Me vi en el piso, bañado en sangre, completamente indefenso. Me pegaban piñas y patadas, mientras me decían “comé por puto”, “tomá, puto de mierda”. Hay un grito que nunca voy a olvidar: “Hay que matarlo por puto”([5]).

¿Qué hace que conductas de esta naturaleza se repitan a menudo y en distintos países? ¿Qué puede hacer que madres o padres rechacen a sus hijos, por su condición sexual?([6]) ¿O que miles de personas se manifiesten contra la igualdad de derechosMás aún,  ¿Qué puede hacer que desconocidos asesinen a alguien por su condición sexual?. En definitiva, ¿Qué hace que la condición de LGBT sea tan terrible de vivirse, que quienes la posean tengan una mayor probabilidad de abandonar los estudios, tengan una mayor tasa de suicidios, de problemas mentales o que hayan sido agredidos físicamente mucho más que el resto?

Como en toda conducta humana, incluyendo la delictiva, existen múltiples factores que se asocian de manera significativa a la génesis de esas conductas, y que ayudan a comprenderlas, que no necesariamente a justificarlas. Así por ejemplo, en el caso de Daniel Zamudio probablemente hay factores predisponentes asociados a los agresores, (personalidad agresiva, percepción de impunidad, consumo abusivo de alcohol al momento de los hechos, …) factores de vulnerabilidad de la víctima, (homosexualidad explícita] , imposibilidad de oponer resistencia), circunstancias desencadenantes específicas del momento (nocturnidad, ventaja numérica, etc.). En los crímenes de odio (racismo, homofobia, xenofobia…) sin embargo, hay un sustrato común a todos ellos, que ayuda a entender la conducta de quienes han dado lugar al horror, la desvalorización, el desprecio, en definitiva, la deshumanización del otro.

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Durante más de 17 siglos la conducta homosexual ha sido calificada bajo diferentes etiquetas, entre ellas, pecado nefando[7]” “pecado contra natura”([8]), “delito”, “enfermedad”, “degeneramiento”, “depravación”, “vicio”, etc., todas expresiones absolutamente descalificadoras de quienes tiene esa condición, todas ellas justificadoras, en mayor o menor grado de una cultura del dolor, del terror, del horror. Porque horror no es sólo la muerte, la tortura o la cárcel de quien teniendo la condición de homosexual ha sufrido directamente esas situaciones. No, el horror es más generalizado. Horror es también lo que han sufrido quienes teniendo la condición de homosexuales, han pasado días, meses, años, la vida entera escondiéndose, temiendo que se les identifique y se les haga pasar esos horrores. Horror es también lo que han pasado quiénes sin ser homosexuales, por alguna razón han sido acusados, o han temido serlo, de tal situación. Horror es haber pasado la vida escondidos, ocultando su condición, viviendo a medias, ocultos en el closet, para no ser tratados como parias. Horror es haber sido tratados como parias, como enfermos, como motivos de burla; horror es haber tenido que soportar “tratamientos”, para una condición que no es enfermedad, que no se cura. Horror es sentir culpa por ser como se es. Horror es también haber sido madre, padre, hermano, hijo, amigo de aquel a quien están quemando, torturando, encarcelando o persiguiendo.

Ahora bien, ante un mundo capaz de crear y difundir esto horror necesariamente surgen preguntas relevantes ¿Cómo y quién ha construido esa realidad social que permite que en muy diferentes ciudades de esta cultura americana, se puedan cometer estos crímenes de odio que poseen ese común denominador? ¿Quién o quiénes son responsables de esa cultura del dolor, del terror, del horror?

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Si decimos “todos”, en verdad decimos nadie. Pero además no es efectivo.  Si es que fuera posible encontrar una responsabilidad compartida, ella sería mínima. Porque claramente no todos tenemos el mismo nivel de responsabilidad. Hay verdaderos responsables de esta situación.

La realidad colectiva se construye a partir de la acumulación de información (verdadera o falsa) que se va integrando de forma más o menos coherente en la conciencia social, a través de diferentes procesos, que terminan por legitimarla. De este modo, esa información, se transforma en verdad no cuestionada, en realidad indiscutible, que se repite a través de múltiples elementos de la propia realidad, ya sea a nivel de lenguaje o de acción.

A nivel de discurso, en la enseñanza familiar, escolar, religiosa, universitaria incluso; pero no sólo en ellas, también en los medios de comunicación masivos, en la prensa, en las revistas, en la conversación cotidiana, en el chiste escuchado a un cercano o a un profesional de hacer reír en la radio o la televisión. Pero no sólo en el discurso verbal o escrito, también en la acción. Así, la homofobia que lleva al horror es resultado de este proceso de deshumanización del otro, en el discurso y en los hechos.

Desde la perspectiva individual, el origen de la homofobia generalmente se remonta a los primeros años de la infancia, cuando los niños, sin capacidad alguna de crítica de lo que reciben, empiezan a internalizar el mundo que perciben no como uno entre los múltiples posibles, sino como el único real, el único legítimo.

Estas etiquetas que degradan y estas conductas, que en definitiva significan la deshumanización del otro y que en nuestro país fueron el principal sustrato ideológico de la tortura durante la dictadura([9]), son también la principal fuente de justificación ideológica de las conductas criminales contra las comunidades LGBT.

Wolf Lepenies, probablemente uno de los sociólogos que más ha estudiado el influjo de la cultura en la vida política y en la vida cotidiana, da cuenta con claridad meridiana de un aspecto muy poco destacado por el mundo intelectual, precisamente el rol de los intelectuales en la entrega de un sustrato ideológico que justifica las peores atrocidades contra el “otro”, cualquiera que éste sea. Como dice este autor, “Antes de que haya habido muertos en las batallas y torturados en los campos de prisioneros, se había destruido al enemigo en libros, panfletos, y numerosas reuniones en las universidades y academias”.

Surge de este modo la pregunta sobre quién o quiénes son aquellos intelectuales que más incidencia han tenido en la formación moral e ideológica de la sociedad occidental, que en parte importante ha llegado a identificarse con el llamado “sentido común”.

Y frente a esta pregunta, no hay dos respuestas. En nuestra cultura occidental, los “intelectuales” colectivos por excelencia, aquellos que desde hace más de 1700 años¸ han sido quienes han dictado las pautas más generalizadas de conducta y la justificación de ellas, y ante millones de personas aún lo siguen siendo, son las iglesias cristianas. Son ellas, primero como Iglesia Católica y luego en conjunto con las iglesias protestantes, las que han modelado los patrones de conducta de millones de seres humanos, que han buscado, o simplemente recibido de ellas los parámetros sobre lo está bien y lo que está mal, sobre lo que es legítimo y lo que es ilegítimo.  Directamente, a través del catecismo, de la enseñanza en los colegios, de la prédica en las misas y en general de las distintas manifestaciones pedagógicas de la Iglesia, o indirectamente, a través de leyes promulgadas por la autoridad civil, pero que se inspiran o directamente obedecen los mandatos de la Iglesia. Y si de lo que se trata es de “moral sexual”, ello es más relevante aún, pues ésta ha sido una preocupación permanente de la Iglesia Católica, que adquiere dimensiones de obsesión desde los tiempos de Agustín de Hipona, llamado San Agustín (354 – 430) por la Iglesia Católica.

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Y de ahí sale precisamente nuestro planteamiento, son precisamente esos “intelectuales colectivos” las iglesias cristianas, los principales responsables del horror, de la cultura de la muerte que históricamente se ha levantado en torno a las comunidades LGBT y que se mantiene hasta el día de hoy en las mentes de millones de personas, y en los discursos de odio que, con menor fuerza por cierto que hace algunos siglos, siguen promoviendo distintos representantes de dichas iglesias. Por supuesto hoy no son las únicas, pero siguen siendo las principales. Y de ello dan cuenta dos líneas probatorias que permiten verificar el origen de la homofobia actual en el seno de la cultura occidental, por un lado la comprobación del desarrollo histórico de las conductas homofóbicas de connotación social, y por otro, el análisis de los fundamentos ideológicos de los planteamientos homofóbicos históricos y actuales.




En recuerdo de Daniel Zamudio, a quien particulares le quitaron su vida, inspirados en el discurso del horror.

En homenaje a mi ex profesor Sergio Monje Solar, artista y educador, a quien el Estado le malogró su vida, inspirado también en el discurso del horror.

Santiago, marzo de 2018


[1] Daniel Zamudio fue agredido la noche del 2 de marzo de 2012; internado esa misma noche en la Posta Central con múltiples lesiones, y sin recuperar la conciencia, falleció el 27 de marzo del mismo año


[3]  JACOBS, ANDREW “Brasil enfrenta una epidemia de violencia contra las personas homosexuales” En New York time en español, 5 de julio 2016. Disponible en https://www.nytimes.com/es/2016/07/05/brasil-enfrenta-una-epidemia-de-violencia-contra-las-personas-homosexuales/

[4] En un comienzo la expresión LGBT representó a lesbianas, gay, bisexuales y transexuales. Con el tiempo algunos grupos diferentes, asexuales, transgéneros, etc., quisieron que se agregaran más letras a la expresión. A fin de evitar que la sigla fuera variando en el tiempo, algunos prefirieron agregar el signo más (LGBT+). En la actualidad la expresión LGBT ha adquirido un amplio sentido, que incluye también a quienes se sienten pertenecientes a comunidades no incluidas en esas cuatro letras, que es precisamente el sentido que le damos aquí.


[6] “http://www2.latercera.com/noticia/hija-vocera-bus-la-libertad-progenitora-no-familia/

[7] Nefando “Que causa repugnancia u horror hablar de ella”.

[8]  Sodomía: Del lat. tardío  sodomīa, y este der. de Sodŏma, ´Sodoma´ciudad que según la Biblia fue destruida por Dios a causa de la depravación de sus habitantes (Dicc. Real Academia).

[9] Un alcohólico almirante, integrante de la Junta de Gobierno de la dictadura diría en un momento “Hay dos tipos de seres humanos: Unos que los llamo humanos y otros, humanoides. Los humanoides pertenecen al Partido Comunista”.



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