lunes, 13 de marzo de 2023

50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO, LA ESTRATEGIA DE LA DERECHA

 


A 6 meses de que se cumplan 50 años del golpe cívico militar, que instaló la dictadura más sangrienta que ha conocido nuestro país y una de las peores en el mundo, post II Guerra, la derecha chilena, hija legítima de los criminales de esa época, sigue buscando, de manera cada vez más desesperada, como eludir sus responsabilidades. Hace sólo unos días, el 7 de marzo, Sergio Muñoz R, se preguntaba en El Mercurio ¿Qué pretende el gobierno sobre los 50 años? Y cinco días después Joaquín García-Huidobro, en el mismo periódico decía ¿Cómo vamos a enfrentar el 11 de septiembre?

Ante la imposibilidad de evitar que el país y el mundo entero vuelvan a recordar la tragedia que esa dictadura significó, con el costo político que para ellos puede significar, desde el año pasado se viene elaborando y exponiendo una estrategia propagandística que permita eludir -en la medida de lo posible dirán- la responsabilidad que sobre los crímenes aún mantienen.

La estrategia desarrollada posee 4 ideas fuerza, que buscan imponer:

La primera es señalar que la conmemoración del 11 de septiembre “no debe estar centrada en el pasado, que nos divide, sino en el futuro, que nos convoca”. Es evidente que una conmemoración de esta naturaleza debe mirar el futuro, pero es imposible olvidar precisamente lo que estamos conmemorando, el pasado. Más aún, en una “conmemoración”, la mirada de futuro sólo puede ser a través del recuerdo del acontecimiento histórico de que se trata. Y en este sentido, eso significa al golpe llamarle golpe, a la tortura, tortura, a los crímenes, crímenes, y a los criminales, …criminales. Y sólo a partir de eso, es decir de la verdad, mirar el futuro buscando toda la verdad, pues aún falta mucha, toda la justicia que ya sea posible, pues ya no es posible toda la justicia,  toda la reparación que sea necesaria, y sobre todo, el compromiso de no repetición. Por supuesto, para nada de esto está disponible la derecha.

La segunda idea que buscan imponer, es hacer creer que el golpe de estado cívico militar –“pronunciamiento” lo llamaban hasta hace poco- tuvo fundamentos legítimos. Nada nuevo, pues desde el día mismo en que se produce el golpe, los bandos uno, pero sobre todo el cinco de la Junta de Gobierno, desarrollaron la doctrina de Tomás de Aquino referida al derecho de rebelión, para “justificar” lo claramente injustificable. Algo así como ver a los nazis tratando de justificar el Holocausto. Hoy, como ayer, suelen aducir a la violencia, la escasez, la supuesta incapacidad, …, durante el gobierno de Allende. Olvidando, primero, que la caída de Allende se decidió en Estados Unidos, a pocas horas de haber salido electo, es decir, antes siquiera de asumir su mandato, con Kissinger a la cabeza (“No veo por qué tenemos que esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo”), segundo, que la escasez fue resultado esencialmente de las huelgas de los sectores de derecha, camioneros por ejemplo (por lo demás financiada por los norteamericanos), y el acaparamiento de quienes tenían recursos y voluntad para comprar y acaparar, es decir, la misma derecha. Imposible resulta olvidar que ya el día 13 de septiembre – el 12 hubo toque de queda- había desaparecido la escasez y los estantes de los locales comerciales volvían a tener todos los productos esenciales. Y en cuanto a la violencia, patético es que los responsables políticos, y algunos directamente penales, de miles de asesinatos y decenas de miles de torturas hablen de violencia. Pero eso no es todo, ¿Cómo olvidar que ellos la introdujeron aun antes que asumiera Allende con el asesinato del General René Schneider, el 22 de octubre de 1970, con la creación de la organización criminal Patria y Libertad, que entre otras cosas asesinó al edecán de Allende, Arturo Araya Peters, del Comando Rolando Matus, etc.

Un tercer argumento, aún más rebuscado que los anteriores, es que las violaciones a los derechos humanos no se vinculan con el golpe, son posteriores, y se deben a los excesos cometido por “algunos”. Para quienes fuimos detenidos el mismo 11 de septiembre (Regimiento Blindado N°2, Estadio Chile, Estadio Nacional, barco Andalien, Salitrera Chacabuco, Estadio Chile), nos parece increíble sostener un argumento de esta envergadura, pues sabemos que las torturas empezaron desde el momento mismo de la detención. Pero así se hace. Recordemos, especialmente a quienes no vivieron esos tiempos, que luego de torturas espantosas, a Víctor Jara y Litré Quiroga los asesinaron en los primeros días del golpe. El 30 de septiembre despegó el helicóptero en el que se inició la Caravana de la Muerte, ordenada directamente por Pinochet, que terminó con el asesinato y desaparición de 97 presos políticos, que las torturas realizadas a dichos prisioneros, arrancarle los ojos, destrozarle los genitales, quebrarles las mandíbulas, etc. fueron de tal envergadura que el General Joaquín Lagos O., quien era el Jefe de Zona en estado de sitio en Antofagasta declaraba años más tarde que no había entregado los cuerpos a sus familiares porque le había dado vergüenza el estado en que los habían dejado los valientes soldados. Y por lo demás, que las torturas y asesinatos fueron hasta el último momento de la dictadura.

Por último, que ellos, los políticos de derecha, no supieron de estos “excesos” sino hasta llegada la democracia. Curioso, por decir lo menos, es que antes que ellos lo supiera el mundo entero. Desde luego recordar que en el ámbito interno, ya el Comité Pro Paz, creado el 6 de octubre de 1973, antes de un mes desde el golpe, empezó a denunciar las violaciones a los derechos humanos, y precisamente por eso hubo hostigamiento de la dictadura hacia sus miembros, incluso directamente de Pinochet hacia el Cardenal Silva Henríquez, y tuvo disolverse el 31 de diciembre de 1975, creándose, a partir del día siguiente, la Vicaría de la Solidaridad, cuya denuncia, desde el primer momento a los tribunales de (in)justicia fue permanente, sistemática y encomiable. Su archivo, de más de 43 mil fichas resultó  indispensable para la reconstitución de parte de la verdad de lo ocurrido. En el ámbito internacional la situación no fue diferente. La Asamblea General de Naciones Unidas y la Comisión de Derechos Humanos condenaron a la dictadura chilena todos los años, desde 1974 hasta 1989. En 1975 se nombró incluso un Grupo de Trabajo Ad-Hoc para Chile, y luego de tres años se nombró un Relator especial que se mantuvo hasta 1990. A ello debemos agregar que el 12 de septiembre de 1976 apareció en la playa La Ballena, Los Molles, el cuerpo torturado y asesinado de Marta Ugarte, detenida el 9 de agosto del mismo año, que la masacre de Lonquen, en donde días después del golpe se secuestra, tortura y asesina a 15 campesinos entre 17 y 51 años, fue develada en 1978, entre otros hechos. Esos hechos hacen imposible suponer que no supieran lo que estaba pasando.

Como hemos señalado, dentro de seis meses conmemoramos el once de septiembre. Es tiempo de organizarnos para ello, rescatar lo que pasó en nuestro pueblo, en nuestra villa, en nuestra población. Debemos recurrir a exposiciones, entrevistas, publicaciones, videos, a todo lo que sea posible para recordar los crímenes y a sus responsables. Solo si tenemos memoria podremos unirnos para enfrentar un neofascismo cuya presencia en nuestro país se muestra peligrosamente presente.

11 de marzo de 2023

 

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