jueves, 24 de junio de 2021

"COMUNISMO O LIBERTAD". El ladrón detrás del juez.

 


La campaña para bajar la candidatura de Daniel Jadue, emprendida por la derecha y apoyada con fuerza por elementos de la ex concertación no tiene límites.

 

Y es que, entre otras cosas, a diferencia del resto de las candidaturas, ésta no surgió desde un partido político, sino que comenzó desde el pueblo mismo. Empezó a tomar fuerza a medida que se iban conociendo los logros que la Municipalidad de Recoleta conseguía. La “farmacia popular” fue el primer hito que llamó la atención, a nivel nacional, sobre una realidad que se empezaba a construir en un pequeño espacio de nuestro país, en donde los límites que el neoliberalismo imponía se iban corriendo cada vez más. Luego vino la óptica popular, la librería popular, la escuela abierta, la inmobiliaria popular con arriendos a precio justo, la universidad abierta, y mucho más. A partir de la toma de conciencia de lo que estos hechos significaban, miles de ciudadanos comunes y corrientes empezaron a levantar la candidatura a presidente de Daniel Jadue, primero en las redes sociales y luego en las encuestas sobre intención de voto. Una elección este año en que su candidatura a reelección como alcalde obtiene más del 64% de los votos (tres veces más que su más cercano rival) da cuenta definitivamente de una realidad que supera con creces la votación y la presencia que puede tener el Partido Comunista (PCCH). Algo similar se puede deducir si su candidatura se mira desde otro ángulo, su programa por ejemplo, en cuya elaboración destacan figuras como Gonzalo Martner, ex presidente del Partido Socialista, o la del jefe del área económica, Ramón López, también independiente, así como los apoyos de Ana María Gazmuri, Bastian Bodenhöfer, Jorge González, y muchos más.

 

En definitiva, se trata de una candidatura promovida y desarrollada por un conglomerado en donde, además del Partido Comunista, están partidos y grupos políticos como FRVS, Igualdad, Acción Humanista, Izquierda Cristiana, y dentro del cual se deberá considerar además al Frente Amplio, si Jadue gana las primarias;  pero por sobre todo, una infinidad de personas independientes de partidos políticos, que creen en la posibilidad de superar el neoliberalismo y construir un Chile digno, verde y soberano, plurinacional e intercultural, feminista y paritario. 

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Y eso la derecha lo sabe, y es precisamente lo que le perturba. Si la campaña de Jadue fuera exclusivamente la campaña del Partido Comunista las posibilidades de éxito hoy serían cercanas al 0%, y no la complicarían. Pero como saben que no es así, y por un lado ésta candidatura trasciende a los partidos y refleja las esperanzas de millones de chilenos que están cansados de soportar la discriminación, el desprecio y la miseria, y por otro su elección como presidente significará para los dueños de Chile la pérdida de muchos de sus privilegios, se hacen todos los esfuerzos por bajar esa candidatura. Y dichos esfuerzos presentan, en términos generales una misma línea. Primero, identificarla exclusivamente con los “comunistas”, y segundo, desatar todo el anticomunismo que se pueda. Por supuesto que la verdad aquí no interesa. “Mentir, mentir, que algo queda”, ha sido desde siempre uno de los principios que ha guiado sus campañas, no sólo en materia de anticomunismo, también en otras, como la que se desarrolló para instalar las AFP, el Plan Laboral, la campaña del SI, la del Rechazo, etc.

 

Entre los últimos lemas que han levantado, y que probablemente trataran de mantener a toda costa de aquí para adelante, está la temida alternativa de “Comunismo o Libertad”, en la que por supuesto Jadue representa el comunismo (sinónimo de falta de libertad) y ellos la libertad.

 

Desde luego, y como ya se ha dicho, el programa de Daniel Jadue no es un programa comunista, pero más aún, la idea de que ellos representan la libertad y el Partido Comunista de Chile la alternativa contraria no sólo es burda, sino que además es un mentira desde la perspectiva que se mire.

 

La historia en esto no miente, el PCCH ha estado en los gobiernos de Allende y M. Bachelet y ninguno de ellos ha atentado contra la libertad de nadie. Por el contrario, sólo en el siglo XX, miles de personas más han sido víctimas de las persecuciones de la derecha, sindicalistas, socialistas, comunistas, estudiantes, intelectuales, ya en la dictadura de Ibáñez, (1927 – 1931), con González Videla e Ibáñez, (1948 – 1958) y por supuesto con Pinochet.

 

Que quienes fueron no sólo “cómplices civiles”, sino coautores del gobierno más criminal que Chile ha conocido, que prohibió los partidos políticos y las organizaciones sindicales, (no las gremiales de los empresarios), quemó libros, cerró diarios y revistas, impuso la censura previa a la prensa, y detuvo, torturó y asesinó a miles de chilenos vengan a proclamarse como adalides de la libertad, es no sólo una verdadera ironía, sino una desvergüenza que no tiene nombre. En verdad, es el ladrón detrás del juez.

lunes, 7 de junio de 2021

MATRIMONIO IGUALITARIO, LAICISMO Y NUEVA CONSTITUCIÓN

 


Probablemente nunca nos queden del todo claras las intenciones que tuvo Piñera al declarar que otorgaría urgencia al tratamiento del proyecto de ley que aprueba el matrimonio igualitario. Considerando su alta dosis de egocentrismo no sería raro que el único objetivo real sea esperar que en los próximos libros de historia, y cuando se describa lo desastroso de sus segundo mandato, al menos se agreguen dos líneas positivas, haciendo referencia a que en su gobierno se aprobó el matrimonio igualitario.

 

Como sea, y más allá de la verdadera explosión que esta iniciativa causó en la derecha, lo verdaderamente relevante es el fondo, dentro de las próximas semanas Chile debiera ser un país más en el que el matrimonio deja de ser sólo entre un hombre y una mujer, para pasar a ser entre dos personas.

Como lo dijimos hace algún tiempo, el matrimonio cumple esencialmente dos funciones, por un lado regular determinadas relaciones jurídicas, entre cónyuges y con algunos terceros, y por otro, simboliza la legitimación social de una vida en común y la formación de una familia. El matrimonio igualitario es, para la población LGTB+, la conquista de un verdadero símbolo de igualdad.

 

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Pero en los tiempos que vivimos hoy, esta nueva disposición debe entenderse además con una significación adicional, un espacio más de separación entre la Iglesia y el Estado. Después de todo, los principales “argumentos” para oponerse a esta institución laica, el matrimonio civil, han venido desde las iglesias cristianas y los principales opositores han “argumentado” desde sus propias creencias religiosas.

 

Formalmente la Iglesia (Católica) y el Estado se separaron en la Constitución del año 1925, pero lo cierto es que dicha separación no sólo no fue total, sino que perduraron, y perduran aún estrechos vínculos entre ambas instituciones. Hoy las iglesias no sólo intervienen en el debate laico, como lo hizo recientemente la I. Católica con la declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, oponiéndose al matrimonio igualitario, sino que tienen privilegios de distintos tipos, como exenciones tributarias para los inmuebles dedicados a ceremonias religiosas, o personas dedicadas a propagar religiones determinadas pagada por el estado, como los profesores de religión en los colegios, o los capellanes en el cárceles, o en las fuerzas armadas.

 

La Constitución actual consagra la libertad de culto, y la nueva debiera hacer algo similar; cada persona tiene derecho a creer en lo que estime prudente, y a manifestar dichas creencias en público o en privado, mientras ello no afecte los derechos de terceros. Pero a lo que las iglesias no pueden tener derechos es a que el Estado haga propaganda en favor de un credo u otro, o a que éste financie total o parcialmente una iglesia o una institución religiosa.

 

El laicismo como tema relevante en nuestra sociedad se había planteado en las últims décadas especialmente en relación con los requerimientos que se hacían a la educación, gratuita, laica y de calidad, se decía hace ya varios años, a lo que recientemente se le agregó “no sexista”. La redacción de una nueva constitución, a lo que el país se verá abocado en las próximas semanas, es un espacio relevante para avanzar, no sólo hacia una educación laica, sino hacia una sociedad total y verdaderamente laica.

junio, 8 de 2021