sábado, 6 de agosto de 2022

LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA

 


 

Hace 150 años, en 1872, un filósofo del derecho, Rudolf von Ihering, publicaba "La lucha por el Derecho”, no sólo su obra más conocida, sino hasta el día de hoy una de las obras jurídicas más célebres y difundidas de la historia. En ella, parte afirmando:

“Todo derecho en el mundo ha sido logrado por la lucha, todo precepto jurídico importante ha tenido primero que ser arrancado a aquéllos que le resisten, y todo derecho, tanto el derecho de un pueblo como el de un individuo, presupone la disposición constante para su afirmación”.

En sociedades complejas como la nuestra, la democracia, como sistema político basado en la soberanía popular, la igualdad política de sus ciudadanos, el voto igualitario y universal, la participación ciudadana de manera representativa, pero también de manera directa, el respeto a los derechos humanos, etc., sólo puede estructurarse de manera clara y estable mediante leyes. Dicho de otro modo, si bien la democracia es más que eso, no puede ser menos. Normas de derecho definen las instituciones políticas de un Estado, las organizan y las limitan, también señalan como participan los ciudadanos, cómo se protegen los derechos fundamentales, etc.

Así las cosas, la historia de nuestro país parece haberse escrito para ratificar, en todas sus partes y desde todas las perspectivas, la aseveración de Von Ihering. Todo nuestro sistema jurídico, incluyendo nuestro sistema democrático, parcial, imperfecto, defectuoso y todo, no ha sido una dádiva de quienes han ostentado el poder. La lucha por la democracia, por un efectivo gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, ha sido un constante y permanente esfuerzo por irla conquistando, mantenerla, y por supuesto ampliarla. Una lucha que se ha dado en todos los frentes posibles, electoral, político, económico, sindical, ideológico. En algunos casos la lucha ha sido pacífica, en su mayoría no. Huelgas, tomas, manifestaciones callejeras, han sido las más de las veces las últimas herramientas de la lucha a las que ha recurrido el pueblo cuando ve que sus demandas no son escuchadas. La oligarquía nacional por su parte, aquella elite económica que pierde privilegios cada vez que el pueblo logra más conquistas, no sólo ha usado la mentira, el cohecho, el fraude, el miedo, sino que no ha trepidado en llenar nuestra historia de masacres y así son varios miles de personas asesinadas en estas luchas.

Ayer ocupamos todas las formas de lucha, incluidas las armas, contra una tiranía que violaba, asesinaba y torturaba, en defensa de la libertad y la democracia. Hoy estamos ante un momento histórico en la lucha por más y mejor democracia. Tenemos la posibilidad real de poner fin a uno de los peores engendros de esa dictadura, una Constitución antidemocrática, que teme al pueblo, escrita para perpetuar la explotación y el apoderamiento de las riquezas en beneficio de unos pocos, cuyo principal objetivo parece que hubiera sido transformar los derechos de las personas (educación, salud, previsión, …) en mercancías, para el mayor enriquecimiento de quienes podía negociar con ellos. Y como ya lo adelantara von Ihering, una vez más será necesario “arrancar” derechos a quienes se resisten el cambio, y para ello no vacilan en mentir, amenazar, intimidar, y utilizar la más amplia gama de medios de comunicación para lograr engañar.

Frente a l constitución del dictador se levanta una constitución no sólo originada con el más profundo proceso democrático que jamás haya existido en nuestro país, sino que además mejora y aumenta, como tampoco habíamos conocido nunca, el ejercicio de la propia democracia.

Desde luego nunca debemos dejar de valorar el proceso por el que llegamos a esta posibilidad. En primer lugar una sublevación popular como no había habido en décadas, en la que millones de persona expresaron en las calles su descontento con un sistema que los explotaba, los oprimía, los vejaba en su dignidad, se burlaba de ellos. Un procedimiento “arrancado” a la fuerza a quienes hasta hace poco se habían negado precisamente a ello, con paridad de género y presencia de los pueblos originarios. Por si fuera insuficiente, con un texto cuyo articulado fue aprobado, uno a uno, por más de los dos tercios de los convencionales elegidos democráticamente para redactarla.

Por primera vez en nuestra historia se nos propone una Constitución que consagra una democracia inclusiva y paritaria, que se ejerce en forma directa, representativa, comunitaria, con iniciativa popular de ley, con una organización territorial con altos índices de autonomía, que presenta serios resguardos y sanciones contra la corrupción política, que reconoce el trabajo doméstico, que protege el medio ambiente y obliga al Estado a adoptar acciones de prevención, adaptación y mitigación de los efectos provocados por la crisis climática y ecológica, que define como bienes comunes naturales el mar territorial y su fondo marino, las playas, las aguas, los glaciares y los humedales, el aire y la atmósfera, la alta montaña, los bosques nativos. Y todo esto, acompañado, además de los derechos tradicionalmente garantizados en este tipo de textos, por nuevos derechos individuales y sociales, como a una vivienda digna, una educación laica y gratuita, un sistema de seguridad social efectivamente social, …

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Hoy la lucha por la democracia continúa,… y nuestro mayor esfuerzo debe estar centrada en lograrun triunfo abrumador del APRUEBO.

Santiago 7 de agosto de 2022.

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