viernes, 30 de octubre de 2020

LA LUCHA POR EL DERECHO

 


Hace casi 150 años, Rudolf von Ihering, uno de los filósofos del derecho más importantes del siglo XIX, publicaba un ensayo que rápidamente se haría famoso, (al menos 23 ediciones antes de la muerte de su autor) y cuyo título, “La Lucha por el Derecho”, (1872), da cuenta de un fenómeno que con frecuencia se quiere negar. En él, nada más comenzar, expone lo que es la idea principal de todo el ensayo, “Todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha”.

Y nuestro pueblo y su historia, dan cuenta de la veracidad de esa afirmación. Ni la jornada de 8 horas, ni el derecho a vacaciones, ni la protección contra la enfermedad, ni el derecho a sindicalizarse, ni el derecho a voto femenino, ni nada, ha sido regalo desde la oligarquía dominante. Todos esos derechos y múltiples más, son resultado de la heroica lucha del pueblo, a menudo en las calles, y decenas de veces con muertos, por conseguir una vida más digna. Y hoy la situación no es distinta. Como es sabido, el plebiscito fue la consecuencia directa de la lucha iniciada por los estudiantes secundarios en octubre del 2019, a las que se unieron rápidamente millones de personas de todas las edades y condiciones. Como todos los logros de nuestro pueblo, este no ha sido ni fácil ni gratuito. Decenas de muertos, cientos de mutilados, miles de torturados (solo el Instituto Nacional de Derechos Humanos ha presentado más de 2.520 querellas por violaciones de los derechos humanos, referidas a 3.203 víctimas) son algunas de las cifras que esas jornadas nos han dejado.

Chile está en deuda con todos ellos, con las familias de los asesinados, con quienes perdieron la vista, con los cientos que sufrieron mutilaciones, con quienes sufrieron vejaciones, golpes y torturas. A ellos les debemos gran parte de lo que hemos avanzado en este último año, desde el retiro del 10% de las AFP, hasta el proceso de elaboración de una nueva constitución, desde el límite a la reelección de los políticos, hasta la reducción de su suelto.  La historia les reconocerá el lugar destacado que se merecen. Pero no basta con ello. Es preciso que hoy, no mañana, las sistemáticas violaciones a los DDHH realizadas por la policía se investiguen y sancionen, que las víctimas de la violencia estatal conozcan la verdad, se haga justicia y el Estado las repare por dichas violaciones. Pero aún no basta con ello, es preciso que a la brevedad se ponga término a ese encarcelamiento injusto en que hoy se mantiene a quienes fueron encerrados por luchar.

En verdad existen múltiples razones para pedir, en verdad exigir esa libertad. Y sin duda no es la menor el saber que gracias a la acción valiente y decidida de muchos de ellos hemos ido cambiando nuestra realidad y abriendo el camino a un Chile más digno. Hoy cuatro de cada cinco chilenos han dado fe que queremos y necesitamos una nueva constitución. Pero ésta posibilidad de exigir esa nueva carta magna sólo fue posible gracias a las movilizaciones sociales.

¿Qué los encarcelados actuaron con violencia en algún caso? Puede ser. Desde luego algunos son dignos representantes de la “primera línea”, esa heterogénea multitud de jóvenes, adultos, estudiantes, trabajadores, profesionales, cesantes, que unidos por el único afán de contener la represión, y permitir a otros que se manifestaran libremente, en el más ejemplar ejercicio del derecho a la legítima defensa de terceros, se enfrentaron directamente con los esbirros del sistema que querían impedirla. Pero ni siquiera eso es seguro. Con una policía para la cual la mentira y el montaje están en su ADN, como nos lo recuerdan los casos de Rodrigo Avilés, Camilo Catrillanca, Operación Huracán, por mencionar algunos pasados, el reciente caso del muchacho arrojado al río Mapocho, en que en cuestión de horas Carabineros dio tres versiones diferentes (Hasta El Mercurio hacía hincapié en ello, y el domingo 04.10.2020, en la primera página del cuerpo C, publicaba un recuadro bajo el título “Las Versiones de la Policía”), o simplemente la ridícula cifra de 25 mil personas que dio la institución para la concentración del 25 de octubre celebrando el triunfo del Apruebo), no podemos asegurar que las personas hoy presas por luchar efectivamente hubieren cometido algún acto de violencia. Si a ello le agregamos un Poder Judicial que envía a la cárcel a quien rompe un torniquete del Metro, y libera a quien totalmente borracho atropella a una persona por ser hijo de un senador, o manda a clases de ética a quienes se coluden para robaron cientos de millones de dólares a toda la población, con una jueza que en opinión de otro juez “… fundamentó su resolución “…en prejuicios, estereotipos, odio, sesgo (u) … otra consideración espuria…”, y no en los hechos de la causa que se le acababan de exponer, tampoco podemos confiar en ellos.

Hay también otra razón para exigir su libertad. Desde una perspectiva doctrinaria, debemos recordar que el derecho penal es la última ratio, es decir el último recurso a utilizar por el Estado, cuando no puede, por otros medios, conseguir sus legítimos objetivos. Pero aquí los objetivos perseguidos, impedir las manifestaciones populares, negar el poder constituyente a la ciudadanía, seguir lucrando con la educación, la salud o las pensiones, mantener los altísimos niveles de explotación a los trabajadores, etc., lejos de ser legítimos, son espurios. Pero además, teóricamente, si efectivamente hubiera actuado con las otras ramas del derecho, accediendo a las legítimas peticiones del pueblo, no habría sido necesario el recurso penal, (aunque sabemos, y von Ihering lo ratifica, que los derechos se consiguen luchando).

(Por otro lado, si alguien cree que con simples movilizaciones “pacíficas” se habrían obtenido estos resultados, debemos recordarles que esas movilizaciones multitudinarias y pacíficas ya se habían realizado (marchas por el derecho a la educación, por No más AFP, por los derechos de la mujer, …) y nada, absolutamente nada se había logrado).


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No podemos olvidar tampoco que las personas privadas de libertad han sido sometidas a violaciones sistemáticas de sus derechos humanos. Desde luego han sido privadas de libertad sin que exista razón jurídica alguna, pues todas las investigaciones se podrían haber realizado sin necesidad de mantenerlos encarcelados. Pero además, en algunos casos, especialmente en quienes fueron detenidos durante las manifestaciones, porque el mismo hecho de la detención fue violento, y en todos, porque las condiciones de vida en todas las cárceles del país (a excepción de Punta Peuco, a donde por cierto no enviaron a nadie detenido en las manifestaciones), constituyen una permanente violación a los más básicos derechos humanos, como por lo demás lo señalan cada años los informes del propio Poder Judicial.

Von Ihering, de quien por supuesto nadie puede sospechar que era marxista, violentista o cualquier otro apelativo de los que se suelen utilizar para deslegitimar las manifestaciones populares, nos ilustró, hace casi 150 años, que luchar por el derecho no puede ser ilegal, sino más aún, que a menudo es en verdad un imperativo ético.  Plantea este autor, en el texto referido, que las personas tienen una especie de obligación moral de luchar contra la injusticia. De este modo, se parte luchando por una norma moral y se termina consagrándola como norma jurídica. Los actuales presos políticos han luchado contra la injusticia, nos corresponderá ir avanzando en transformarlas en normas jurídicas. Pero mientras tanto, debemos de luchar por la libertad de ellos.

En nuestro sistema existen mecanismos jurídicos que permiten, sin que nadie pueda cuestionar su legalidad, dejar en libertad a quienes millones de chilenos les deben parte de su tranquilidad económica en los últimos meses y sus esperanzas políticas. Instituciones como el indulto y la amnistía precisamente están para situaciones como éstas, pero por cierto ni el gobierno, ni la derecha jamás las utilizarán para liberar a quienes han ayudado a poner en riesgo sus múltiples privilegios. Tampoco podemos confiar en todos los políticos de oposición, aunque muchos de ellos se hayan subido al carro de la victoria iniciada con las movilizaciones, y pretendan profitar de ellas, cuando precisamente estuvieron por paralizarlas con ese acuerdo espurio que firmaron, pero que en definitiva, y por la presión del pueblo ha ido dando frutos.

El mantener encarcelados, a más de un año de las movilizaciones, a cientos de personas que participaron en ellas, es por sobre todo, un acto de venganza de un sistema político y económico que se resiste a dar paso a uno nuevo, en donde verdaderamente podamos tener una vida más digna. Luchar por la liberación de los presos por luchar no es sólo un acto de agradecimiento, es por sobre todo un acto de justicia.

 

Octubre de 2020

 

lunes, 26 de octubre de 2020

PINTARSE LA CARA, COLOR ESPERANZA...

 


Probablemente todos quienes tenían alguna relación con la realidad nacional sabían que el triunfo de la opción Apruebo era seguro. Probablemente nadie sin embargo dimensionó la magnitud de este triunfo. Prácticamente 8 de cada 10 personas se manifestaron partidarias de derogar la constitución del dictador, y esas mismas 8 personas nos dijeron que no querían que quienes redactaran el nuevo texto, fueran, ni siquiera en parte, actuales miembros del parlamento, votando en definitiva por la opción “Comisión Constitucional”.

La primera consecuencia de esta votación, fue la presencia de cientos de miles de chilenos y extranjeros en las calles de decenas de ciudades de este país, celebrando el triunfo del Apruebo. La fiesta democrática se manifestó de Arica a Punta Arenas, en grandes ciudades, en pequeños villorrios, en millones de casas y departamentos, y en todas las redes sociales, manifestándose una alegría que hacía muchos años no se veía en nuestra patria. Alegría cruzada, en toda su extensión, por una franca y sincera esperanza. Este 25 de octubre, así como hace 32 años, cuando ganó el NO, Chile se pintó “color esperanza”. Y hay motivos para ello. Desde luego, el más obvio, es que se trata del más duro golpe, en 30 años, propinado al modelo neoliberal impuesto por la dictadura, ese modelo que anuló el papel del Estado al asignarle un carácter subsidiario, y que sólo lo concibió como un organismo represor de las demandas populares. Pero hay más, ésta derrota es producto de una movilización popular, que con brutal represión y aún pandemia de por medio, se ha sobrepuesto a esas condiciones adversas, ha seguido en pie, aprendido de las experiencias, no tiene visos de terminar y en la que además, han jugado un papel determinante los jóvenes.

Pero nuestra esperanza debe tener historia. Y así, debemos recordar que luego del triunfo del NO, si bien desapareció la tiranía, la democracia volvió con severas limitaciones, y una Concertación que desmovilizó al pueblo y terminó administrando un sistema político y económico que había prometido cambiar, y contra el que la ciudadanía se había venido manifestando desde hacía años.

Así las cosas, la primera cuestión que los votantes del Apruebo debemos considerar, es que si bien se ha abierto un ciclo político que puede generar profundas transformaciones,  no podemos dejar pasar la esperanza y permitir que los mismos y desprestigiados políticos se apropien de este triunfo y terminen, como en El Gatopardo, cambiándolo todo para no cambiar nada. Se nos vienen enormes desafíos, la elección de los constituyentes con escaños reservados para los pueblos originarios, la elaboración de una nueva constitución que consagre una real democracia, amplíe los derechos sociales, etc.

Pero lo primero es, y sigue siendo, hacer crecer la conciencia social y mantener la movilización popular, esa que ayer impuso la discusión de una nueva constitución, hoy llevó al masivo triunfo del Apruebo y mañana, transformada en un movimiento social organizado, protagónico y deliberante, es la única que nos puede asegurar un país más justo y solidario.

 

Santiago 25 de octubre de 2020

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lunes, 19 de octubre de 2020

COMUNA PEQUEÑA, ALEJADA DE SANTIAGO, POBRE Y AGRÍCOLA, POR QUÉ VOTAR APRUEBO

 

 

En una semana más, nuestro país vivirá un día histórico. Por primera vez en la historia de nuestro país, el pueblo podrá decidir si desea seguir con la vieja constitución elaborada durante la dictadura, o darse una nueva. Y si ese resultado gana, decidir cómo se conformará el grupo de personas que elaborará la nueva carta magna. Se trata, sin lugar a dudas, de un acontecimiento que puede resultar el más relevante para el futuro social y político de nuestro país en las próximas décadas. Como sabemos, las alternativas son dicotómicas, o te manifiestas por el Apruebo el cambio, o te manifiestas por el Rechazo el cambio. Frente a esta situación, no hay más alternativas.

Con toda la importancia que tiene este hecho histórico, hemos visto a algunos autodesignados candidatos a alcaldes de nuestro pueblo, negarse a responder si son partidarios de una u otra opción. Y lo que es peor, han dado como argumento, el que lo que se decida no es importante para los villalegrinos, que se trata más bien de un tema que tiene implicancias sólo para Santiago o para los “políticos”. Una respuesta de esta naturaleza, nos parece, sólo puede ser resultado de un oportunismo político de la peor envergadura, o más grave aún, de una ignorancia supina respecto de lo que se está decidiendo. Oportunismo hay en aquellos que siendo partidarios del Rechazo, y teniendo la convicción que su opción perderá, se niegan a reconocerlo precisamente para no partir su campaña como perdedores. Ignorancia, en quienes creen, de verdad, que optando a un cargo político como el de Alcalde, ellos no lo son.

Lo cierto es que, lejos de carecer de importancia, el Plebiscito del 25 de octubre adquiere una relevancia especial para los villalegrinos, en cuanto no sólo son habitantes de nuestro país, sino además, de una comuna alejada de la capital, pobre y agrícola.

De partida, la decisión de si se mantiene la constitución de la dictadura o se redacta una nueva afecta a todos los villalegrinos en su condición de habitantes de nuestro país. Los villalegrinos, al igual que la inmensa mayoría de los chilenos, queremos una constitución de derechos, con marcado énfasis en los derechos sociales, que garantice pensiones dignas, salarios justos, salud para todos, educación gratuita y de calidad, derecho a la vivienda, medio ambiente libre no contaminado, y un laaaargo etc., que la actual constitución no garantiza.

Pero además, vivimos en una pequeña comuna alejada de la capital, con una constitución centralista a toda prueba. Una nueva Constitución debe tener una mirada descentralizada de nuestro país, permitiendo que municipios y gobiernos regionales efectivamente gobiernen y no se limiten a la mera administración de lo que otros resuelvern. Los alcaldes deben tener facultades para que, con la participación directa de la comunidad, puedan decidir en materias locales relevantes para sus propias comunas.

Por otro lado, la nueva constitución debe garantizar que los ingresos municipales se repartan de manera equitativa entre las distintas comunas, considerando especialmente el número de habitantes que cada una de ellas posee, y no según la riqueza o pobreza de esos habitantes. No es posible que mientras el presupuesto por habitante de Vitacura es de $1.143.000.-, el de Villa Alegre en el mismo período sea de $117.000[i], es decir, casi una décima parte. Como tampoco es posible que mientras en Las Condes la mortalidad infantil es de 5,1 por mil, en nuestra comuna sea de 7,3. Algo similar ocurre con la seguridad. No es razonable que mientras más dinero tengan los habitantes de una comuna, más policías tengan para que los cuiden.

Por otro lado, Villa Alegre es una comuna agrícola, y la agricultura está sufriendo un enorme impacto con el cambio climático, pero nuestro país poco o nada nada se hace al respecto. Una nueva constitución debe promover una agricultura sustentable, motor del desarrollo local en comunas como la nuestra, debe impulsar la soberanía alimentaria, para lo cual necesita dar un fuerte impulso a la agricultura familiar. Una nueva constitución debiera también promover una salud preventiva, -no sólo reactiva como en la actualidad, (que es la que permite las mayores utilidades a los dueños de las Isapres)- lo que implica, entre otras cosas, la promoción de una alimentación saludable, política que también debiera incidir en nuestra comuna.

En fin, tenemos una constitución que no sólo es de origen ilegítimo, producto de una dictadura, sino que fue diseñada para defender a sangre y fuego un modelo de desarrollo neoliberal, en donde el más grande se come al más chico, … y nosotros somos chicos entre los chicos.

Los Villalegrinos tenemos éstos, y mil argumentos más para participar el 25 el plebiscito, y sin titubear, marcar primer APRUEBO, y luego CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL.

Villa Alegre, 19, 10. 2020.

lunes, 12 de octubre de 2020

DERECHA CHILENA ¿DE QUÉ LIBERTAD ME HABLAN?

 


Desde que la Revolución Francesa levantara entre sus banderas a la “Libertad”, éste concepto se ha transformado en uno de los más recurridos en la lucha política e ideológica. Y nuestro país, no es una excepción. Desde hace ya varias décadas la derecha política ha ido intentando apropiarse de dicho concepto, (no así de los de Igualdad y Fraternidad) y mostrándose, en el discurso, como la gran defensora de la Libertad. Hoy lo hace a través de la franja política y de toda la campaña del Rechazo, acusando a la gente del Apruebo, precisamente de querer atentar contra esa libertad.

Y sin embargo no sólo no hay nada hay más falso que asociar la Libertad a la Derecha, sino que ésta tiene un verdadero prontuario en ése ámbito (y por supuesto también en otros). He aquí cinco ideas sobre el tema.

Recordemos en primer lugar que en sus orígenes, los conceptos de derecha política e izquierda política surgen de una manera absolutamente empírica al calor de la Revolución Francesa, ese alzamiento espontáneo contra el despotismo, la pobreza, la crueldad y la injusticia, a la que los reyes y la aristocracia francesa tenían sometidos a los campesinos y pobres de la ciudad. En septiembre de 1879, y cuando se iba a votar las facultades de la monarquía, a la derecha del Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, se instalan los partidarios del rey y de la aristocracia y a la izquierda, los partidarios de la soberanía popular, manteniendo dicha ubicación en elecciones posteriores. Son precisamente esos últimos, los que forman la izquierda, quienes enarbolan las banderas de la Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Recordemos también que en nuestro país el gobierno más sanguinario, aquel que privó al pueblo de todas sus libertades, prohibió los partidos políticos, y las organizaciones sindicales, persiguió a sus dirigentes, estableció la censura previa, quemó libros, destruyó obras de arte, y encarceló y torturó a miles de personas fue precisamente el de aquella derecha que hoy pretende dictar cátedra sobre libertad.

En tercer lugar señalemos que si la libertad es la posibilidad real de elegir, como hoy se estima (y no sólo la ausencia de prohibiciones), nuestro país, hoy víctima de un liberalismo brutal impuesto por la derecha, es un buen ejemplo de ausencia de libertad real para la inmensa mayoría de las personas. En términos legales, no hay coacción externa, no hay impedimento alguno para que una persona pueda elegir para sus hijos un colegio privado, el mejor plan de salud en una Isapre, o darse unas buenas vacaciones en el Caribe. Pero la realidad es otra. La inmensa mayoría de los chilenos vive una situación absolutamente diferente. El 90% de los chilenos carecen de libertad para elegir dónde vivir, la casa que quieren, el sistema de salud que desean, dónde mandar a estudiar sus hijos, y que decir de vacaciones en el Caribe. En verdad para la inmensa mayoría de los chilenos, esa libertad que hoy la derecha dice defender, no es más que una cruel ironía, que carece de la más elemental realidad, pues en definitiva la libertad hoy se mide en función del dinero que tienes.

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Señalemos en cuarto lugar que esta derecha supuestamente amante de la libertad, niega libertades básicas a los trabajadores, pues prohíbe la huelga de los trabajadores públicos, los sindicatos interempresas, impide formar federaciones y confederaciones y negociar por ramas de la producción, niega la libertad a los dirigentes sindicales para presentarse a elecciones de cargos políticos, impide la libertad de ingreso al país a los inmigrantes pobres  -a los ricos, los llama turistas, o inversionistas y los recibe con las manos abiertas-  y hecha de sus medios a los periodistas que trabajan que entregan una opinión discrepante a la línea política de los dueños.

Por último, agreguemos que, como la propia derecha lo promueve, ellos se dicen especialmente defensores de la libertad económica, del libre mercado. La “mano invisible” de Adan Smith o el “laissez faire”, de Gournay, son precisamente las metáforas más conocidas de esas ideas, en el ámbito económico. Pero tampoco es efectivo que defiendan esta libertad. Así por ejemplo contrarios a la libertad de mercado son los monopolios y las colusiones. Y la derecha empresarial chilena es responsable de ambas cosas, en niveles nunca vistos aquí y pocas veces en el mundo. La concentración del poder económico en nuestro país es brutal y múltiples monopolios como los relativos al uso de los medios de pagos, Transbank, servicios esenciales, energía eléctrica, agua potable, carreteras concesionadas, etc. son de los mejores negocios que hoy maneja la derecha.

Y cuando el monopolio no se logra, se coluden para fijar precios, o limitar la competencia. A partir del año 2008, y por diversas razones, todas ellas vinculadas a colusiones para fijar precios, repartirse el mercado, o impedir el ingreso de nuevos competidores, se ha sancionado a Falabella y París, la Asociación Gremial de Buses Interbus, las farmacias Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand, las radioemisoras Valparaíso, Biobio y Corporación, la empresa internacional Whirpool, las empresas de buses interurbanos Pullman Bus, Atevil Mecánica, Alejandro Cabello, las empresas proveedoras de asfalto ACh, QLa, Dynal Industrial S.A. (Enex no fue sancionada por acogerse a la figura de delación compensada), Agrosuper, APA, Ariztía y Don Pollo, a tres de buses de la ruta Copiapó-Caldera, la CMPC y Kimberly Clark, SCA (Chile), los laboratorios Fresenius Kabi Chile y Sanderson (A Biosano no se le aplicó multa ya que se acogió a la delación compensada), Cencosud, SMU y Walmart . Y hay denuncias contra Faasa Chile Servicios Aéreos y Martínez Ridao Chile, contra 11 empresas de transporte público en Temuco y Padre Las Casas.

En verdad la única libertad que la derecha conoce y es capaz de respetar, es aquella que le permita esquilmar al pueblo, explotarlo hasta las últimas consecuencias, es decir, esa libertad que hasta el día de hoy mantiene la constitución del dictador. Y un cambio de constitución, podría empezar a cambiar las cosas… Por eso, y por mucho más, YO APRUEBO.

Santiago 12 de octubre de 2020.



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