lunes, 26 de junio de 2023

ALLENDE, MUCHÍSIMO MÁS QUE UN MITO En el 115 aniversario de su nacimiento

 

 

A casi 50 años del golpe cívico-militar, la derecha ha intensificado sus esfuerzos por derribar, o al menos disminuir, la imagen mundialmente gigante de Salvador Allende. En verdad se trata de un esfuerzo sostenido de más de 60 años, que se incrementa o disminuye, según los tiempos políticos de nuestro país, pero que durante más de 6 décadas nunca ha desaparecido. Y sólo por recordar algunos momentos álgidos de esta empresa, mencionemos la escandalosa campaña del terror del 64, financiada por la CIA como se ha comprobado después, que, en plena guerra fría, lo solía presentar como un títere soviético, o un comunista disfrazado, o la llevada a cabo durante todo el gobierno de la Unidad Popular, especialmente por varios pasquines de esa época cuyo nombre no vale la pena siquiera recordar, en las que se le solía representar como un ebrio permanente, o la llevada a cabo inmediatamente después del golpe por la dictadura criminal que se instauraba, en la que se le intentaba presentar como un vividor.

Hoy hay miles de páginas, escritas por autores de todo el espectro político, que nos hablan de su biografía, su pensamiento político, sus características psicológicas, sus relaciones con su partido, con la masonería, con las diferentes fuerzas políticas que lo apoyaron, sus discursos en el parlamento, incluso sobre las miles de caricaturas que sobre él se hicieron. Y su figura, lejos de perder fuerza, sigue creciendo. Calles, hospitales, monumentos, colegios, bibliotecas, escuelas de medicina, y hasta terminales de buses llevan su nombre, inmortalizando su figura en los 5 continentes.

Hoy, precisamente hoy, el día de su natalicio, en la Sala A1 del Centro Cultural Gabriela Mistral, edificio diseñado en tiempo récord y construido en sólo 275 días durante su gobierno, para celebrar allí la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas en Comercio y Desarrollo (conocida por su sigla en inglés UNCTAD III), se llevará a cabo el lanzamiento del libro “Chicho”, en donde más de 150 artistas plásticos y gráficos, de Chile y el mundo, rinden homenaje a la figura de Allende. Recientemente, este 22 de junio, la Asamblea General de la OEA aprobó una resolución que junto con “Tomar consciencia de los 50 años del golpe de Estado en Chile como una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con los valores democráticos, incluyendo la democracia representativa, la justicia social, los derechos humanos y las libertades personales”, pedía “Considerar favorablemente la solicitud del Gobierno de Chile para un apropiado reconocimiento al ex Presidente de Chile, Salvador Allende Gossens, en los mismos términos que se han aplicado a las figuras históricas del hemisferio que son honradas en la sede de la Organización”. Y en esa sede se honran figuras como Simón Bolivar y Eloy Alfaro, entre otras.

Pero nada de eso hace mella en nuestra derecha, y acentuado esto por el dolor de no tener a nadie cuya imagen se acerque siquiera a los talones de la del presidente mártir, los esfuerzos por desdibujar su imagen, se acentúan. Entre todos esos, en los últimos tiempos destaca uno en el que han insistido. La actual imagen de Allende sería sólo un “mito”, una especie de falsificación histórica, que únicamente surge por las condiciones de su muerte trágica en La Moneda. Y como lógica consecuencia de ello, agregan, es necesaria dar una mirada “objetiva” a dicha figura, para conocer verdaderamente quién era Salvador Allende (y claro está, la imagen “objetiva” es la que presentan ellos).

Por supuesto que la figura de Allende se acrecentó con su ejemplo de valor y entrega por su pueblo el 11 de septiembre en La Moneda, pero ella ya venía gigante. Para descartar la idea que la figura de Allende surge potente e inmortal sólo con su muerte, bastaría recordar que cuando en 1972 entró a la sala de la Asamblea de las Naciones Unidas para dar su discurso, se produjo un aplauso espontáneo y los delegados de todo el mundo se pusieron de pie para continuar aplaudiéndolo, cosa completamente excepcional. Y cuando terminó su memorable exposición, fue nuevamente largamente ovacionado, también de pié. (Algo similar sólo se produjo años más tarde cuando intervino Nelson Mandela, luego de su liberación).

Y si, efectivamente Allende es hoy una figura mítica, pero esta vez en cuanto la palabra mito se refiere a “Persona o cosa rodeada de extraordinaria admiración y estima”, una de las alternativas que al respecto entrega el diccionario de la lengua de la RAE. Y ello es la justa consecuencia de una vida entera entregada a las luchas de su pueblo.

Recordemos para empezar que Allende era parte de una familia de clase acomodada, con una inteligencia brillante, y un título de médico cirujano que le habría permitido ser un triunfador probablemente en el ámbito que se lo propusiera. Y en esas condiciones, eligió dedicarse, desde la política, a la lucha por mejorar las condiciones de vida y la dignidad de millones de trabajadores en nuestro país, a la búsqueda de una sociedad socialista. Fue dirigente estudiantil en la Universidad de Chile, fundador del Partido Socialista, diputado y ministro de salud cuando bordeaba los 30 años, y analizó los determinantes sociales de la salud cuando el término ni siquiera existía. Luego senador, candidato a presidente 4 veces y el presidente de Chile más conocido y querido en el mundo. Fue también perseguido, estuvo preso y fue golpeado en mitines populares.

Su imagen es resultado no sólo de una vida entera, sin claudicaciones, dedicada a las luchas sociales por su pueblo, sino a la visión preclara, del estadista que desde muy temprano se empezó a forjar.

La universalidad de su lucha, tanto en lo que se refiere a bregar por mejores condiciones de vida y la dignidad de los hombres, como a su solidaridad con los distintos pueblos y movimientos que así lo hacían, es también un factor importante para hacer su figura universal. La solidaridad de Allende estuvo presente con el heroico pueblo de Viet Nam, con la Cuba también agredida por el imperialismo norteamericano, y con todos los movimientos sociales y revolucionarios que luchaban por un mundo mejor.

Su oratoria brillante es todavía proverbial. Su discurso al conocerse los resultados de la elección presidencial de 1970, o el ya referido de las N.U., el de la U. de México a los estudiantes, sus últimas palabras el 11 de septiembre, son piezas de oratoria como no hemos conocido otras en la historia política de nuestro país.

Hoy, cuando el país se estremece con la corrupción que azota diversas instituciones públicas, y son miles de millones de pesos los perdidos, que podrían estar ayudando a dar una vida más digna a miles de ciudadanos y el individualismo arrecia en todas las esferas, la figura de Allende, no sólo honesto, sino incuestionablemente honesto y solidario, se agiganta aún más.

Entrega, esfuerzo, consecuencia, honestidad, son valores que la figura de Salvador Allende sigue irradiando a Chile y el mundo.

HONOR Y GLORIA ETERNA AL PRESIDENTE MARTIR

Santiago 26 de junio de 2023

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lunes, 12 de junio de 2023

¿APROBAR O RECHAZAR? ¿QUÉ HACER FRENTE A LA “NUEVA CONSTITUCIÓN”?

 


 

Hace tan sólo unos días se instaló el Consejo Constitucional, organismo que deberá dar la redacción final al proyecto de constitución que, sometido a un plebiscito popular, deberemos aprobar o rechazar. Por supuesto que no tenemos el texto definitivo que será sometido a la consulta popular, pero, aun así, hay personas que ya manifiestan una decisión. Una reciente encuesta Cadem incluso nos dice que el 51% tiene una intención de voto de “Rechazo” (10.06.2023). En lo esencial, nos parece que hay varios elementos que ya han llevado a algunos a definir su postura.

El primero fue sin duda el masivo rechazo al proyecto anterior, elaborado por Comisión Constituyente y sometido a plebiscito el 4 de septiembre del año pasado. Conocidos los resultados, surgieron los primeros llamados a rechazar lo que viniera.

El segundo elemento que empieza a marcar nuevamente una opción lo constituye el “Acuerdo por Chile”, adoptado el 2 de diciembre de 2022, repudiado desde un comienzo por algunos por la forma (sería un ejemplo de la “cocina” política) y luego por el texto acordado. Allí se establecieron12 Bases Constitucionales que debería contener, al menos, el proyecto de reforma constitucional, y tres órganos que intervendrían, el Consejo Constitucional, cuya función  primordial sería únicamente discutir y aprobar una propuesta de texto de nueva Constitución, elaborada ésta como anteproyecto, por una Comisión Experta, y por último, un Comité Técnico de Admisibilidad, cuya tarea será la revisión de las normas aprobadas en las distintas instancias que se presenten en la Comisión Experta y/o el Consejo Constitucional, a fin de determinar una eventual inadmisibilidad de éstas cuando sean contrarias a las bases institucionales establecidas. Algunos encontraron aquí la garantía de que lo que viniera estaría “bien hecho”, que los expertos asegurarían seriedad y seguridad, y otros, unos límites inadmisibles al ejercicio de la soberanía popular.

El tercer elemento lo constituyó el resultado desastroso para las fuerzas progresistas y de izquierda en el proceso de elección de los constituyentes y un éxito abismante del Partido Republicano, de extrema derecha, cuyos miembros se habían manifestado partidarios de mantener la constitución del dictador y por lo mismo contrarios a cualquier cambio.

El último elemento hasta aquí que debiera incidir en una decisión, lo constituye el texto elaborado por la Comisión de Expertos y entregado recientemente al Consejo Constitucional para su revisión y modificación. Sus contenidos en todo caso, son esencialmente desconocido para la gran mayoría de los chilenos.

En lo que a nosotros se refiere, estamos en ese 38% que votó por aprobar el proyecto de constitución anterior, no nos gustó el Acuerdo por Chile, ni en su forma ni en sus contenidos, no nos gustó la idea de establecer previamente límites al ejercicio de la soberanía popular, tampoco nos gustó la existencia de una “Comisión de Expertos” encargada de proponer un texto sobre el que trabajar, lloramos de pena por los resultados de la elección del Consejo Constituyente que dio el abrumador triunfo a la ultraderecha, y el nuevo texto no nos satisface plenamente.

Atendido todos esto, tenemos claro que el proceso constituyente en marcha, iniciado a raíz del estallido social, y que esperábamos concluyera con profundos cambios al modelo neoliberal imperante, ha quedado clausurado. Por esta vía, y en estos tiempos, ya no podremos tener aquella constitución transformadora con que soñamos.

¿Quiere decir esto que vamos a votar rechazo en el próximo plebiscito? NO. ¿Quiere decir entonces que debemos votar apruebo, sea lo que sea lo que diga el texto propuesto? NO, claramente no.

Quiere decir que necesitamos conocer cómo se va dando el trabajo del Consejo Constitucional, y según ello el texto que se vaya definiendo. Sabemos que no será el ideal, que no será el que queríamos y que tendrá materias insuficientemente tratadas en algunos casos y en otros, disposiciones claramente cuestionables. Por ello, llegado el minuto será imprescindible analizar, si en relación con la constitución de la dictadura actualmente vigente, y desde una perspectiva política amplia, cambia significativamente la naturaleza del Estado, consagra o no de mejor manera derechos sociales, permite una mayor participación popular, asegura mejor la transparencia y probidad en el aparato del estado, la protección del medio ambiente, etc. y sólo ahí decir.

Hace sólo unas semanas, cuando llamábamos a no votar nulo, decíamos en este mismo espacio que hay al menos tres elementos que en ese momento se veían como positivos. Hoy siguen viéndose de igual manera, a pesar de todo. Así por ejemplo, derogar la constitución de la dictadura cívico militar, y más cuando conmemoramos 50 años del golpe de estado, constituye un triunfo político significativo en la lucha popular, sustituir del rol del Estado, desde el Estado “subsidiario”, que consagró la constitución del 80, a uno “social y democrático de derecho”, de la actual propuesta, aún con los límites que le impusieron, implica un enorme espacio de diferencia. También vemos algunos derechos sociales mejor consagrados. ¡No es casualidad que Rojo Edwards y otros personeros republicanos ya hayan anunciado que la intención de ellos es desmantelarla!

Mientras tanto, mientras vemos cómo se va desarrollando el proceso, no nos podemos quedar tranquilos. Por el contrario, debemos bregar intensamente por consolidar los aspectos valorables de ese nuevo texto, hacer todo lo que esté a nuestro alcance no sólo porque no experimente retrocesos, sino en lo posible por avanzar al menos en algunas materias. No tenemos que olvidar en ningún momento que este proceso, en el que sigue en marcha la decisión de cambiar esta constitución, no fue una dádiva de la derecha, ni siquiera de los partidos que dicen ubicarse en el centro, fue un triunfo del pueblo que salió a las calles, que cuestionó 30 años, y que expuso su vida y sus ojos, poniendo en jaque a los gobernantes de ese minuto y de antes. No podemos olvidar incluso que los contenidos ya alcanzados son resultado en parte importante de la presión social que ha existido sobre los diferentes temas.

Hoy, como ayer, sigue siendo tiempo de lucha, y por sobre todo, de unidad. En primer lugar, es imprescindible que todos los miembros del Consejo Constituyente que no estén al lado de la derecha actúen unitariamente, que frente a los temas centrales manifiesten una sola posición y logren aislar a la derecha. Sólo así dichas propuestas tendrán peso, y aun cuando numéricamente no puedan impedir que aprueben ciertos textos, si lo hacen sólo con los votos de su sector, deberán pagar los costos ´políticos de esas decisiones. 

El resto, quienes no estamos en el Consejo, y mientras no exista una decisión definitiva,  debemos tener la capacidad de apoyar a nuestros constituyentes, de salir a las calles, de rodear el Consejo con movilizaciones de masas, de denunciar el rol que va a jugar la derecha al interior de éste, y por sobre todo, de ir construyendo una correlación de fuerzas en todos los espacios sociales, que sea capaz de detener el avance de la extrema derecha y que en definitiva nos abra nuevamente el camino para, el 2025, ganar la elecciones presidenciales y dar continuidad al proceso de transformaciones que hemos recién empezado.

Santiago, junio de 2023