lunes, 7 de junio de 2021

MATRIMONIO IGUALITARIO, LAICISMO Y NUEVA CONSTITUCIÓN

 


Probablemente nunca nos queden del todo claras las intenciones que tuvo Piñera al declarar que otorgaría urgencia al tratamiento del proyecto de ley que aprueba el matrimonio igualitario. Considerando su alta dosis de egocentrismo no sería raro que el único objetivo real sea esperar que en los próximos libros de historia, y cuando se describa lo desastroso de sus segundo mandato, al menos se agreguen dos líneas positivas, haciendo referencia a que en su gobierno se aprobó el matrimonio igualitario.

 

Como sea, y más allá de la verdadera explosión que esta iniciativa causó en la derecha, lo verdaderamente relevante es el fondo, dentro de las próximas semanas Chile debiera ser un país más en el que el matrimonio deja de ser sólo entre un hombre y una mujer, para pasar a ser entre dos personas.

Como lo dijimos hace algún tiempo, el matrimonio cumple esencialmente dos funciones, por un lado regular determinadas relaciones jurídicas, entre cónyuges y con algunos terceros, y por otro, simboliza la legitimación social de una vida en común y la formación de una familia. El matrimonio igualitario es, para la población LGTB+, la conquista de un verdadero símbolo de igualdad.

 

Te puede interesar: “Matrimonio Igualitario:conquistando un símbolo”

 

Pero en los tiempos que vivimos hoy, esta nueva disposición debe entenderse además con una significación adicional, un espacio más de separación entre la Iglesia y el Estado. Después de todo, los principales “argumentos” para oponerse a esta institución laica, el matrimonio civil, han venido desde las iglesias cristianas y los principales opositores han “argumentado” desde sus propias creencias religiosas.

 

Formalmente la Iglesia (Católica) y el Estado se separaron en la Constitución del año 1925, pero lo cierto es que dicha separación no sólo no fue total, sino que perduraron, y perduran aún estrechos vínculos entre ambas instituciones. Hoy las iglesias no sólo intervienen en el debate laico, como lo hizo recientemente la I. Católica con la declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, oponiéndose al matrimonio igualitario, sino que tienen privilegios de distintos tipos, como exenciones tributarias para los inmuebles dedicados a ceremonias religiosas, o personas dedicadas a propagar religiones determinadas pagada por el estado, como los profesores de religión en los colegios, o los capellanes en el cárceles, o en las fuerzas armadas.

 

La Constitución actual consagra la libertad de culto, y la nueva debiera hacer algo similar; cada persona tiene derecho a creer en lo que estime prudente, y a manifestar dichas creencias en público o en privado, mientras ello no afecte los derechos de terceros. Pero a lo que las iglesias no pueden tener derechos es a que el Estado haga propaganda en favor de un credo u otro, o a que éste financie total o parcialmente una iglesia o una institución religiosa.

 

El laicismo como tema relevante en nuestra sociedad se había planteado en las últims décadas especialmente en relación con los requerimientos que se hacían a la educación, gratuita, laica y de calidad, se decía hace ya varios años, a lo que recientemente se le agregó “no sexista”. La redacción de una nueva constitución, a lo que el país se verá abocado en las próximas semanas, es un espacio relevante para avanzar, no sólo hacia una educación laica, sino hacia una sociedad total y verdaderamente laica.

junio, 8 de 2021

No hay comentarios.:

Publicar un comentario