jueves, 17 de enero de 2019

POR SER COMUNISTA, HONESTA, CONSECUENTE Y BONITA. ¿POR QUÉ TE ODIAN TANTO CAMILA?



Hace unos días, la redacción de “La vanguardia.cl” daba cuenta de los reiterados y canallescos ataques de que ha sido víctima Camila Vallejos, a través de grotescas mentiras, como su supuesta defensa de la pedofilia o la propiedad de un automóvil Audi. Podrían haber agregado la atribución de que su padre había sido favorecido, en tiempos de la Presidenta Bachelet, y desde La Moneda, con una suculenta licitación, hecho que fue desmentido desde la Contraloría General. A la par, se preguntaba ¿por qué te odian tanto Camila?
En verdad para cualquiera que haga una breve historia del recorrido parlamentario de Camila Vallejos, resulta indiscutible que ha sido difamada de manera sistemática, mediante sucesivas mentiras, (que a menudo han traspasado el umbral de lo verosímil instalándose definitivamente en el mundo del ridículo), y que ello en cantidad e intensidad, supera a las agresiones de otros parlamentarios, incluso de su mismo partido. Y como suponemos que no hay temas personales entre Camila y sus difamadores, la pregunta entonces ¿por qué te odian tanto Camila?  adquiere un claro contenido sociológico y político.
“La antipatía hacia Camila Vallejo proviene de un sector del país claramente identificable y se debe a sus posiciones marcadamente progresistas en el ámbito moral y a su militancia comunista”, dice La Vanguardia.cl y tiene razón en ello.
Indudablemente es la condición de “comunista” el primer elemento justificador del odio hacia Camila. Y ello no nos puede extrañar. Por el contrario, el anticomunismo es un patrón de conducta de las clases que tienen el poder, que se remonta a tiempos previos incluso a cuando el comunismo se hiciera marxista. El mero cuestionamiento serio de las estructuras de poder, que la sola palabra evoca, ya generaba el rechazo en quienes lo ejercían. No olvidemos que el Manifiesto Comunista, ese “panfleto” político que más influencia ha tenido en la historia de la humanidad, y que marcara el inicio de la identificación de comunismo con marxismo, se inicia denunciando precisamente el anticomunismo ya reinante “Un espectro recorre Europa, el espectro del comunismo”. Y más adelante señala que todos los partidos, de un lado y otro han acusado a sus rivales de “comunistas”.
El anticomunismo, cuyas manifestaciones más brutales se dieron en Chile precisamente cuando quienes hoy atacan a Camila estuvieron en el poder, a nivel de élite, se fundamenta esencialmente desde tres perspectivas, el liberalismo económico, el conservadurismo moral, especialmente de origen religioso, y el nacionalismo de corte fascistoide. Pero lo más grave, en todas sus manifestaciones recurre a manejar una de las pulsiones más oscuras del subconsciente humano, el miedo. El miedo a ese fantasma que recorría Europa a mediados del siglo XIX, sigue como la fuente esencial del anticomunismo, y como la motivación directa de la persecución, y el crimen con que ayer se justificó la dictadura. “Hay que destruir el cáncer marxista” dirían ayer los criminales chilenos, como hoy Bolsonaro anuncia “liberar a los brasileños del socialismo”.
Pero si bien es cierto que el anticomunismo es la fuente principal de los ataques a Camila, dicho razonamiento no permite entender plenamente por qué, más que a otros, a ella. Hoy hay ocho parlamentarios comunistas, y varios dirigentes públicos que militan en ese partido, y si bien todos han recibido ataques en algún momento -es por lo demás parte de la lucha política- ninguno de ellos de manera tan insistente y despreciable como lo han hecho con Camila.
Y aquí, las explicaciones son globales, pero también individuales. Y es que Camila no sólo es un verdadero símbolo, sino uno de los más potentes y más visibles precisamente de las mentiras del anticomunismo.
Desde luego es una muestra viva, y joven, de que el comunismo marxista no ha muerto. En verdad lo han dado por muerto desde sus mismos orígenes, en el siglo XIX, y tantas veces, que ya resulta casi anecdótico. Los últimos intentos más destacados fueron a fines del siglo XX. La desaparición de la URSS en 1992 y de los estados socialistas europeos, dio origen a cientos de tarjetas de defunción. Algunas, como “El fin de la ideología” (1960) ya venían de antes, y otras, como “El fin de la historia” (1992), lo hicieron después. El cambio climático, producto esencialmente de un capitalismo depredador y las crisis del capitalismo posteriores al año 1992, hacen patente que los cantos de sirena sobre su definitivo triunfo no fueron más que eso, cantos de sirenas. Y frente a eso, ahí está Camila, quien no sólo “goza de buena salud”, sino que con su sola presencia, recuerda que hay alternativas.
Pero Camila no sólo es visible como militante comunista, es también visible en su honestidad y consecuencia. No es posible atribuirle ni un solo acto de deshonestidad o inconsecuencia. (En verdad no hay ni un dirigente comunista condenado, imputado o siquiera investigado por posibles casos de corrupción, lo que por cierto no pueden decir los militantes de la derecha que la atacan, pero en ella eso es más visible aún). Por el contrario, está entre entre quienes han pedido rebajar el sueldo de los parlamentarios y gasta de sus propios ingresos en pagar mejor a sus asesores.
Por último, y sabemos que a ella no le gusta que se mencione siquiera, es bonita. Y esto, que puede parecer banal, no lo es cuando se trata de una lideresa, de un verdadero símbolo, pues ello no sólo la hace más visible, sino que, en su caso, su imagen dificulta el proceso manipulador del miedo, elemento esencial del anticomunismo en todas sus versiones, pero especialmente significativo en su versión más populista. Y es que rompe el arquetipo que los sistemas clasistas han impuesto durante milenios, en que lo positivo va de la mano de lo positivo, y lo negativo de lo negativo. Los cuentos infantiles nos generalizaron la idea que los príncipes y las princesas son buenos y bellos, las brujas son malas y feas, y Lombroso le dio apariencia de cientificidad a la idea que los delincuentes tienen “cara de delincuentes”. Así, de los comunistas, que son “malos”, y debieran producir “miedo”, debieran, razonablemente en esta lógica, ser además deshonestos, inconsecuentes y feos.
Camila es comunista, honesta, consecuente y hermosa, ¿Cómo no intentar asesinar su imagen?



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