miércoles, 25 de noviembre de 2020

DIEGO ARMANDO MARADONA, UN "PELUSA" EXCEPCIONAL

 


Hoy el “planeta fútbol”, Argentina entera y millones de personas más repartidas en todos los continentes, lloramos la muerte de Diego A. Maradona, reconocido por varios especialistas como el “mejor futbolista de la historia”, catalogado como el “mejor jugador en la historia de la Copa del Mundo” por El Times (2010), descrito como el “mejor futbolista popular del siglo XX”, entre otros de sus mucho títulos. Futbolista, entrenador, conductor de televisión en Argentina y en Italia, cantante, protagonista en documentales y películas de ficción, inspirador de canciones, Maradona fue todo eso y mucho más.

Su muerte me hizo recordar una conversación sostenida con Javiera, mi hija menor hace un par de meses. Le comentaba yo que desde hacía probablemente un siglo ya, la música, el arte, las ciencias, en general la cultura, eran en nuestro país, territorio del mundo progresista y en particular de la izquierda. Juntos hacíamos una larga enumeración de destacados hombre del mundo de la cultura, cuyo compromiso con el prójimo había sido una de las características relevantes de su vida. Javiera, fanática colo colina (el gato de la casa se llama Barti Paredes) me hacía la salvedad que eso no pasaba en el mundo del deporte. Aquí, me decía ella, la regla general es una buena dosis de analfabetismo político, así como un número menor, pero destacado, de deportistas claramente de derecha. Desde luego, en algunos casos como en del Chino Ríos, provenientes de familias muy adineradas, eso no llama la atención; pero hay otros, como el de Érika Olivera, de origen muy humilde, y hoy diputada por la derecha, en uno de los partidos que acompañó y defendió al dictador que asesinó a miles de personas (la mayoría humildes), que llevó a la miseria a millones, que destrozó la salud, la educación y las pensiones para los sectores populares, Renovación Nacional. 

En el fútbol pasa algo parecido, con altísimos porcentajes de jugadores de extracciones muy humildes, aquellos con sensibilidad social, capaces de ponerse al lado de su clase social, apoyar sus reivindicaciones, jugarse por ellas, son poquísimos, y Diego Armando Maradona en América, como Cristiano Lucarelli en Italia, fue uno de ellos.

Maradona fue en todo momento un rebelde, pero un rebelde con causa.

Maradona nació en un humilde barrio al sur del Gran Buenos Aires, en el seno de una familia muy modesta, y no sólo nunca olvidó ese origen, sino que tuvo la capacidad de universalizar el problema de la pobreza, y entender que su solución no es individual, sino colectiva, que para lograrlo es necesario la unidad de los trabajadores, y la lucha. A diferencia de muchos de sus compañeros del fútbol, Maradona no se quedó en la caridad hacia los vecinos de su antiguo barrio o hacia sus compañeros de su antiguo club, como suelen hacerlo muchos jugadores que al hacerse famosos destinan a ellos unos pocos miles de pesos. Él entendió que la lucha era política y siempre estuvo al lado de los pobres, de los débiles, de los trabajadores, de los que luchan por la libertad y por la paz, y lo hizo saber a quién quisiera escuchárselo. Sus opciones políticas, que manifestó de muy variadas maneras, fueron claras, trasparentes, siempre al lado de la izquierda y contra el imperialismo, y no sólo sin ambigüedades, sino radicales. Maradona lucía con orgullo una imagen del Che en un brazo y una de Fidel en una pierna.

En el mundo del fútbol, como pocos, trascendió claramente lo deportivo, y sin tener necesidad alguna, luchó por la construcción de sindicatos de futbolistas, que permitieran a otros futbolistas conseguir un mayor respeto por sus derechos. Fundó incluso la Asociación Internacional de Futbolistas profesionales. Y como si esto fuera poco, Maradona también se enfrentó a la FIFA, organismo al que denunció por la corrupción que en ella había, lo que terminó comprobándose y con el encarcelamiento de varios de sus dirigentes, incluido nuestro conocido Sergio Jadue.

En su Argentina natal, destacó por manifestar siempre una opinión política, estar siempre al lado de la izquierda.

Como pocos futbolistas, Maradona se jugó también políticamente en el campo internacional, criticando fuertemente el bloqueo a Cuba y apoyando en todos sus aspectos al gobierno de Fidel, de quien por lo demás fue gran amigo. Apoyó también a Lula en Brasil, a Correa en Ecuador, y a Maduro en Venezuela, aún en tiempos en que hacerlo era lo más “incorrecto políticamente”.  En Colombia, jugando un partido amistoso organizado por “Bogotá Humana” sentenció ““Basta de violencia en Colombia, queremos La Paz y yo la quiero con todo mi corazón”.

En definitiva, Maradona, el Pelusa, como le decían en su tierra natal, fue siempre excepcional, ya como jugador dentro de la cancha, ya como un hombre comprometido con los destinos de su pueblo y el de toda América Latina. Un jugador excepcional, pero también un luchador excepcional contra el modelo, un rebelde contra el sistema del libre mercado, un hombre que usó todo su poder mediático para luchar contra las injusticias, contra la discriminación.

Maradona fue, por todo esto y más, un verdadero D10s, pero no un dios del panteón abrahámico, único, perfecto, omnipotente. Maradona fue más bien un dios del panteón griego, con poderes enormes en algunas áreas, pero no en todas, y en otros aspectos, con todos los vicios y problemas de un mortal común y corriente.

 

 

25 de noviembre de 2020

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario