martes, 27 de noviembre de 2018

ROBO DE ESCULTURAS, ROBO DE PATRIMONIO CULTURAL


Sr. Director

En nuestro país el patrimonio cultural es noticia muy pocas veces al año. El Día del Patrimonio o cuando algo se roban, (como ocurrió con la espada del General Bulnes) y en estos últimos meses por los intentos de repatriación del Moais del Museo Británico y recientemente por la recuperación de 10 esculturas robadas, y encontradas en una hacienda en la Región de O´Higgins. Pero ni el Patrimonio Cultural se puede reducir a un día al año, ni su destrucción y saqueo a los robos de unas esculturas.

Durante más de 25 años hemos denunciado como el empobrecimiento de nuestro patrimonio cultural, en esta época, es esencialmente obra del ser humano (ayer pudo haber sido la naturaleza, con sus terremotos, inundaciones o el simple paso del tiempo).  Destrucción y daño, saqueo de sitios arqueológicos y paleontológicos, robos de museos, iglesias y colecciones particulares, tráfico ilícito, son las principales conductas que lo disminuyen, falsificaciones, las principales que lo empobrecen. Y si bien hemos avanzado algo, desde aquel inoperante Consejo de Monumentos Nacionales que a principios de los años 90 ni siquiera poseía la lista de aquellos bienes que había declarado tales, hasta el reciente Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio Cultural, seguimos en deuda con el tema, pues carecemos de la conciencia básica sobre su importancia. (La realización del rally Dakar en nuestro país, con sus más de cien sitios arqueológicos destruidos en las dos primeras versiones, fue una clara muestra de ello).

Sigue pendiente un  reconocimiento constitucional a las funciones del Estado en esta materia (el constitucionalismo patrimonial viene de los tiempos de la Constitución de Weimar en Alemania, (1919), y en España incluye la obligación de sancionar penalmente los atentados contra el patrimonio), la estructuración de una institucionalidad más sólida, la definición de obligaciones más precisas (cuando todos tienen la misma y general obligación, nadie la tiene), una integración ciudadana más relevante, la formación de profesionales especializados (en materia jurídica ni siquiera existe el ramo “derecho del patrimonio cultural”, menos la especialización), entre otras, y por cierto más recursos.

En materia de investigación y recuperación de especies robadas es altamente loable la función de la PDI, que con su Brigada especializada y su página web con “Obras de Arte Robadas”, ha contribuido eficientemente a la recuperación de decenas de obras. Pero su labor, prácticamente aislada, sigue siendo insuficiente. El “mercado del arte robado” es extremadamente rentable, tiene características internacionales (el ejemplo del “Pelargonis Chilensis”, recuperado desde Alemania gracias a la buena voluntad deMuseo Senckenberg de Frankfurt, es un buen ejemplo de ello), y puede llegar a ser muy complejo. Se hace imprescindible al menos la integración permanente de un equipo especializado que comprenda investigadores (policías y fiscales), expertos en arte y periodistas que difundan las noticias especialmente de los robos, (mientras más conocida es la pieza, mayores son las probabilidades de recuperarlas).

La desaparición de nuestro patrimonio cultural es en buena parte la desaparición de nuestra identidad.

Atte.

Fernando García Díaz
Abogado
Profesor Universidad de Chile, Facultad de Arte
Postítulo Restauración de Patrimonio Cultural Mueble

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