miércoles, 5 de agosto de 2015

ABORTO E IGLESIA CATÓLICA. Otro mundo es posible



Fernando García Díaz


“Vuelvo a advertir que no quiero convencer a nadie de nada,

sino dar elementos para pensar en el asunto,

si es que se quiere pensar en esto

y no sólo andar vociferando consignas”


Hugo Iriart([1])([2]


The work starts describing how the subject of abortion was, for decades, not a matter of interest to the catholic church. Then analyzes the main three sources of the catholic faith related to abortion: Holy Scripture, Apostolic Tradition and Magisterium, concluding that in Holy Scripture, there is no conviction towards consent abortion, and in the following two, no agreement on a position since the beginnings of Catholic Church.  




PRIMERA PARTE: LA HISTORIA NO OFICIAL

Introducción


1.            En términos generales, como ya lo hemos señalado en este mismo blog(..) en relación con la interrupción de un embarazo, en nuestra legislación penal se definieron como delito las siguientes conductas:

a. Aborto provocado intencionalmente por un tercero, contra la voluntad de la mujer embarazada.

b. Aborto provocado por un tercero, sin la intención de producirlo, pero actuando sin el debido cuidado, contra la voluntad de la mujer embarazada.

c. Aborto autoprovocado por la mujer embarazada, o provocado por un tercero, con la voluntad de la mujer embarazada.

2.            Nadie discute la importancia de penalizar las dos primeras situaciones; pero desde hace ya varios años, en nuestro país se debate la necesidad de modificar el estatuto jurídico de la última situación descrita en el número anterior. Como se sabe, nos mantiene como uno de los muy pocos países en el mundo en donde cualquier tipo de interrupción del embarazo es ilegal, y debiera sancionarse como delito.

3.            Como se sabe también, la realidad supera esa ficción. Por un lado, una serie de situaciones médicas, que en estricto rigor y de conformidad con la legislación existente debieran calificarse como abortivas (incluyendo los casos de embarazo ectópico)([3]), no son así consideradas y se esconden bajo subterfugios legalistas. Por otro, cada año se ejecutan decenas de miles de conductas abortivas que sin ninguna duda debieran ser penalizadas como delitos, y poco o nada se hace por sancionarlas.

4.            En estricto rigor, sabemos que la disposición es simplemente simbólica, y que sólo busca satisfacer la conciencia de aquellos antiabortistas que quieren dormir tranquilos, sabiendo que en nuestro país se condena todo tipo de aborto, pues no sólo no se aplica, sino que su aplicación real es imposible. ¿O alguien cree seriamente que tendríamos policías, cárceles, tribunales, guardias, y en definitiva sociedad para encarcelar cada año a decenas de miles de mujeres? ¿Y para dejar cientos de miles de niños huérfanos de madres?


5.            Pero en su simbolismo, esa realidad es dramáticamente clasista y antidemocrática, pues las conductas abortivas se dan en todos los estratos sociales, sólo que en los estratos sociales más bajos a veces se castigan, y a veces doblemente. Primero, pues las maniobras abortivas se realizan por personal no profesional y sin condiciones de higiene y seguridad y segundo, pues para que el simbolismo efectivamente funcione, cada cierto tiempo, una ruleta invisible determina  que alguna mujer pobre debe irse presa por el delito de aborto.


El presente

6.            Hoy, en nuestro país, mientras más del 70% aproximadamente de la población aprueba la legalización de al menos algún tipo de aborto, nadie pone en duda, que es gracias a la acción de la jerarquía eclesiástica, en forma directa, o a través de sus centros de influencia, que se mantiene esa prohibición total y absoluta que caracteriza la situación.

7.            A este escenario de conflicto ideológico existente en nuestro país, se ha llegado muy especialmente por la labor permanente, sistemática y dedicada de obispos, sacerdotes y laicos en los últimos cuarenta años, que han hecho de este su principal bandera de lucha. Para ser sinceros, en nuestro país, como en otros, algunos han perdido todo tipo de pudor, y ha intentado los mecanismos más groseros de presión y chantaje([4]).

8.            Y cuando decimos cuarenta años, estamos destacando que con anterioridad el tema no tenía, ni con mucho, la importancia que hoy quiere darle la jerarquía eclesiástica. O dicho en otros términos, que sólo en tiempos recientes la Iglesia Católica ha esgrimido la posición del rechazo absoluto al aborto, como una cuestión intransable, esencial de sus principios.

9.            Y la mejor prueba de que la preocupación es reciente nos la entrega el pasado cercano. Si bien el aborto fue sancionado como delito en el Código Penal (1874), el Código Sanitario (1931), consagró una excepción, esto es, un tipo de aborto que no sólo era legal, sino que se efectuaba a diario en el sistema público, que se mantuvo vigente por más de 55 años –hasta 1989-, y que resulta del todo contraria a los planteamientos de la Iglesia.

10.         Pues bien, durante esos 55 años de vigencia no hubo ninguna manifestación relevante contraria al aborto, que viniera desde el mundo católico. Más aún, se debe recordar que la influencia de la Iglesia Católica, a nivel ideológico, social y político, durante gran parte de ese período era por cierto muy superior a la que ejerce en la actualidad y sin embargo se mantuvo vigente, sin cuestionamientos serios, una disposición que autorizaba un tipo de aborto hoy claramente condenado por la I. Católica. Ni desde la Iglesia Católica, ni desde el mundo político que representaba dichas posiciones hubo interés en derogar esa disposición. Así, ni el Partido Conservador, ni la Falange Nacional, ni el Partido Demócrata Cristiano, que siempre sostuvieron posiciones muy cercanas a la Iglesia Católica, presentaron moción alguna contra el aborto que permitía el Código Sanitario. Podemos recordar incluso que luego de la elección parlamentaria de 1965, en que la Democracia Cristiana obtuvo 98 diputados, de 147, este partido por si solo podría haber derogado el artículo 119 del Código Sanitario, y no sólo no lo hizo, sino que no manifestó interés alguno en hacerlo.

11.         La propia dictadura, que a ratos hacía esfuerzos por congraciarse con la Iglesia, sólo al final de ella decidió derogar la norma del Código Sanitario que autorizaba el llamado aborto terapéutico, simplemente porque nadie se lo había pedido antes. Si hubiera detectado un interés especial en la Iglesia por ese tema, sin ninguna duda habría derogado la norma antes, como una manera simple, y sin costos para ellos, de aparecer congraciándose.

12.         ¿Qué pasó entonces? Probablemente dos o tres cosas relevantes. Más países empezaron a despenalizar el aborto, la Iglesia Católica se hizo más conservadora, y además perdió definitivamente algunas de sus principales banderas ideológicas, como el rechazo a los anticonceptivos (rechazo a la píldora), o el matrimonio indisoluble, que constituían claros elementos de publicidad y cohesión. ¿Somos acaso los partidarios de la despenalización o la legalización del aborto, verdaderos “enemigos útiles”? No lo sé, pero no lo descarto, sólo lo menciono como una simple hipótesis.

13.         Pero la Iglesia católica no sólo ha logrado mantener una legislación condenatoria, sino además una actitud militante en cientos de fieles, que confían defender valores históricos y doctrinarios invariables y unívocos, enseñados por Dios desde el principio de los tiempos bíblicos y por la Iglesia desde su fundación. La verdad sin embargo es que no sólo no ha sido así, sino que la historia y la realidad muestran una situación absolutamente diferente. De esa situación queremos dar cuenta aquí.


El pasado lejano

14.         De acuerdo a los planteamientos de la Iglesia Católica, los católicos sustentan su fe en tres grandes depositarios, la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio Eclesiástico. Nos referiremos a cada uno de ellos, buscando los fundamentos de la posición que frente al aborto sustenta hoy la Iglesia.


La “Sagrada Escritura”

15.         Sin duda la más importante de las tres debiera ser la “Sagrada Escritura”, esto es “La Biblia”, que contiene textos sagrados para judíos, católicos y evangélicos. Se trata de un conjunto de libros canónicos, esto es conforme a los cánones  del judaísmo y el cristianismo. La conformidad con lo cánones, de cada libro, varía dependiendo de la tradición histórica adoptada por cada iglesia. La Biblia católica, que es la que utilizamos aquí, considera 46 libros para el Antiguo Testamento([5]) y 27 para el Nuevo Testamento, lo que incluye los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, diversas epístolas y el Apocalipsis.

16.         En el decir de la Iglesia Católica, a través del Catecismo, “Dios es el autor de la Sagrada Escritura. «Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo» y agrega «La santa madre Iglesia, según la fe de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia« (DV 11)"([6]).

17.         La primera gran sorpresa que suelen experimentar los católicos cuando empiezan a indagar sobre su posición, es al enterarse que ni en el pentateuco, ni en los libros de los profetas, ni en los cuatro Evangelios, ni en Los Hechos de los Apóstoles, ni en ninguna de las 19 epístolas, es decir, ni en el Antiguo Testamento([7]), ni en el Nuevo Testamento([8])([9]), hay un solo versículo que sostenga la posición antiabortista que ellos sustentan. Es decir, no existe una sola condena al aborto consentido en ninguno de todos los textos a los que judíos o cristianos atribuyen origen divino.

18.         Centrados en el análisis de Nuevo Testamento, es interesante destacar que Jesús nada dice sobre el tema, y tampoco lo hace Pablo, sin duda el gran constructor de la Iglesia como institución.


19.         El único texto explícito, que encontramos en toda la Biblia referido al aborto, está en el Éxodo y merece que lo citemos extensamente. Allí, en el N° 21, se lee textualmente:

“21 »Éstas son las leyes que tú les expondrás.

……..

12 »El que hiera a otro y lo mate será condenado a muerte.

13 »Si el homicidio no fue intencional, pues ya estaba de Dios que ocurriera, el asesino podrá huir al lugar que yo designaré.

14 »Si el homicidio es premeditado, el asesino será condenado a muerte aun cuando busque refugio en mi altar.

15 »El que mate a su padre o a su madre será condenado a muerte.

16 »El que secuestre a otro y lo venda, o al ser descubierto lo tenga aún en su poder, será condenado a muerte.

17 »El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte.

18 »Si en una riña alguien golpea a otro con una piedra, o con el puño, y el herido no muere pero se ve obligado a guardar cama, 19 el agresor deberá indemnizar al herido por daños y perjuicios. Sin embargo, quedará libre de culpa si el herido se levanta y puede caminar por sí mismo o con la ayuda de un bastón.

20 »Si alguien golpea con un palo a su esclavo o a su esclava, y como resultado del golpe él o ella muere, su crimen será castigado. 21 Pero si después de uno o dos días el esclavo se recupera, el agresor no será castigado porque el esclavo era de su propiedad.

22 »Si en una riña los contendientes golpean a una mujer encinta, y la hacen abortar pero sin poner en peligro su vida, se les impondrá la multa que el marido de la mujer exija y que en justicia le corresponda.

23 »Si se pone en peligro la vida de la mujer, ésta será la indemnización: vida por vida, 24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 quemadura por quemadura, golpe por golpe, herida por herida”([10])

20.         Se trata, como se puede apreciar, de un aborto provocado contra la voluntad de la madre, es decir, de una materia absolutamente distinta a la planteada en la discusión actual, y que por lo demás, como única sanción merece la multa que el marido exija, pues probablemente se estima que se atentó contra su derecho a tener descendencia.

21.         Pero más aún, el texto deja muy en claro que la vida de la madre vale mucho más que la del que está por nacer, toda vez que basta que la pongan en peligro, para que se aplique la ley del talión, vida por vida,  ojo por ojo, diente por diente, ..

22.         Recordemos que el aborto es una práctica frecuente en la antigüedad, y particularmente en el mundo romano, en donde fue materia de referencia legal([11]). Es decir, durante todo el tiempo que cubre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el aborto es una conducta ampliamente difundida entre la población, una práctica  acostumbrada, podemos decir incluso que usual, y aún más, que, junto al infanticidio, constituyen los dos métodos de control de la población que se emplean. La segunda reflexión, que si el aborto hubiera tenido las valoraciones que le atribuye hoy la Iglesia Católica, “homicidio”, “crimen nefando”, etc., no resulta razonable pensar que simplemente “se les olvidó referirse a él”. Y menos aún si se trata de textos inspirados directamente por Dios.




23.         La segunda fuente de inspiración de la fe católica es la Tradición Apostólica. Precisar qué es y hasta donde comprende, es muchísimo más difícil que en el caso anterior. Según enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, la transmisión del Evangelio se hizo de dos maneras, en forma escrita, las “Sagradas Escrituras” y en forma oral la “Tradición Apostólica”, ya que "los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó"([12]). De este modo “La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y transmite lo que estos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo”([13]).

24.         Sin competencias para profundizar en estas materias, lo primero que podemos destacar es que si “La Tradición y la Sagrada Escritura "están íntimamente unidas y compenetradas, porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin"([14]), como dice el Catecismo, lo lógico sería que sobre un tema de tamaña envergadura hubiera una cierta unidad, y toda vez que una no dice nada y la otra si, de partida no la hay.

25.         Si queremos consultar dicha tradición, debemos recurrir a los textos de los llamados “Padres de la Iglesia”, es decir, de aquellos teólogos que reuniendo al menos las  condiciones de, antigüedad, santidad de la vida y doctrina ortodoxa, recibieron aprobación eclesiástica([15]). La lista de estos autores es larga, y la de sus textos más aún. La búsqueda de referencias explícitas al tema del aborto en los Padres de la Iglesia es mucho más fructífera que la referida a la Biblia, pero sus respuestas, lejos de ser uniformes o únicas o siquiera congruentes, son a la inversa, es decir absolutamente discrepantes.

26.         Pero antes de seguir, es necesario una aclaración previa. El tema del estatuto jurídico del aborto refiere en lo esencial, a dos situaciones, cuándo comienza el individuo humano, y si esto se determina que ocurre antes de nacer, cuáles son los derechos que se le atribuyen.

27.         Desde la tradición católica incuestionada, y siguiendo ideas griegas sobre la materia, el hombre se ha definido como la unión de cuerpo y alma. Es el alma inmortal la sustancia espiritual que constituye la esencia del ser humano, y es el momento en que el alma informa al cuerpo, llamado animación, lo que da origen al ser humano. El instante en que se produce la animación ha sido uno de los temas teológicos más recurrentes en la historia del pensamiento cristiano.

28.         Aún cuando hay algunos que hoy quisieran cambiar su naturaleza, la discusión sobre cuando ocurre la animación, es claramente un tema teológico, independiente del nivel de los conocimientos científicos que sobre el desarrollo embrionario se posean, pues por un lado cualquiera que ellos sean, todos saben que al interior del vientre materno hay un notorio cambio en la forma y volumen del producto de la concepción, y por otro, obviamente la ciencia no nos puede señalar cuando Dios infunde el alma.

29.         Aclarado lo anterior, señalemos entonces que las referencias al tema del aborto en el mundo cristiano pueden plantearse tanto en lo que dice relación con el hecho mismo del aborto, y por tanto con una valoración explícita de dicha conducta, como con el momento en que se inicia el individuo humano, caso en que la valoración del aborto se deduce, pues antes de que exista ser humano, obviamente no hay destrucción de éste.

30.         Entre los Padres de la Iglesia ocupa un lugar destacadísimo la figura de  Agustín de Hipona, San Agustín. En el decir de Paul Johnson, “Agustín fue el genio sombrío del cristianismo imperial, el ideólogo de la alianza entre la Iglesia y el estado, y el creador de la mentalidad medieval. Después de Pablo, que suministró la teología básica, hizo más que ningún otro ser humano por plasmar el cristianismo”([16]). Pues bien, aquel hombre que “hizo más que ningún otro ser humano por plasmar el cristianismo”, estimaba  que no debía considerarse homicidio el aborto de un feto aún no formado, y señalaba que la animación (la infusión del alma al cuerpo) ocurría en el feto en el día 45 después de la concepción. En el lenguaje de la época, como lo señala el teólogo DANIEL C MAGUIRE, Agustín de Hipona, “Reflexionando sobre la creencia pía en la resurrección de todos los muertos al final del mundo,… se pregunta si los fetos tempranos como resultado de abortos naturales también se levantarían. Dijo que no” ([17]).

31.         Pero no solo Agustín de Hipona tiene una visión en ese sentido. “San Buenaventura afirma también que el alma no puede existir en el embrión antes que este se encuentre debidamente organizado, en Sententias II, 31,1 Opera III, p. 354, y San Alberto Magno sostiene que el alma es infundida al varón a los 40 días de gestación, a la mujer a los 90 días en su Summa de Creaturis II, 17, 3; y De Anima 3, 5, 4”([18]).

32.         Si de la tradición teológica se trata, y aún cuando su existencia es varios siglos posteriores a los de Agustín, sin duda una figura descollante es Tomás de Aquino, que no sólo ha sido declarado santo, sino además investido de apodos como Doctor Angélico o Doctor de la Humanidad, por la propia Iglesia católica. Se trata sin duda del principal representante de la escolástica, y una de las mayores figuras de la teología y la metafísica. Tomás de Aquino no sólo cree en la animación tardía, sino es uno de sus principales exponentes.

33.         Esta posición se ha seguido sosteniendo en la historia del pensamiento eclesiástico. Así por ejemplo, Tomás Sánchez de Ávila, teólogo español que vivió entre los años 1550 y 1610, y una de las mayores autoridades en teología moral, autor entre otros textos de uno con el ilustrativo título de “De sancto matrimonii sacramento”, elogiado por el Papa Clemente VIII, consideraba legítimo el aborto de diversas circunstancias.

34.         Por cierto, a lo largo de la historia de la Iglesia Católica hay también autores y textos que han condenado el aborto, pero ello no permite ocultar la otra realidad, esa que dice que hay otros que no lo han hecho y que de los tres hombres que más han aportado al surgimiento y desarrollo de la Iglesia, tanto en lo relacionado con los aspectos institucionales como ideológicos, Pablo de Tarso, Agustín de Hipona, y Tomás de Aquino, ninguno de ellos condena el aborto consentido en todo momento y lugar, como lo hace hoy el Magisterio Eclesiástico.




El Magisterio de la Iglesia


35.         El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 85 señala que "El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma”([19]). Es decir, Magisterio de la Iglesia o Magisterium Ecclesiae, en latín como también a veces se usa, es la expresión con que la propia Iglesia Católica se refiere a la función y autoridad de enseñar que tienen el Papa  y los obispos que están en comunión con él.

36.         Entendido así, la obediencia que el Magisterio de la Iglesia genera en materia de aborto, es una de las cuestiones más incomprensibles para el pensamiento laico. Desde luego este magisterio formalmente no es infalible, por supuesto en la medida en que los propios católicos creen que el Papa puede ser infalible. Pero más aún, el Magisterio de la Iglesia ha estado, históricamente, plagado de errores.

37.         En verdad no sólo ha estado plagado de errores, sino también de horrores. Podríamos exponer largamente sobre ellos y citar decenas de situaciones históricas. Pero hoy no es necesario, si recordamos que la propia Iglesia ha pedido perdón por algunos de ellos. Por primera vez lo hizo en el Vaticano II([20]), pero sin duda lo más relevante al respecto es el documento “Memoria y reconciliación. La iglesia y las culpas del pasado”([21]), de la Comisión Teológica Internacional, emitido con motivo del Jubileo del año 2000.

38.         Y es que, a diferencia de múltiples formas de poder, cuya voluntad se plasma exclusivamente en el ejercicio de la fuerza, las actuaciones a nombre de la Iglesia, han estado siempre justificadas ideológicamente. O dicho de otro modo, el Magisterio de la Iglesia ha justificado, en algún momento al menos, y a menudo durante siglos o incluso casi dos mileniso, la esclavitud, el exterminio de creyentes diferentes, el sometimiento de los aborígenes americanos, la persecución a los judíos como asesinos de Cristo, las persecuciones del Santo Oficio de la Inquisición, etc.

39.         Sólo a modo de resumen de los “pecados” cometidos por la propia, según se ha dicho: 

“Los pecados cometidos al servicio de la verdad, la intolerancia y la violencia en contra de los disidentes, guerras de religión, violencias y abusos en las Cruzadas, y métodos coactivos en la Inquisición.

Las faltas que han afectado la unidad del Cuerpo de Cristo: excomuniones, persecuciones, divisiones.

Los pecados cometidos en el ámbito de las relaciones con "el pueblo de la primera Alianza", Israel: desprecio, actos de hostilidad, silencios.

Pecados en contra del amor, la paz, los derechos de los pueblos, el respeto de las culturas y de otras religiones, en concomitancia con la evangelización.

Faltas en contra de la dignidad humana y la unidad del género humano: hacia las mujeres, las razas, las etnias.

Pecados en el campo de los derechos fundamentales de las personas y en contra de la justicia social: los últimos, los pobres, los que están por nacer, injusticias económicas y sociales, marginación.

40.  Conclusiones.

Si bien existe una tradición oficial que se impone desde el Vaticano, primero a partir de la encíclica Apostolica Sedis, de Pio IX, en 1869 y luego de la Encíclica “Casti Connubi”, del Papa Pío XI, el año 1939, la verdad es que, la “Sagrada Palabra” no contiene ni un solo sílaba de condena al aborto consentido, la Tradición Apostólica presenta una diversidad de opiniones, y sus máximos exponentes, justifican el aborto hasta determinados momentos, y por último, el propio Magisterio ha mantenido una actitud fluctuante en su actuar, -como lo acredita la historia chilena del período de vigencia del aborto- y una opinión variable en los textos, según los tiempos.

En la actualidad, un número creciente de católicos, entre los que hay respetables teólogos, (sacerdotes y monjas) sacerdotes y laicos, acepta la posibilidad de que el aborto sea legítimo en determinadas circunstancias. En nuestra opinión, esos planteamientos discrepantes pueden agruparse en torno a tres grande lineamientos intelectuales:

·      Aprobación del hilemoformismo

·      Rechazo a la fecundación como inicio del individuo


·      Revalorización de la autonomía

Sobre estas tres visiones, en este mismo blog en "Aborto e Iglesia Católica: Corrientes discrepantes".

Mail del autor: f_garciadiaz@yahoo.es




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[1] IRIART, HUGO “Observaciones elementales en la discusión sobre el aborto”, en Controversias sobre el Aborto, Fondo de Cultura Económica, Margarita M. Valdés, compiladora, primera edición 2001, pág. 263.
[2] Hemos reducido las notas al mínimo, como una manera de facilitar la lectura. Del mismo modo, hemos privilegiado los textos disponibles en internet, con el mismo objetivo, y hemos recurrido a textos oficiales de la Iglesia Católica, disponibles en Internet, cada vez que nos ha parecido indispensable.
[3] Código Sanitario, “Art. 119. No podrá ejecutarse ninguna acción cuyo fin sea provocar un aborto” (la negrita es nuestra).
[4] Probablemente una de las últimas ha sido la inserción del día domingo 2 de agosto, en El Mercurio, bajo el título “Urgente pedido de coherencia a los legisladores católicos”, de la carta enviada por algunos obispos a parlamentarios católicos.
[5] La versión protestante considera sólo 39 libros, y 51 libros la de la Iglesia ortodoxa.
[6] “Catecismo de la Iglesia Católica”, N° 105. El “Catecismo de la Iglesia Católica” es el texto de instrucción fundamental en la doctrina de esa iglesia. Comprende una exposición oficial, orgánica y sistemática, con párrafos enumerados, de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina, tanto en lo relativo a la fe como sobre la moral. Para este trabajo hemos considerado la versión disponible en http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html[]
[7] De importancia crucial para el judaísmo.
[8] De importancia crucial para el cristianismo (iglesias católicas, evangélicas, etc.)
[9] Tampoco hay texto alguno en El Corán que lo haga
[10] Si bien hay pequeñas variaciones en las diferentes versiones de la Biblia, ninguna altera sustancialmente el contenido de estos versículos.
[11] Papiniano y Ulpiano estiman que el embrión o feto es parte de las entrañas de la madre, por lo que no se castiga en absoluto el aborto consentido
[12] Catecismo, N° 76
[13] Catecismo, N° 83
[14] Catecismo, N° 80
[15] Catecismo, N° 83
[16] Johnson, Paul, La Historia del Cristianismo, editorial Zeta, Barcelona, primera edición septiembre 2010, pág. 157.
[17] MAGUIRE, DANIEL C. Profesor de Teología Moral  en la Universidad de Marquette, en “La Actitud Católica Moderada respecto a la Anticoncepción y el Aborto”, http://www.religiousconsultation.org/Spanish_translation.htm (25.10.05)
[18] VALDES MARGARITA “Aborto y Personas, en ….nota 2, pág. 71.
[19] Catecismo, N° 80
[20] Pablo VI, en el discurso de apertura de la segunda sesión.

2 comentarios:

  1. De que hallé este blog... no he parado de leer. Me parece excelente.

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    1. Agradecido.
      Me alegro que te guste, y que como ex alumno sigas estando en contacto con temas que nos unen
      Un abrazo.
      FGD

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