Fernando García Díaz
El 5 de octubre de 1804, la fragata española denominada “Nuestra Señora de las Mercedes", perteneciente a la Armada española, es hundida
frente a las costas de Portugal, por la flota inglesa. Fallecieron
249 marineros y 51 supervivientes fueron hechos prisioneros.
La fragata provenía de Montevideo, aunque inicialmente lo había hecho desde el
Callao. Venía cargada de oro, plata, telas de vicuña, corteza de quina y
canela.
Por más de un siglo objeto
de caza tesoros, el año 2007 los restos del naufragio fueron ubicados por los
buzos de la empresa norteamericana caza tesoros Odyssey Marine Exploration,
quien se dedicó a extraer lo valioso allí encontrado. Ese mismo año España inició la batalla legal para
que le fuera entregado el contenido del rescate.
Finalmente, y después de casi 5 años de batallas
legales en tribunales de Atlanta y Florida, se ordenó la entrega a España. El
mayor tesoro subacuático jamás recuperado, de más de 17 toneladas fue
trasladado por dos aviones desde Florida a la base aérea de
Torrejón de Ardoz. Según se ha informado, se trata de 212
monedas de oro y 13 mil de plata restauradas. El resto, hasta completar las 600
mil monedas, están en contenedores, muchas de ellas compactadas unas con otras
formando verdaderos bloques. Hay además 6 lingotes, cinco de cobre y uno de
estaño, fragmentos de balas de cañón y tres cajas de rapé, de oro.
El hecho nos deja una serie de enseñanzas,
entre las cuales vale la pena destacar.
1.
Tenía razón UNESCO cuando se
manifestaba “…Profundamente preocupada
por la creciente explotación comercial del patrimonio cultural subacuático y,
especialmente, por ciertas actividades que tienen por objetivo la venta, la
adquisición o el trueque de patrimonio cultural subacuático,” el año 2001, en
el prólogo de la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio
Cultural Subacuatico, que Chile NO ha ratificado.
2.
La entrega al Gobierno
Español del tesoro mencionado constituye un freno poderoso a los saqueadores
del patrimonio cultural, entre los que destaca la empresa norteamericana
aludida.
3.
Pero el saqueo a los pueblos
latinoamericanos continúa. Las monedas habían sido acuñadas en Lima, Perú, en
1803, y era ese país el que debía haber sido el destinatario final del tesoro.
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