Probablemente
todos quienes tenían alguna relación con la realidad nacional sabían que el
triunfo de la opción Apruebo era seguro. Probablemente nadie sin embargo
dimensionó la magnitud de este triunfo. Prácticamente 8 de cada 10 personas se
manifestaron partidarias de derogar la constitución del dictador, y esas mismas
8 personas nos dijeron que no querían que quienes redactaran el nuevo texto,
fueran, ni siquiera en parte, actuales miembros del parlamento, votando en
definitiva por la opción “Comisión Constitucional”.
La
primera consecuencia de esta votación, fue la presencia de cientos de miles de
chilenos y extranjeros en las calles de decenas de ciudades de este país,
celebrando el triunfo del Apruebo. La fiesta democrática se manifestó de Arica
a Punta Arenas, en grandes ciudades, en pequeños villorrios, en millones de
casas y departamentos, y en todas las redes sociales, manifestándose una
alegría que hacía muchos años no se veía en nuestra patria. Alegría cruzada, en
toda su extensión, por una franca y sincera esperanza.
Este 25 de octubre, así como hace 32 años, cuando ganó el NO, Chile se pintó “color
esperanza”. Y hay motivos para ello. Desde luego, el más obvio, es que se trata
del más duro golpe, en 30 años, propinado al modelo neoliberal impuesto por la
dictadura, ese modelo que anuló el papel del Estado al asignarle un carácter
subsidiario, y que sólo lo concibió como un organismo represor de las demandas
populares. Pero hay más, ésta derrota es producto de una movilización popular,
que con brutal represión y aún pandemia de por medio, se ha sobrepuesto a esas
condiciones adversas, ha seguido en pie, aprendido de las experiencias, no
tiene visos de terminar y en la que además, han jugado un papel determinante
los jóvenes.
Pero
nuestra esperanza debe tener historia. Y así, debemos recordar que luego del
triunfo del NO, si bien desapareció la tiranía, la democracia volvió con
severas limitaciones, y una Concertación que desmovilizó al pueblo y terminó administrando
un sistema político y económico que había prometido cambiar, y contra el que la
ciudadanía se había venido manifestando desde hacía años.
Así
las cosas, la primera cuestión que los votantes del Apruebo debemos considerar,
es que si bien se ha abierto un ciclo político que puede generar profundas
transformaciones, no podemos dejar pasar
la esperanza y permitir que los mismos y desprestigiados políticos se apropien
de este triunfo y terminen, como en El Gatopardo, cambiándolo todo para no
cambiar nada. Se nos vienen enormes desafíos, la elección de los constituyentes
con escaños reservados para los pueblos originarios, la elaboración de una
nueva constitución que consagre una real democracia, amplíe los derechos
sociales, etc.
Pero
lo primero es, y sigue siendo, hacer crecer la conciencia social y mantener la
movilización popular, esa que ayer impuso la discusión de una nueva
constitución, hoy llevó al masivo triunfo del Apruebo y mañana, transformada en
un movimiento social organizado, protagónico y deliberante, es la única que nos
puede asegurar un país más justo y solidario.
Santiago 25 de octubre de 2020
Longueira, oportunismo y demagogia
Nueva constitución y campaña del rechazo
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