jueves, 17 de octubre de 2024

A CINCO AÑOS DEL ESTALLIDO SOCIAL

 

 

A cinco años de lo que fuera uno de los mayores estallidos sociales en la historia contemporánea de nuestro país, y sin duda el mayor desde el retorno a la democracia, la derecha multiplica sus esfuerzos por hacerlo aparecer como simples e irracionales hechos de violencia y destrucción. Así, al hablar del “octubrismo”, como despectivamente se refieren a él,  intentan olvidar la masividad de las protestas, la diversidad de sus motivaciones y por cierto la represión que “su” gobierno, el de Sebastián Piñera, desató contra la población una represión brutal que significó decenas de muertos, dos totalmente ciegas, cientos de personas con traumas oculares y miles de lesionados, con los actos de violación de los derechos humanos más masivos e inhumanos que ha conocido nuestra historia desde el retorno a la democracia.


                   DERECHOS HUMANOS: EL HORROR 29 AÑOS DESPUÉS


En verdad, y contra todos los que “no lo vieron venir”, el estallido social fue la culminación de un descontento acumulado a lo largo de años de desigualdades socioeconómicas, prepotencia y corrupción empresarial y política cuyas manifestaciones ya habían empezado a hacerse presentes muchos años antes. Ya la rebelión de los escolares de 2006 (rebelión de los “pingüinos”) y más tarde la de los universitarios (2011) habían mostrado el descontento con el modelo en el ámbito educativo. Más tarde fueron las marchas por mejores pensiones, por mayor igualdad de género, … Y todos esos movimientos fueron definiendo demandas, generando organizaciones, creando incluso símbolos que los identificaban. En octubre de 2019 todos ellos estuvieron en la calle, promoviendo reivindicaciones que ya desde hacía años se habían ido haciendo carne en la ciudadanía.

El estallido fue un ejemplo de movimiento social masivo, que tuvo como motor las demandas de una sociedad civil insatisfecha, pero además provocada por

Pero el estallido no solo fue un evento político, sino también cultural. Durante él surgieron decenas de expresiones artísticas y sociales, como los cánticos, murales y performances (como la famosa intervención "Un violador en tu camino" del colectivo feminista LasTesis), que reflejaron las preocupaciones de los manifestantes y algunas incluso ganaron resonancia internacional.

El estallido también puso de manifiesto nuevas dinámicas de participación ciudadana y un renacer de la protesta social en Chile.

La masividad de las protestas fue una realidad que algunos quisieran olvidar, pero lo cierto es que las manifestaciones que comenzaron el 18 de octubre de 2019 reunieron a millones de personas en las calles de nuestro país. Uno de los eventos más emblemáticos fue “la marcha del millón de personas”, el 25 de octubre en Santiago, que se considera una de las protestas más grandes en la historia del país. Por lo demás, las movilizaciones no solo se limitaron a la capital, sino que también ocurrieron en diversas regiones, mostrando la magnitud del descontento social a nivel nacional.

Y es que el modelo económico impuesto a sangre y fuego por la dictadura, y no modificado en lo esencial por los gobiernos democráticos que le sucedieron, generó una desigualdad económica y social que dejó a amplios sectores de la sociedad en una situación de falta de acceso equitativo a servicios esenciales, como salud, educación, pensiones, vivienda. Los “éxitos” del crecimiento económico exhibidos por las élites de nuestro país, terminaron beneficiando de manera escandalosa a una pequeñísima minoría y condenando a la inmensa mayoría a condiciones de pobreza, endeudamiento y vulnerabilidad.

A todo ello debemos agregar la sistemática burla que representó el decir de los representantes del gobierno frente a las demandas ciudadanas. “El que madrugue será ayudado”, dijo el Ministro de Economía, proponiendo tomaran el metro antes de las 7 de la mañana para tener un pasaje más bajo, a una población con jornadas largas y extenuantes. Regalen flores dijo el Ministro de Hacienda al informar que habían bajado de precio en un 3,6%, cuando el resto del IPC seguía subiendo. Los pacientes van temprano a los hospitales porque allí hacen vida social, dijo el Subsecretario de redes asistenciales. Y el Ministro de Educación les preguntó porque no hacen un bingo a los apoderados que pedían al ministerio que arreglara la infraestructura de algún colegio.

De este modo, el aumento en la tarifa del metro en Santiago, que dio origen al estallido, sólo fue el detonante inmediato que permitió canalizar un malestar largamente acumulado, por lo que muchos percibían como una situación de brutal injusticia y desigualdad en muchos aspectos de la vida diaria de los chilenos. “No son 30 pesos, son 30 años" sintetizó este descontento, señalando que la revuelta no fue solo por el alza del metro, sino por décadas de injusticias acumuladas.

El estallido social no sólo tuvo connotaciones económicas, en cuanto muchas de sus demandas se referían a ello, también dio cuenta de una profunda crisis de representatividad política. Las demandas de los manifestantes incluyeron no solo reformas sociales y económicas, sino también una crítica a las instituciones políticas, que fueron masivamente acusadas de estar desconectadas de las necesidades del pueblo.

Aunque comenzó con una protesta por el alza de los pasajes del metro, se transformó en una demanda por cambios profundos, incluyendo la reforma de la Constitución

Por otro lado, el estallido social logró además incorporar por primera vez, y de manera masiva, a sectores sociales que históricamente no habían sido tan activos en la protesta política, como las mujeres, los movimientos relacionados con la lucha feminista, la diversidad sexual los derechos de los pueblos indígenas.

El estallido representó un cuestionamiento estructural al modelo chileno de desarrollo social, económico y político, que aún no ha sido modificado en su esencia, y que consiguientemente mantiene las demandas de la población aún pendientes. El deseo de cambios profundos persiste entre las grandes mayorías. Las demandas que dieron origen al estallido no han sido satisfechas, y el hecho que la pandemia primero y luego las demandas de seguridad hayan cambiado temporalmente el eje de la política nacional no significa que hayan desaparecido, sólo están durmiendo.

Santiago 18 de octubre de 2024


       ACUSACION CONTRA PIÑERA: IMPERATIVO ÉTICO, POLÍOTICO E HISTÓRICO

domingo, 29 de septiembre de 2024

CORRUPCIÓN SISTÉMICA, ESTRUCTURAL Y GRAVE

 


Cuando empezábamos a conocer la corrupción que encerraba el caso “audios”, gracias a la grabación de una de sus participantes, la incautación del celular de otros de los allí intervinientes, el abogado Luis Hermosilla, abrió una verdadera caja de Pandora, ha ido mostrando, poco a poco, niveles de corrupción y sobre todo escenarios que hasta antes de él nos resultaban poco imaginables. Primero fue la evasión tributaria mediante sobornos que se discutía en el audio, luego vino la filtración de información del Director de Investigaciones, más tarde la corrupción al interior del proceso de nombramiento de ministros de la Corte Suprema, luego los servicios prestados por la ministra nombrada  precisamente a Hermosilla, más tarde el rol de Jean Pierre Matus en la defensa de Chadwick y ahora el escándalo de Marcela Cubillos y sus 17 millones de pesos recibidos desde la Universidad San Sebastián, por no hacer nada. En verdad la corrupción se ha tomado la agenda política y no alcanzamos a salir de un caso cuando ya estamos entrando en otro.

Aunque en nuestro país se ha intentado vincularla exclusivamente con el sector público, la verdad es que la corrupción, entendida como el abuso de poder para obtener beneficios personales, se encuentra obviamente también en el mundo privado. Pago de sobornos, malversación de fondos, tráfico de influencias, fijación de precios, adulteración de productos, evasión tributaria, fraude, nepotismo, son algunas de las múltiples manifestaciones que esta puede presentar.

En las últimas décadas han surgido diversas instituciones, nacionales e internacionales que han elaborado diversos mecanismos para evaluar los niveles de corrupción que hay en un determinado espacio social. Transparencia Internacional, por ejemplo, se especializa en evaluar la corrupción en el sector público, a través de su “Índice de Percepción de la Corrupción”, el que se basa en encuestas y evaluaciones de expertos.

Al momento de analizar los niveles de corrupción institucional suelen considerarse tres parámetros, i) la o las instituciones en que esta se presenta, ii) lo arraigada o no que está en ella o en ellas y iii) el nivel de personas que involucra y el monto de las sumas de dinero que se comprenden en los casos de corrupción que llegan a ser conocidos.

Considerando estos parámetros, la corrupción puede ser “sectorial”, cuando sólo se refiere a una o pocas instituciones. Por el contrario, se habla de “corrupción sistémica” cuando no son una o dos las instituciones involucradas, sino que se trata de un amplio conjunto de organismos los implicados, con múltiples actores, que a menudo crean redes de corrupción y complicidad.

Se habla de corrupción “ocasional” cuando se trata de casos esporádicos, aislados, excepcionales.  Y se le llama “corrupción estructural”, a aquella que se encuentra arraigada en una institución o un sector económico, cultural o político, integrada de tal manera que ya forma parte de la “cultura organizacional” de éste.

Por último, hablamos de “corrupción menor”, cuando se trata de casos de baja magnitud, como pequeños sobornos o simplemente “favores”. Por el contrario, se habla de “Gran Corrupción”, cuando en los diversos casos se comprende a grandes empresarios, altos funcionarios públicos y a menudo se encuentran involucradas grandes sumas de dinero, con impacto significativo en la política y/o economía.

El caso Hermosilla, la verdadera guinda de la torta en materia de corrupción nacional, nos viene a consagrar a una derecha económica y política corrupta en niveles que hasta hace algunos años bien podíamos creer propios de otros países. Desde la derecha algunos han pretendido “empatar”, ya sea haciendo alusión a un Hermosilla que fue comunista o señalando que la corrupción está en todos lados. En verdad Hermosilla fue comunista hace más de 30 años, y si bien ha habido casos de corrupción en el centro político o en la izquierda, y merecen toda nuestra condena, nada hay que se asemeje, ni siquiera se acerque a lo que ha demostrado la derecha en nuestro país en esta materia.

En verdad la corrupción, en los términos en que hoy se presenta no ha sido una constante en Chile. Más bien se trata de una realidad brutal que nos dejó la dictadura, y que hemos mantenido. De los últimos gobiernos previos al 73, sólo el de Ibañez (“curiosamente” exmilitar) tuvo acusaciones significativas de corrupción. No ocurrió ello ni con Alessandri, ni con Frei, ni con Allende. Más aún, la dictadura, que se tomó el poder de manera brutal en pocas horas, y por tanto tuvo accesos a miles de documentos del gobierno, no logró consumar juicios por corrupción contra ningún alto dirigente de la Unidad Popular, no obstante los esfuerzos que hizo y las brutales mentiras que presentó.

Desde la perspectiva de la corrupción a nivel masivo, brutal por la cantidad de casos y la envergadura de ellos, todo comenzó con la dictadura. Recordemos que no sólo fueron violadores, torturadores, asesinos, sino también ladrones, y de los peores, lo que se vio altamente favorecido por la ausencia de libertad de expresión, de libertad de prensa, la persecución brutal a los opositores y la imposibilidad de la Contraloría de ejercer su rol fiscalizador. ​

Basta recordar que el propio dictador fue descubierto robando millones de dólares, que bajo diferentes nombres, (Daniel López, J.A.Ugarte, Ramón Ugarte, entre otros) como un delincuente cualquiera, depositó en bancos extranjeros. Se calcula que con la colaboración del Banco Riggs([1]), en Estados Unidos, escondió entre 20 y 27 millones de dólares. En un escándalo que aún se recuerda, su hijo Augusto Pinochet Hiriarte recibió cheques de fondos del Ejército, firmados por su propio padre, por una cifra cercana a los tres millones de dólares, poco antes de que terminara el gobierno, y cuando se intentó iniciar una acción judicial para aclarar la situación, el exdictador amenazó con un nuevo golpe de estado, caso conocido como el “ejercicio de enlace”. Lucía Hiriart, la esposa del dictador, profitó de los bienes públicos de Cema Chile durante décadas, vendiendo decenas de propiedades de la institución casi hasta su muerte, en circunstancias que Cema prácticamente dejó de funcionar desde el retorno a la democracia. Su yerno, hoy dueño mayoritario de Soquimich, terminó siendo uno de los más ricos del país.

Y de ahí para abajo, incluyendo la corrupción que significó que muchos de sus partidarios terminaron apoderándose de riquezas y decenas de empresas. Sobre esto los casos son infinitos, y de algunos de ellos dan cuenta libros enteros, como “Los cómplices económicos de la Dictadura”, de María Olivia Monckeberg, “Pinochet y los empresarios: la consolidación del poder económico” de Juan Pablo Figueroa y Jorge Molina, “El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado Chileno”, de Manuel Salazar Salvo, “Pinochet: La Biografía” de Mario Amorós, y muchos más.

Pero la corrupción no sólo llegó hasta ahí, también sus familiares y partidarios estuvieron involucrados en tráfico de drogas([2]), otros en tráfico de armas([3]), otros en tráfico de bebés([4]), en robo de patrimonio cultural([5]), etc., etc., etc.

Obviamente no se trató de incidentes aislados, sino de prácticas corruptas que fueron generalizadas y sostenidas, involucrando a múltiples actores, desde funcionarios públicos hasta empresarios.

Esa derecha corrupta, inmoral, deshonesta, podrida, surgida desde lo más profundo del pinochetismo, hoy tenemos la posibilidad de conocerla en gran parte de su dimensión, (siempre habrá algo que no logra salir a la luz).

Su corrupción es sistemática, alcanza todos los espacios y todas las instituciones en donde tiene presencia relevante; es estructural, está profundamente arraigada en su quehacer, es parte de su visión del quehacer, está integrada en su “cultura”, es parte de su ADN; y por último, es “Gravísima”, pues no sólo involucra a altos empresarios, altas autoridades políticas, sino además millones de millones de dólares. Se trata de una verdadera red de corrupción, que abarca todos los espacios. Y que sólo para efectos de ejemplarización trataremos de sectorizar.

En el mundo empresarial podemos recordar los innumerables casos de colusión. Entre los más conocidos, colusión del papel Higiénico (CMPC Tissue (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, grupo Matte) y SCA Chile (anteriormente Pisa, de la sueca Svenska Cellulosa Aktiebolaget); colusión de las Farmacias (Fasa (Farmacias Ahumada), Cruz Verde y Salcobrand); colusión de los Pollos (Agrosuper, Ariztía, Don Pollo y la Asociación de Productores Avícolas (APA);  colusión de los Supermercados (Cencosud (Jumbo y Santa Isabel), SMU (Unimarc) y Walmart Chile (Líder); Colusión de los Buses Interurbanos (Tur Bus, Pullman Bus y otras compañías menores);  Colusión de la industria del Cemento (Cementos Bicentenario (de Empresas Melón) y Cemento Polpaico BSA); colusión de los Laboratorios Farmacéuticos (Caso Bioequivalentes) (Laboratorio Sanderson, Biosano, Bagó Chile, Laboratorio Chile, Recalcine, Pharma Investi y otros)…

Podemos recordar también que la gran industria pesquera pagó a parlamentarios para que la ley que se estaba discutiendo en el parlamento los favoreciera aún más. Por el caso fueron condenados el senador Jaime Orpis y la diputada Marta Isasi, y también estuvo involucrado Longueira.

Los grandes empresarios de la salud, dueños de las Isapres, se apropiaron indebidamente de recursos de sus afiliados y con el mayor descaro terminaron pidiéndole ayuda al gobierno para que los sacara del problema.

Y por si todo esto fuera poco, debemos recordar que el empresariado nacional evade aproximadamente el 20% del IVA, y el 32% del impuesto a la renta. Un estudio realizado el 2020 por el Servicio de Impuestos Internos calculó que la evasión tributaria total asciende a alrededor de 8.000 millones de dólares anuales,

Pero no es sólo la derecha económica la corrupta, la corrupción en la derecha política está a todos los niveles, presidente de la república, ministros, parlamentarios, alcaldes, …

El único presidente que la derecha ha tenido desde el retorno a la democracia, Sebastián Piñera, estuvo involucrado en múltiples fraudes empresariales, entre los más recordados, caso Banco de Talca, en donde fue incluso encargado reo, caso Exalmar, caso Pandora Papers, venta de acciones de Bancar justo antes que se conociera públicamente la crisis del caso Cascadas, etc. etc.

En cuanto a ministros, y sólo por mencionar algunos, podemos recordar que Pablo Longueira (ex Ministro de Economía), aparece vinculado al caso Soquimich, y a la corrupción en la “ley Longueira”, Felipe Ward  (Ex Ministro de Bienes Nacionales), en el caso audios, Marcela Cubillos, (ex Ministra de educación), imputada por sobresueldos en la USS, y ahora Andrés Chadwick, en el caso Hermosilla.

En el mundo de los parlamentarios podríamos recordar que Jovino Novoa, expresidente y ex senador de la UDI fue condenado a 3 años por fraude tributario, Jaime Orpis, senador también UDI a 5 años por fraude al fisco y a 600 días por cohecho, y Marta Isasi, diputada UDI también fue condenada por cohecho.

La corrupción de la derecha comienza postulando a cargos públicos a personas conocidamente incapaces para ejercerlos, como Cathy Barriga en Maipú o Antonio Garrido (ex boxeador) en Independencia, o como la alcaldesa de Viña del Mar que dejó la municipalidad con una deuda de más de 17 mil millones de pesos y que fue condenado por el Tribunal Calificador de Elecciones (TRICEL) por “notable abandono de sus funciones”, o tiene parlamentarias que venden licencias o niegan la ceguera de una senadora. Esta corrupción de la derecha alcanza su máxima expresión con las decenas de alcaldes, la misma Cathy Barriga, Karen Rojo, Luis Plaza Sanchez, Raúl Torrealba, Marcelo Torres, y muchísimos más formalizados, detenidos o condenados por actos de corrupción.

A lo anterior podemos denunciar también como actos de corrupción las decenas de noticias falsas que la derecha ha inventado y hecho circular en los últimos años, en donde el Partido Republicano, imitando lo realizado por los republicanos de Donald Trunp lleva la delantera.

El caso Hermosilla, esta caja de Pandora de la derecha, nos ha revelado además la corrupción brutal a nivel de Poder Judicial, especialmente en la Corte Suprema. Ya el Poder Judicial, y particularmente la Corte Suprema habían mostrado durante la dictadura hasta que punto podía llegar el servilismo y la corrupción, contribuyendo de manera decisiva al ocultamiento de los crímenes de esta. Cuando algunos tenían la ingenua idea que este poder del estado estaba menos corrupto, surgen los casos de Ministros y Fiscales del Ministerio Público involucrados en corrupción. Ahí están  los casos de Angela Vivanco, Carlos Palma, Manuel Guerra, entre otros.


                        MACAYA, LARRAIN Y DANIEL JADUE. O la Ley del Embudo

Y como si todo esto fuera poco, recientemente se devela una manera especial de corrupción en la universidad por antonomasia de la derecha, aquella en la que decenas de profesores vienen desde el gobierno de Piñera (entre llos, Chadwick,  En estricto rigor la mayor corrupción a nivel universitario se da mediante la creación de Universidades con fines de lucro, en circunstancias que ello por ley está prohibido en nuestro país. Pero lo que sabíamos, es que había al menos una universidad que era fuente directa de financiamiento de personeros de la derecha cuando dejaban el gobierno.

La corrupción, que sin duda se ha apoderado de buena parte de nuestra sociedad, sin duda se ha transformado en un problema grave. No sólo significa la perdida de miles de millones de pesos del presupuesto estatal, sólo en el caso de Caty Barriga se habla de 30 mil millones de pesos), o la defraudación por cifras también brutalmente altas a los enfermos (colusión de farmacias y laboratorios), a los viajeros (colusión de los buses), o simplemente a todos los habitantes (colusión de los pollos o del papel higiénico), sino que por sobre todo debilita a las instituciones, hace perder la fe en la democracia. En verdad la corrupción puede tener efectos desbastadores en un país, afectando la economía, las instituciones, el tejido social, la gobernabilidad entre otros. En materia económica, provoca que fondos destinados a servicios públicos como salud, educación infraestructura sean derivados a los bolsillos de particulares, desincentiva la inversión, aumenta los costos de los servicios públicos, concentra aún más la riqueza y consecuentemente aumenta la pobreza. Por otro lado, socaba la confianza en las instituciones públicas, deslegitima los sistemas democráticos, deteriora el estado de derecho y promueve la impunidad, la injusticia, aumenta los conflictos, en definitiva, socaba todo el sistema social. Combatirla es crucial para el desarrollo sostenible, la justicia y la paz.

El próximo mes tenemos la posibilidad inmediata de sancionar a quienes han hecho de la corrupción y la sinvergüenzura su modo normal de actuar en la vida económica, social y política, por ello, NO DA LO MISMO POR QUIEN VOTAR.

                                                                                               
Santiago 29 de septiembre de 2024

[1] La investigación del Senado norteamericano acreditó que el Banco sabía perfectamente que se trataba de dineros del dictador chileno y sin embargo autorizó los depósitos y no avisó a las autoridades chilenas ni norteamericana,  El escándalo que esto significó así como otros relativos a lavado de dineros provenientes de Arabia Saudita y Guinea Ecuatorial llevaron al cierre definitivo del banco el año 2005-

[2] Uno de los primeros textos que expuso tanto la corrupción en materia de drogas como de armas durante la dictadura fue el texto “La Delgada Línea Blanca. Narcoterrorismo en Chile y Argentina”. Ediciones B, Juan Gaspari y Rodrigo de Castro, Buenos Aires, noviembre 2000.  expone los casos chilenos. Hoy hay mucha mayor información sobre lo mismo. El archivo de Ciper de “Papeles de la Dictadura”, registra 49 documentos sobre la materia. Ver Pinpoint - Papeles de la dictadura (google.com)

[3] Idem

[4] Hoy hay múltiple información sobre el tema. Organizaciones como Nos Buscamos han surgido para ayudar a las víctimas a reunirse con sus familias biológicas. El libro “Nos Buscamos: Una historia sobre adopción y tráfico de niños en Chile”, de Constanza del Río, Edit. Planeta,

Nos Buscamos: Una historia sobre adopción y tráfico de niños en Chile, de editorial Planeta, escrito por Constanza del Río. “… se entregan detalles de la venta de niños en el Chile de los años 70’s y 80’s. “Calculamos que son 50 mil los niños fueron robados de sus madres en el país. Aquí hay gente que se asoció para vender guaguas”, relata la autora en entrevista con Un día perfecto”. Nos buscamos, libro testimonial sobre el tráfico infantil en Chile – Nos Buscamos

[5] Este tipo de robo comenzó con el saqueo de la residencia de Salvador Allende, de donde desaparecieron decenas de obras de arte de autores chilenos y extranjeros, para luego continuar luego con el saqueo de La Moneda. Durante el período que duró la dictadura se reportan robos en bibliotecas, archivos y museos públicos como en colecciones privadas. Sólo el inventario del Archivo Nacional realizado al inicio del retorno a la democracia da cuenta del robo de más de 300 volúmenes de documentos originales desaparecidos.

martes, 27 de agosto de 2024

CONTRA EL ANTICOMUNISMO II PARTE

 

Como hemos señalado, el anticomunismo puede tener un costo político altísimo, incluso en vidas humanas en los casos más extremos, para el Partido Comunista, pero también para todo el movimiento popular y aún para el sistema democrático nacional.

                         Contra el anticomunismo I Parte 

De este modo y en estricto rigor, debieran luchar contra el, los comunistas, quienes se identifiquen con el movimiento popular y aún todos los demócratas. Así lo han entendido en diversos momentos una larga lista de personas, que sin ser comunistas, y organizaciones, que sin ser dependientes del PC, han expresado de diferentes maneras su rechazo al anticomunismo. En esta línea podemos ubicar, entre otros, a Salvador Allende y Gabriel Boric, entre quienes han alcanzado el sillón presidencial, a intelectuales y premios nacionales como Gabriel Salazar y Tomás Moulian, a escritores como Isabel Allende. Instituciones, como la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y otras federaciones estudiantiles, que han defendido históricamente la diversidad ideológica y han rechazado el anticomunismo. En un sentido parecido se han pronunciado organizaciones nacionales de derechos humanos, como la Vicaría de la Solidaridad, la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), o internacionales como Amnistía Internacional, entre otras.

 

No cabe duda sin embargo que quienes deben tener el mayor interés en combatir el anticomunismo debemos ser los propios comunistas. Atendido lo anterior, en nuestra opinión el enfrentamiento al anticomunismo desde el Partido Comunista, debiera considerar, tal como lo señalaban Marx y Engels hace casi 180 años, dos cosas. En primer lugar, tomar conciencia de que el comunismo para muchos es un verdadero fantasma, y en segundo, que ya es tiempo que los propios comunistas combatan a ese fantasma exponiendo sus propias ideas.

Ahora bien. Ninguna de estas dos líneas fundamentales es tan sencilla como pareciera desprenderse de la simpleza con que los propios autores del Manifiesto lo señalan.

Algunos podrían estimar que esa toma de conciencia ya existe. Y una prueba de ello la daría la propia y reciente Convocatoria al XXVII Congreso del Partido, que en estos momentos se está celebrando. En ella, entre otras cosas, se lee

“Por ello, en las actuales condiciones, las manifestaciones de anticomunismo, tan presentes no solo en las fuerzas de extrema derecha, constituyen no solo una severa y grave amenaza para nuestro partido. Develan una profunda disputa cultural y de masas, entre quienes aspiran a la emancipación plena del ser humano, versus quienes buscan profundizar la dominación del capital. Pero también son una amenaza para el proyecto de transformaciones que represente al pueblo de Chile. Por ello, es un imperativo político combatir toda manifestación de anticomunismo en todo frente social, político y en la construcción de opinión pública, puesto que cuando este se consolida, se daña la democracia y la profundización de la misma.”

Sin duda que se trata de una declaración importante, pero dadas las actuales condiciones necesitamos más que eso. Es un buen punto de partida, pero tenemos que avanzar mucho más. Y lo primero, volvemos a repetirlo, es tomar conciencia del problema. Y hacerlo significa de inmediato varias cosas.

Tomar conciencia es, por un lado, asumir seriamente que para algunos, sin que exista mala intención de su parte, el comunismo es exactamente un fantasma (o un espectro como se le suele traducir también ahora), que evoca miedo. Pero de modo paralelo a esto, hay que tomar conciencia también que esa realidad que viven muchos de quienes tiene miedo al comunismo, ha sido creada, desarrollada y fomentada conscientemente por fuerzas políticas interesadas en ello.

Por otro lado, ello también implica asumir que el fenómeno del anticomunismo es una realidad especial de la lucha ideológica, que, tal como lo vimos, no es la simple crítica a las posiciones PC.

Del mismo modo, es imprescindible asumir que se trata de un fenómeno importante, que su desarrollo puede traer consecuencias nefastas, funestas en verdad tanto para el Partido como para el pueblo chileno.

Por último, es imprescindible considerar que esta toma de conciencia debe ir desde todos y cada uno de los miembros del Comité Central, hasta todos y cada uno de los militantes de todas las células.

Sólo así podremos decir que existe conciencia en nuestro partido de lo que significa el anticomunismo.

Pero si hasta aquí la propuesta ya es compleja, sin duda lo que viene es mucho más. ¿Qué ideas debemos exponer? ¿Cómo las debemos exponer? ¿Quiénes las deben exponer? ¿Dónde las debemos exponer? Son algunas de las preguntas que nos surgen de inmediato respecto a esta propuesta.

Desde lo formal, lo primero que nos parece obvio es que ya no basta con un texto como el Manifiesto (Además de que por cierto no tenemos a los genios que lo escribieron).

Una segunda cuestión a considerar es que la respuesta que sea, no puede ser resultado de la improvisación o la espontaneidad, sino por el contrario, debe ser la consecuencia lógica de un trabajo pensado, meditado, destinado explícitamente a combatir el AC.

Este enfrentamiento debe hacerse en todos los planos posibles, internos, externos, ideológicos, políticos, orgánicos, propagandísticos, así como en todas las instancias del partido, desde la célula más recientemente creada, hasta la Comisión Política y el Comité Central.

En la actualidad el PC vive su XXVII Congreso, lo que constituye sin duda un momento político propicio para abordar un tema como este. Si bien ya es posible que todas y cada una de las células debieran haber terminado o estar terminando su análisis de la Convocatoria y de los distintos temas que ellos se hubieren planteado, aún quedan instancias comunales, regionales, centrales, etc., en donde abordar y relevar el tema.

En nuestra opinión, sería altamente deseable que el Congreso:

·         Identifique y defina la lucha contra el anticomunismo como uno de los objetivos centrales de la lucha ideológica, para todos los militantes del partido.

·         Que se cree una comisión encargada, por un lado de estudiar, analizar e identificar los principales aspectos explotados por el anticomunismo (política internacional, democracia, libertad, etc.), detectar elementos objetivos de nuestro propio que hacer, que, aunque sea parcialmente, faciliten el desarrollo del AC., y los mecanismos de difusión masiva que emplea para ello, y proponga actividades de enfrentamiento del problema, para las distintas instancias partidistas, ya sea a nivel de Comité Central, estructuras intermedias y particularmente de las células.

·         Que se elaboren mecanismos de capacitación de nuestros militantes, cartillas, textos, videos, cursos, etc., centrados en entregar argumentos para que nuestros militantes puedan identificar y combatir el anticomunismo en todas sus expresiones.

·         Que dicha capacitación tenga muy presente que dado el alto nivel de irracionalidad que puede tener en algunas personas el discurso anticomunismo, se entreguen también elementos que vayan más allá de los argumentos racionales, que desmienten las aseveraciones anticomunistas formuladas, y nos ayuden a abordar aspectos como el miedo o la propia irracionalidad.

·         Que cada célula y cada organismo del partido se avoque al estudio del tema, considerando especialmente dos cuestiones, por un lado, la identificación de las expresiones y conductas anticomunistas con las que ellos se encuentran más a menudo en el trabajo político regular, y por otro, las maneras específicas de enfrentar dichas manifestaciones, lo que entre otras cosas debiera considerar, los argumentos para rebatirlos así como las instancias y momentos donde expresarlos.

En el combate permanente al anticomunismo, nos parece que un papel relevante consiste en identificar los principales contenidos ideológicos que éste difunde y masifica y desde allí elaborar las principales respuestas ideológicas a esas ideas.

De este tema trata la tercera parte de este trabajo.

 

Continuará III Parte “ALGUNOS CONTENIDOS ESENCIALES DEL RELATO CONTRA EL ANTICO”

 

domingo, 18 de agosto de 2024

CONTRA EL ANTICOMUNISMO (I parte)

 

                                I parte Sobre el Anticomunismo




Desde hace ya algunos años, y particularmente desde el estallido social (octubre de 2019) y con mayor fuerza aún desde que se empezara a perfilar Daniel Jadue como eventual candidato a presidente de un conglomerado de izquierda, el anticomunismo fue adquiriendo cada vez dimensiones más elevadas, hasta alcanzar, este año, niveles pocas veces vistos. En estos días, las elecciones en Venezuela han servido para que toda la derecha y la ultraderecha, pero además esta vez acompañada de militantes del auto llamado “socialismo democrático” y la Democracia Cristiana, se unan en coro a pontificar sobre lo terrible y antidemocrático que son los comunistas.

No fue casualidad que hace unos meses atrás el propio Presidente de la República, Gabriel Boric, en una actitud absolutamente inusual, denunciara lo que el llamó “anticomunismo visceral” de la derecha hacia el PC. “El anticomunismo visceral de algunos sectores políticos y sus medios afines en nuestro país es demasiado evidente”, señaló en ese momento. En lo que va de este año hemos visto, entre otras múltiples manifestaciones, intentos por responsabilizar al PC del crimen del teniente venezolano Ojeda, esfuerzos por descalificar a Karol Cariola como posible presidenta de la Cámara de Diputados, impedimentos a Daniel Jadue para viajar fuera del país, cuando aun no estaba formalizado, operaba la presunción de inocencia y por sobre todo, ningún tribunal la había aplicado ninguna medida cautelar, luego su absoluta y desproporcionada prisión preventiva, y ahora, intentos por excluir al PC de la coalición de gobierno.

El Partido Comunista, como toda obra humana, está sujeta al análisis y la crítica de sus ideas o sus prácticas. Como frente a cualquier otra, la crítica despiadada de la historia puede poner en evidencia sus debilidades, sus errores, sus contradicciones. Disciplinas como la sociología, la antropología, la filosofía. aún la psicología y por supuesto la política, pueden inmiscuirse en el seno mismo de éste, y entregar sus opiniones, que pueden ser muy severas. Más aún, como hijo legítimo del siglo del racionalismo, el marxismo estimula la crítica y el análisis de sus propuestas.

Desde una perspectiva ideológica, las principales críticas a las ideas y prácticas del PC vienen del conservadurismo católico, el fascismo, el liberalismo económico y el nacionalismo. Desde una perspectiva política, las principales críticas vienen desde la derecha y la ultraderecha. Y frente a ellas no le queda más que presentar sus argumentos y en el enfrentamiento democrático de las ideas, esperar que triunfen las del PC.

Pero no es a la crítica fundada en la razón, basada en argumentos legítimos a la que se refería el Presidente Boric, sino al “anticomunismo visceral” como él lo bautizó.

En verdad el anticomunismo corresponde en su desarrollo histórico a una reacción, con altos grados de irracionalidad, en contra de cualquier proyecto que desde sus primeras manifestaciones, se proponga cambiar radicalmente ciertas condiciones sociales y en particular las basadas en la explotación de los seres humanos.

Por anticomunismo no nos estamos refiriéndonos a las ideas contrarias al comunismo, sino a ese verdadero sentimiento de rechazo o repugnancia hacia todo lo que se relacione o identifique con el marxismo, los partidos comunistas o incluso los países que se asocian o en algún momento se identificaron con ese pensamiento. Más aún, a menudo se manifiesta contra toda perspectiva de cambio social profundo, más allá de si es defendido o no por corrientes marxistas. (Después de todo, en nuestra historia los socialistas, los radicales, y hasta los democratacristianos han sido tildados de comunistas antaño, y hoy por cierto el Frente Amplio, y el propio Boric).

El anticomunismo es un fenómeno global y local, que en cuanto idea busca construir opinión pública, y se explica principalmente por la defensa que hace un sector político de un sistema social en crisis, que explota a millones de seres humanos, y que los comunistas, y muchos otros, quieren cambiar. Por ello, en gran medida el anticomunismo es hoy dirigido desde Estados Unidos, se presenta cuando hay un Partido Comunista con incidencia en el mundo político y se acentúa aún más cuando se aproximan decisiones políticas relevantes, (elección, votación parlamentaria, conmemoración, etc.), o se temen situaciones de esa envergadura (como un nuevo estallido) en la que los comunistas puedan llegar a jugar un rol destacado.

El anticomunismo se remonta, en la historia, a la primera mitad del siglo XIX, cuando el “comunismo” carecía de toda relación con el marxismo, y se vincula en sus orígenes con las reacciones contra la modernidad. El Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, (febrero de 1848), da cuenta de ello en su primera frase: “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”.

En nuestro país el anticomunismo ha constituido un elemento estructural de la historia política de nuestro país en los últimos 100 años. Es decir, no sólo ha influido directamente durante este tiempo, sino que en muchas oportunidades ha condicionado totalmente el debate político.

Sus primeras expresiones son también previas a la llegada de las ideas marxistas y por supuesto de la fundación del Partido Obrero Socialista, (1912), más tarde Partido Comunista, (1922). Ellas dicen relación primero con las propuestas de Bilbao y Arcos, pero más fuertemente con las noticias difundidas ante los hechos conocidos como “la Comuna de París”(1871), y se refuerzan con la divulgación de la encíclica “Rerum Novarum” (De las cosas nuevas), (15.05.1891), primera encíclica social de la Iglesia Católica, sacada precisamente para criticar ideológicamente a todos quienes frente a la llamada en ese entonces “cuestión social”, criticaban severamente el modelo económico, político y social, y proponían cambios relevantes en estos ámbitos. Es sin embargo el triunfo de la Revolución Bolchevique primero y la constitución de un “Partido Comunista” en 1922, lo que aceleran profundamente el anticomunismo.

El anticomunismo se manifiesta históricamente como una verdadera corriente política, cultural, pero sobre todo emocional, que se ha mantenido gracias al permanente desarrollo que la derecha ha hecho de él (aunque también ha habido anticomunismo de centro, laico, religioso, socialista y también ultraizquierdista) que ha tenido un fuerte impacto en la historia política del país, y siempre con un alto contenido antidemocrático y frecuentemente ha sido la justificación de groseras violaciones a los derechos humanos. Ya estaba presente en los tiempos de la dictadura de Ibáñez,(1927-1931) cuando éste persigue y encarcela a muchos de sus dirigentes, enviando incluso a algunos, como Elías Laferte, a la Isla de Juan Fernández, en la campaña del Frente Popular, posteriormente es el sustento de la ley maldita, en 1948, promovida por González Videla, elegido con los votos y el trabajo electoral de los comunistas, alcanza dimensiones increíbles en la “campaña del terror” de 1964, que posibilita la elección de E. Frei en 1964, más tarde está en la campaña de Alessandri contra Allende en 1970, durante todo el gobierno de la Unidad Popular y constituye el único elemento ideológico común de las diferentes fuerzas que respaldaron la dictadura de Pinochet, (básicamente conservadurismo católico, nacionalismo fascistoide y neoliberalismo brutal), constituyéndose durante ésta en verdadera “política de estado”.

Lo particular del anticomunismo es que las más de las veces carece de fundamento lógico, racional, se sustenta esencialmente sobre la base de mentiras. Pero una mentira, que con infinitos recursos es repetidas miles de veces por los medios de comunicación de masas, todos en poder de las clases dominantes, va formando realidad.

Uno de los mecanismos más comunes del anticomunismo es el uso de noticias falsas. Ya se trate de atribuirle a una persona declaraciones falsas, de la utilización de fotografías manipuladas o de echar a correr rumores sobre la vida particular o de algún familiar de líderes del PC. En este sentido, lo que se ha dicho sobre Camila Vallejo puede estimarse ejemplificador. Así, se ha difundido que era dueña de un Audi A9, que defendía el “derecho a la pedofilia”, que su padre era un falso “detenido desaparecido” y mil mentiras más. Un tipo especial de mentiras lo constituye la llamada “propaganda negra”, esto es, un mensaje que se presenta como proveniente del mundo marxista, cuando en realidad está creado por el anticomunismo, con el fin de desacreditar, engañar o manipular a la audiencia.

El discurso anticomunista con frecuencia utiliza también argumentos contradictorios de manera oportunista. El más obvio es sostener que el comunismo es prácticamente el causante de todos los males (en el país, en el mundo, donde sea) y a continuación señalar que es una ideología obsoleta que ya no tiene fuerza en ninguna parte.

Por regla general, no apela a la razón del interlocutor, sino a la emoción. Busca generar una fuerte carga emocional negativa, en donde los aspectos racionales de la conducta humana sean desplazados por respuestas impulsivas, fundadas preferentemente en el miedo, el “miedo al comunismo”. No por nada se suele hablar, como ocurrió en 1964, de “campaña del terror”.

Su carácter de “discurso de odio” y peligroso no es sólo para los comunistas, sino para todo el movimiento popular y en general para quien valore la democracia. El mejor ejemplo de ello sigue siendo la dictadura.

El anticomunismo afecta a todo el sistema político nacional. Desde luego nos dificulta llegar a gente que no debería estar en contra nuestra, limitando o disminuyendo la influencia del Partido Comunista, promueve su aislamiento respecto de las otras fuerzas políticas posibles de constituir alianzas con él y claramente justifica la represión de sus militantes. Pero además, afecta en su totalidad al movimiento popular, pues inhibe el desarrollo de éste, de una conciencia de clases, frena las luchas obreras y populares y divide a las fuerzas sociales y políticas populares y democráticas. Por último, el anticomunismo afecta también a todo el sistema democrático, tergiversa la voluntad popular haciendo que mucho voten en base al miedo que provoca la mentira, excluye la presencia comunista de espacios ganados democráticamente, promueve y justifica la persecución, tortura y eliminación de militantes comunistas y no comunistas.

En síntesis, en nuestra opinión, el anticomunismo es, en el ámbito ideológico el principal enemigo que tenemos, su existencia ha significado un altísimo costo, político, social y no pocas veces, de vidas humanas.

 

Como Partido, debiéramos prepararnos adecuadamente para enfrentarlo.

 

 

                                 II Parte “Contra el  Anticomunismo”






jueves, 25 de julio de 2024

MACAYA, LARRAIN Y DANIEL JADUE. O la Ley del Embudo

 Desde diversos lugares de Chile, y aún del mundo, un sinnúmero de personas ha pedido que se deje en libertad a Daniel Jadue, por tratarse su encarcelamiento de una conducta discriminatoria, de una verdadera persecución política. Así lo han hecho, entre otros, miles de personas a nivel nacional([1]) y cientos a nivel internacional([2]).

En nuestro país la derecha se ha escandalizado por una afirmación semejante. No les parece posible que alguien sospeche siquiera que el sistema judicial pueda tener un sesgo político y sumarse al anticomunismo que el propio presidente de la república había denunciado hace algunos meses. En una posición paralela, “estamos en plena democracia”, “dejemos que las instituciones funcionen”, el “Poder Judicial es independiente”, etc., distintas autoridades de gobierno y representantes de partidos del oficialismo han salido a defender la conducta de los tribunales, afirmando la imparcialidad del Poder Judicial.

Desde luego no deja de sorprender la amplitud del espectro nacional que se ha mostrado en “santa cruzada”. (Algo así como “el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”([3]).

Pero más allá de esa extraña coincidencia, vale la pena abordar la discusión con un poco de detalles.

Desde el ámbito especulativo, podemos teorizar asumiendo que una persecución política a Daniel Jadue no vendría más que a concretar una faceta más del anticomunismo visceral ya denunciado, más aún, a dejar nuevamente en claro que lejos de ser imparcial,  la justicia responde a los intereses de la clase dominante. Planteamientos de esta naturaleza ha habido en las últimas semanas y no han faltado quienes los han descalificado a priori haciendo presente que se trata del pensamiento marxista (y por tanto propio y exclusivo de los comunistas, con todo el “desprestigio” que eso significa). Más allá de lo absurdo que representa descalificar un planteamiento por el sólo hecho de formar parte de una determinada doctrina, resulta interesante recordar que la idea ni es exclusiva del marxismo ni nace con él.

En verdad ya Platón, en “La República” y a través de su personaje Transímaco, había presentado la tesis de que los gobiernos crean leyes que benefician sus propios intereses y la justicia es simplemente lo que es ventajoso para el más fuerte. Y así como él, son cientos los intelectuales que desde diferentes perspectivas han planteado, de una u otra forma, algo similar. Ya en el siglo XIX el filósofo liberal Rudolf von Ihering nos enseñaba que todo derecho era resultado de “La lucha por el derecho”, (1872), o dicho de otro modo, que la norma jurídica, lejos de ser resultado de un acuerdo sobre el “bien común” o algo así, es resultado de quien gana la lucha. Durante el siglo XX son numerosísimos quienes, con diferentes matices insisten en que el derecho no es neutro. Sólo por mencionar a algunos,  , Pierre Bourdieu señala que las leyes y normas reflejan las relaciones de poder existentes y sirven para legitimarlas y perpetuarlas, M. Foucault, que las instituciones legales y penales funcionan como mecanismos de control social al servicio de los poderosos. Hoy, movimientos académicos e intelectuales, cercanos al marxismo, como el de “Criminología crítica” en América Latina o contrarios a él, como el de los Estudios Jurídicos Críticos (Critical Legal Studies, CLS) en Estados Unidos, han dejado en claro que el derecho y el sistema penal particularmente lejos de ser neutrales, objetivos o apolíticos, reflejan y perpetúan las desigualdades sociales, económicas y políticas existentes. Anatol France con una fina ironía nos recordaba que “La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan para comer”.

Desde la perspectiva popular, los sectores más pobres lo han sabido desde siempre.  Unos versos rescatados de un muro de la cárcel pública de Santiago a fines del siglo XIX, describían, hace unos 130 años, con gran ingenuidad, pero sabiamente esa situación:

 “En este lugar maldito,

donde reina la tristeza,

no se sanciona el delito,

se sanciona la pobreza.”

 

Pero más allá de los aspectos meramente teóricos, que por cierto son fundamentales al momento de realizar un análisis doctrinario del problema, una mirada a nuestra historia reciente puede ayudarnos a tener una idea más concreta de la situación.

Desde luego pocos se atreverán a negar que el Poder Judicial en general, y particularmente la Corte Suprema, actuaron como verdaderos cómplices de los crímenes de la dictadura, desde el momento mismo del golpe de estado. Sólo por recordar algunos hechos, los máximos representantes de la CS acudieron poco después del golpe de estado a saludar y darle su respaldo a la recién instalada Junta de Gobierno, más tarde expulsaron del Poder Judicial a decenas de miembros que eran percibidos como simpatizantes del gobierno de Allende, paralelamente dieron legitimidad a los absolutamente ilegítimos decretos leyes, y durante los 17 años se negaron a acoger los recursos de amparo que se interponían ante las detenciones ilegales, etc., otorgando impunidad absoluta a torturadores y asesinos.

Asumiendo entonces que alguna vez, tal vez, quizás, pudo existir la posibilidad, por remota que haya sido, que nuestro sistema judicial no fuera del todo equilibrado, demos una mirada a algunos casos de los últimos años a ver si de ellos podemos sacar alguna enseñanza.

Recordemos para empezar que Daniel Jadue está recién “formalizado”, esto es que el Ministerio Público (fiscalía) ha presentado ante un juez antecedentes que les permiten sostener que existe una sospecha fundada de que esa persona ha cometido un delito y que se encuentra en prisión, en una determinada celda,

Por el contrario, recordemos que el “señor” Macaya, que ha sido juzgado y condenado a 6 años, por delitos de abusos sexuales a menores, y se encuentra en su casa.

Aclarado lo anterior consideremos lo siguiente.

El bien jurídico protegido con las figuras que se le imputan a Jadue es básicamente el “patrimonio fiscal”. Por el contrario, en el caso de Macaya es la “indemnidad sexual de los menores”. Tenemos aquí de partida una diferencia sideral. Mientras uno se refiere a aspectos económicos, reparables por la misma vía si fuere pertinente, la indemnidad sexual de los menores implica un atentado que prácticamente no tiene reparación directa, que puede perturbar definitivamente la personalidad de los afectados, y por sobre todo que afecta a un tipo de personas que la humanidad entera ha reconocido como dignas de una protección especial, los menores en la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1989, que precisamente tiene como objetivo esencial garantizar la protección integral y el desarrollo de los niños y niñas del mundo.

Un segundo elemento a considerar es que en el caso de Jadue estamos ante una persona contra quien recién se inicia un juicio, en el de Macaya contra un individuo condenado en primera instancia, y a una pena que sólo se puede cumplir privado de libertad.

Otro elemento a considerar es el trato recibido. Mientras Daniel Jadue ha sido exhibido esposado, trasladado por gendarmería, ocupando una determinada celda y sujeto a el sistema regular de visitas limitadas, Macaya, no ha sido exhibido esposado, y durante el poquísimo tiempo que ha estado sometido a la custodia de gendarmería fue llevado al recinto carcelario en vehículo privado, no ha estado en ninguna celda común, sino en la enfermería (sin estar enfermo) y luego en una celda especial para mujeres, con baño privado y sin restricciones de visita.

En verdad como ha señalado la diputada Carmen Hertz “todo lo hecho por el sistema judicial en relación al abusador sexual reiterado de menores Eduardo Macaya es descarado, violento, impúdico”.

Alguien podría sostener que lo de Macaya es sólo una excepción, y nuestros tribunales son ecuánimes. Pero las excepciones parecen ser demasiadas. Y para muestra, algunos botones. A Carlos Délano y Carlos Lavin por los delitos tributarios cometidos e investigados en el llamado caso Penta, el año 2018, los condenaros a seguir clases de ética, mientras el año anterior, el 2017, “…3 mil 92 personas inocentes estuvieron privadas libertad para luego ser absueltas.., a Martín Larraín, hijo del senador Carlos Larraín, presidente del P. Nacional, que manejando en estado de ebriedad atropelló y dio muerte a Hernán Canales Canales y luego se fugó, ¡¡lo absolvieron!!!, a la ex alcaldesa UDI de Antofagasta, Karen Rojo, condenada a cinco años y un día por delitos de fraude al fisco, ni siquiera la sometieron a la medida cautelar de prohibición de salir del país, y pudo fugarse tranquilamente por el aeropuerto de Pudahuel. Y mientras tanto, tenemos 18 exuniformados prófugos de la justicia, condenados por diversos delitos de lesa humanidad, algunos involucrados en el crimen de Víctor Jara y Littré Quiroga, en la ejecución de 38 campesinos en el Caso Paine principal, el asesinato del diplomático español Carmelo Soria, Operación Cóndor, Caravana de la Muerte y Caso Quemados, entre otras investigaciones.

La ley del embudo en su máxima expresión.

                                                                                                   Santiago 25 de julio de 2024

 



[1] A nivel local, entre ellos, Raúl Zurita, poeta, escritor y Premio Nacional de Literatura; Hugo Fazio, economista y exvicepresidente del Banco Central; Diamela Eltit, escritora y Premio Nacional de Literatura; Mauricio Redolés, poeta y músico; Jorge Arrate, economista, exministro y excandidato a la presidencia; Carlos Insunza, consejero nacional de la Central Unitaria de Trabajadores; Ana Lamas, presidenta de la Confederación de Trabajadores del Cobre; Tania Melnick, vocera de la organización Judíos Antisionistas y de la Coordinadora de Palestina; Carmen Hertz, Lorena Pizarro y Luis Cuello en representación de diputadas y diputados comunistas; Claudio Narea, músico; Manuel Riesco, economista; Francisco Villa, cantautor; Pablo Slachevsky, director de LOM Ediciones; Cristian Cuevas, presidente Partido Popular; Gabby Rivera, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.

[2] Entre ellos, Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista de España y diputado de Sumar; Pablo Iglesias, exvicepresidente segundo del Gobierno español; Maite Mola, secretaria de Relaciones Internacionales del Partido de la Izquierda Europea (que agrupa a más de 40 partidos de ese continente); Susan Borenstein, activista social de Estados Unidos, quien obtuvo la Medalla Bernardo O’Higgins del Estado de Chile por su acción solidaria durante la dictadura; Mónica Valente, secretaria ejecutiva del Foro de São Paulo, Brasil; Roger Waters, integrante del grupo musical inglés Pink Floyd; Rita Segato, antropóloga argentina; Inna Afinogenova, periodista rusa; Federica Matta, artista plástica; Emir Sader, filósofo brasileño; Jorge Magasich, historiador; Nelson Mandela Forum; el sociólogo argentino Atilio Borón, el presidente de Colombia Gustavo Petro.

[3] “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a este fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”. MARX Y ENGELS, Manifiesto del Partido Comunista, 1848.