I parte Sobre el Anticomunismo
Desde hace ya algunos años, y particularmente desde el
estallido social (octubre de 2019) y con mayor fuerza aún desde que se empezara
a perfilar Daniel Jadue como eventual candidato a presidente de un conglomerado
de izquierda, el anticomunismo fue adquiriendo cada vez dimensiones más
elevadas, hasta alcanzar, este año, niveles pocas veces vistos. En estos días,
las elecciones en Venezuela han servido para que toda la derecha y la
ultraderecha, pero además esta vez acompañada de militantes del auto llamado
“socialismo democrático” y la Democracia Cristiana, se unan en coro a
pontificar sobre lo terrible y antidemocrático que son los comunistas.
No fue casualidad que hace unos meses atrás el propio Presidente
de la República, Gabriel Boric, en una actitud absolutamente inusual, denunciara
lo que el llamó “anticomunismo visceral” de la derecha hacia el PC. “El
anticomunismo visceral de algunos sectores políticos y sus medios afines en
nuestro país es demasiado evidente”, señaló en ese momento. En lo que va de
este año hemos visto, entre otras múltiples manifestaciones, intentos por
responsabilizar al PC del crimen del teniente venezolano Ojeda, esfuerzos por descalificar
a Karol Cariola como posible presidenta de la Cámara de Diputados, impedimentos
a Daniel Jadue para viajar fuera del país, cuando aun no estaba formalizado,
operaba la presunción de inocencia y por sobre todo, ningún tribunal la había aplicado
ninguna medida cautelar, luego su absoluta y desproporcionada prisión
preventiva, y ahora, intentos por excluir al PC de la coalición de gobierno.
El Partido Comunista, como toda obra humana, está sujeta al
análisis y la crítica de sus ideas o sus prácticas. Como frente a cualquier
otra, la crítica despiadada de la historia puede poner en evidencia sus
debilidades, sus errores, sus contradicciones. Disciplinas como la sociología,
la antropología, la filosofía. aún la psicología y por supuesto la política,
pueden inmiscuirse en el seno mismo de éste, y entregar sus opiniones, que
pueden ser muy severas. Más aún, como hijo legítimo del siglo del racionalismo,
el marxismo estimula la crítica y el análisis de sus propuestas.
Desde una perspectiva ideológica, las principales críticas
a las ideas y prácticas del PC vienen del conservadurismo católico, el
fascismo, el liberalismo económico y el nacionalismo. Desde una perspectiva
política, las principales críticas vienen desde la derecha y la ultraderecha. Y
frente a ellas no le queda más que presentar sus argumentos y en el
enfrentamiento democrático de las ideas, esperar que triunfen las del PC.
Pero no es a la crítica fundada en la razón, basada en
argumentos legítimos a la que se refería el Presidente Boric, sino al
“anticomunismo visceral” como él lo bautizó.
En verdad el anticomunismo corresponde en su desarrollo
histórico a una reacción, con altos grados de irracionalidad, en contra de
cualquier proyecto que desde sus primeras manifestaciones, se proponga cambiar
radicalmente ciertas condiciones sociales y en particular las basadas en la
explotación de los seres humanos.
Por anticomunismo no nos estamos refiriéndonos a las ideas
contrarias al comunismo, sino a ese verdadero sentimiento de rechazo o
repugnancia hacia todo lo que se relacione o identifique con el marxismo, los
partidos comunistas o incluso los países que se asocian o en algún momento se
identificaron con ese pensamiento. Más aún, a menudo se manifiesta contra toda
perspectiva de cambio social profundo, más allá de si es defendido o no por
corrientes marxistas. (Después de todo, en nuestra historia los socialistas,
los radicales, y hasta los democratacristianos han sido tildados de comunistas antaño,
y hoy por cierto el Frente Amplio, y el propio Boric).
El anticomunismo es un fenómeno global y local, que en
cuanto idea busca construir opinión pública, y se explica principalmente por la
defensa que hace un sector político de un sistema social en crisis, que explota
a millones de seres humanos, y que los comunistas, y muchos otros, quieren
cambiar. Por ello, en gran medida el anticomunismo es hoy dirigido desde
Estados Unidos, se presenta cuando hay un Partido Comunista con incidencia en
el mundo político y se acentúa aún más cuando se aproximan decisiones políticas
relevantes, (elección, votación parlamentaria, conmemoración, etc.), o se temen
situaciones de esa envergadura (como un nuevo estallido) en la que los
comunistas puedan llegar a jugar un rol destacado.
El anticomunismo se remonta, en la historia, a la primera
mitad del siglo XIX, cuando el “comunismo” carecía de toda relación con el
marxismo, y se vincula en sus orígenes con las reacciones contra la modernidad.
El Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, (febrero de 1848), da cuenta de ello
en su primera frase: “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”.
En nuestro país el anticomunismo ha constituido un elemento
estructural de la historia política de nuestro país en los últimos 100 años. Es
decir, no sólo ha influido directamente durante este tiempo, sino que en muchas
oportunidades ha condicionado totalmente el debate político.
Sus primeras expresiones son también previas a la llegada
de las ideas marxistas y por supuesto de la fundación del Partido Obrero Socialista,
(1912), más tarde Partido Comunista, (1922). Ellas dicen relación primero con
las propuestas de Bilbao y Arcos, pero más fuertemente con las noticias
difundidas ante los hechos conocidos como “la Comuna de París”(1871), y se
refuerzan con la divulgación de la encíclica “Rerum Novarum” (De las cosas
nuevas), (15.05.1891), primera encíclica social de la Iglesia Católica, sacada
precisamente para criticar ideológicamente a todos quienes frente a la llamada
en ese entonces “cuestión social”, criticaban severamente el modelo económico,
político y social, y proponían cambios relevantes en estos ámbitos. Es sin
embargo el triunfo de la Revolución Bolchevique primero y la constitución de un
“Partido Comunista” en 1922, lo que aceleran profundamente el anticomunismo.
El anticomunismo se manifiesta históricamente como una
verdadera corriente política, cultural, pero sobre todo emocional, que se ha
mantenido gracias al permanente desarrollo que la derecha ha hecho de él
(aunque también ha habido anticomunismo de centro, laico, religioso, socialista
y también ultraizquierdista) que ha tenido un fuerte impacto en la historia
política del país, y siempre con un alto contenido antidemocrático y
frecuentemente ha sido la justificación de groseras violaciones a los derechos
humanos. Ya estaba presente en los tiempos de la dictadura de Ibáñez,(1927-1931)
cuando éste persigue y encarcela a muchos de sus dirigentes, enviando incluso a
algunos, como Elías Laferte, a la Isla de Juan Fernández, en la campaña del
Frente Popular, posteriormente es el sustento de la ley maldita, en 1948,
promovida por González Videla, elegido con los votos y el trabajo electoral de
los comunistas, alcanza dimensiones increíbles en la “campaña del terror” de
1964, que posibilita la elección de E. Frei en 1964, más tarde está en la
campaña de Alessandri contra Allende en 1970, durante todo el gobierno de la
Unidad Popular y constituye el único elemento ideológico común de las
diferentes fuerzas que respaldaron la dictadura de Pinochet, (básicamente
conservadurismo católico, nacionalismo fascistoide y neoliberalismo brutal),
constituyéndose durante ésta en verdadera “política de estado”.
Lo particular del anticomunismo es que las más de las veces
carece de fundamento lógico, racional, se sustenta esencialmente sobre la base
de mentiras. Pero una mentira, que con infinitos recursos es repetidas miles de
veces por los medios de comunicación de masas, todos en poder de las clases
dominantes, va formando realidad.
Uno de los mecanismos más comunes del anticomunismo es el
uso de noticias falsas. Ya se trate de atribuirle a una persona declaraciones
falsas, de la utilización de fotografías manipuladas o de echar a correr
rumores sobre la vida particular o de algún familiar de líderes del PC. En este
sentido, lo que se ha dicho sobre Camila Vallejo puede estimarse
ejemplificador. Así, se ha difundido que era dueña de un Audi A9, que defendía
el “derecho a la pedofilia”, que su padre era un falso “detenido desaparecido” y
mil mentiras más. Un tipo especial de mentiras lo constituye la llamada “propaganda
negra”, esto es, un mensaje que se presenta como proveniente del mundo
marxista, cuando en realidad está creado por el anticomunismo, con el fin de
desacreditar, engañar o manipular a la audiencia.
El discurso anticomunista con frecuencia utiliza también argumentos
contradictorios de manera oportunista. El más obvio es sostener que el
comunismo es prácticamente el causante de todos los males (en el país, en el
mundo, donde sea) y a continuación señalar que es una ideología obsoleta que ya
no tiene fuerza en ninguna parte.
Por regla general, no apela a la razón del interlocutor,
sino a la emoción. Busca generar una fuerte carga emocional negativa, en donde
los aspectos racionales de la conducta humana sean desplazados por respuestas
impulsivas, fundadas preferentemente en el miedo, el “miedo al comunismo”. No
por nada se suele hablar, como ocurrió en 1964, de “campaña del terror”.
Su carácter de “discurso de odio” y peligroso no es sólo
para los comunistas, sino para todo el movimiento popular y en general para
quien valore la democracia. El mejor ejemplo de ello sigue siendo la dictadura.
El anticomunismo afecta a todo el sistema político
nacional. Desde luego nos dificulta llegar a gente que no debería estar en
contra nuestra, limitando o disminuyendo la influencia del Partido Comunista,
promueve su aislamiento respecto de las otras fuerzas políticas posibles de
constituir alianzas con él y claramente justifica la represión de sus
militantes. Pero además, afecta en su totalidad al movimiento popular, pues
inhibe el desarrollo de éste, de una conciencia de clases, frena las luchas
obreras y populares y divide a las fuerzas sociales y políticas populares y
democráticas. Por último, el anticomunismo afecta también a todo el sistema
democrático, tergiversa la voluntad popular haciendo que mucho voten en base al
miedo que provoca la mentira, excluye la presencia comunista de espacios
ganados democráticamente, promueve y justifica la persecución, tortura y
eliminación de militantes comunistas y no comunistas.
En síntesis, en nuestra
opinión, el anticomunismo es, en el ámbito ideológico el principal enemigo que
tenemos, su existencia ha significado un altísimo costo, político, social y no
pocas veces, de vidas humanas.
Como Partido, debiéramos
prepararnos adecuadamente para enfrentarlo.
II Parte “Contra el Anticomunismo”
Excente escrito ... Una descripción clara del Tema .
ResponderBorrarMis felicitaciones estimado Fdo.
Agradecido por tal envío
Fraternalmente
Mario Urzua
Muchas gracias por los comentarios.
ResponderBorrarFelicitaciones Fernando , por tan interesante artículo.
ResponderBorrargracias
ResponderBorrarMuy bueno su articulo compañero, espero con ansias la segunda parte
ResponderBorrarMuchas gracias compañero. En estos días la subo.
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