jueves, 17 de octubre de 2024

A CINCO AÑOS DEL ESTALLIDO SOCIAL

 

 

A cinco años de lo que fuera uno de los mayores estallidos sociales en la historia contemporánea de nuestro país, y sin duda el mayor desde el retorno a la democracia, la derecha multiplica sus esfuerzos por hacerlo aparecer como simples e irracionales hechos de violencia y destrucción. Así, al hablar del “octubrismo”, como despectivamente se refieren a él,  intentan olvidar la masividad de las protestas, la diversidad de sus motivaciones y por cierto la represión que “su” gobierno, el de Sebastián Piñera, desató contra la población una represión brutal que significó decenas de muertos, dos totalmente ciegas, cientos de personas con traumas oculares y miles de lesionados, con los actos de violación de los derechos humanos más masivos e inhumanos que ha conocido nuestra historia desde el retorno a la democracia.

En verdad, y contra todos los que “no lo vieron venir”, el estallido social fue la culminación de un descontento acumulado a lo largo de años de desigualdades socioeconómicas, prepotencia y corrupción empresarial y política cuyas manifestaciones ya habían empezado a hacerse presentes muchos años antes. Ya la rebelión de los escolares de 2006 (rebelión de los “pingüinos”) y más tarde la de los universitarios (2011) habían mostrado el descontento con el modelo en el ámbito educativo. Más tarde fueron las marchas por mejores pensiones, por mayor igualdad de género, … Y todos esos movimientos fueron definiendo demandas, generando organizaciones, creando incluso símbolos que los identificaban. En octubre de 2019 todos ellos estuvieron en la calle, promoviendo reivindicaciones que ya desde hacía años se habían ido haciendo carne en la ciudadanía.

El estallido fue un ejemplo de movimiento social masivo, que tuvo como motor las demandas de una sociedad civil insatisfecha, pero además provocada por

Pero el estallido no solo fue un evento político, sino también cultural. Durante él surgieron decenas de expresiones artísticas y sociales, como los cánticos, murales y performances (como la famosa intervención "Un violador en tu camino" del colectivo feminista LasTesis), que reflejaron las preocupaciones de los manifestantes y algunas incluso ganaron resonancia internacional.

El estallido también puso de manifiesto nuevas dinámicas de participación ciudadana y un renacer de la protesta social en Chile.

La masividad de las protestas fue una realidad que algunos quisieran olvidar, pero lo cierto es que las manifestaciones que comenzaron el 18 de octubre de 2019 reunieron a millones de personas en las calles de nuestro país. Uno de los eventos más emblemáticos fue “la marcha del millón de personas”, el 25 de octubre en Santiago, que se considera una de las protestas más grandes en la historia del país. Por lo demás, las movilizaciones no solo se limitaron a la capital, sino que también ocurrieron en diversas regiones, mostrando la magnitud del descontento social a nivel nacional.

Y es que el modelo económico impuesto a sangre y fuego por la dictadura, y no modificado en lo esencial por los gobiernos democráticos que le sucedieron, generó una desigualdad económica y social que dejó a amplios sectores de la sociedad en una situación de falta de acceso equitativo a servicios esenciales, como salud, educación, pensiones, vivienda. Los “éxitos” del crecimiento económico exhibidos por las élites de nuestro país, terminaron beneficiando de manera escandalosa a una pequeñísima minoría y condenando a la inmensa mayoría a condiciones de pobreza, endeudamiento y vulnerabilidad.

A todo ello debemos agregar la sistemática burla que representó el decir de los representantes del gobierno frente a las demandas ciudadanas. “El que madrugue será ayudado”, dijo el Ministro de Economía, proponiendo tomaran el metro antes de las 7 de la mañana para tener un pasaje más bajo, a una población con jornadas largas y extenuantes. Regalen flores dijo el Ministro de Hacienda al informar que habían bajado de precio en un 3,6%, cuando el resto del IPC seguía subiendo. Los pacientes van temprano a los hospitales porque allí hacen vida social, dijo el Subsecretario de redes asistenciales. Y el Ministro de Educación les preguntó porque no hacen un bingo a los apoderados que pedían al ministerio que arreglara la infraestructura de algún colegio.

De este modo, el aumento en la tarifa del metro en Santiago, que dio origen al estallido, sólo fue el detonante inmediato que permitió canalizar un malestar largamente acumulado, por lo que muchos percibían como una situación de brutal injusticia y desigualdad en muchos aspectos de la vida diaria de los chilenos. “No son 30 pesos, son 30 años" sintetizó este descontento, señalando que la revuelta no fue solo por el alza del metro, sino por décadas de injusticias acumuladas.

El estallido social no sólo tuvo connotaciones económicas, en cuanto muchas de sus demandas se referían a ello, también dio cuenta de una profunda crisis de representatividad política. Las demandas de los manifestantes incluyeron no solo reformas sociales y económicas, sino también una crítica a las instituciones políticas, que fueron masivamente acusadas de estar desconectadas de las necesidades del pueblo.

Aunque comenzó con una protesta por el alza de los pasajes del metro, se transformó en una demanda por cambios profundos, incluyendo la reforma de la Constitución

Por otro lado, el estallido social logró además incorporar por primera vez, y de manera masiva, a sectores sociales que históricamente no habían sido tan activos en la protesta política, como las mujeres, los movimientos relacionados con la lucha feminista, la diversidad sexual los derechos de los pueblos indígenas.

El estallido representó un cuestionamiento estructural al modelo chileno de desarrollo social, económico y político, que aún no ha sido modificado en su esencia, y que consiguientemente mantiene las demandas de la población aún pendientes. El deseo de cambios profundos persiste entre las grandes mayorías. Las demandas que dieron origen al estallido no han sido satisfechas, y el hecho que la pandemia primero y luego las demandas de seguridad hayan cambiado temporalmente el eje de la política nacional no significa que hayan desaparecido, sólo están durmiendo.

Santiago 18 de octubre de 2024

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