Hace unos días, la
redacción de “La vanguardia.cl” daba cuenta de los reiterados y canallescos
ataques de que ha sido víctima Camila Vallejos, a través de grotescas mentiras,
como su supuesta defensa de la pedofilia o la propiedad de un automóvil Audi.
Podrían haber agregado la atribución de que su padre había sido favorecido, en
tiempos de la Presidenta Bachelet, y desde La Moneda, con una suculenta
licitación, hecho que fue desmentido desde la Contraloría General. A la par, se
preguntaba ¿por qué te odian tanto Camila?
En
verdad para cualquiera que haga una breve historia del recorrido parlamentario
de Camila Vallejos, resulta indiscutible que ha sido difamada de manera
sistemática, mediante sucesivas mentiras, (que a menudo han traspasado el
umbral de lo verosímil instalándose definitivamente en el mundo del ridículo),
y que ello en cantidad e intensidad, supera a las agresiones de otros
parlamentarios, incluso de su mismo partido. Y como suponemos que no hay temas
personales entre Camila y sus difamadores, la pregunta entonces ¿por qué te
odian tanto Camila? adquiere un claro contenido sociológico y político.
“La
antipatía hacia Camila Vallejo proviene de un sector del país claramente
identificable y se debe a sus posiciones marcadamente progresistas en el ámbito
moral y a su militancia comunista”, dice La Vanguardia.cl y tiene razón en
ello.
Indudablemente
es la condición de “comunista” el primer elemento justificador del odio hacia
Camila. Y ello no nos puede extrañar. Por el contrario, el anticomunismo es un
patrón de conducta de las clases que tienen el poder, que se remonta a tiempos
previos incluso a cuando el comunismo se hiciera marxista. El mero
cuestionamiento serio de las estructuras de poder, que la sola palabra evoca,
ya generaba el rechazo en quienes lo ejercían. No olvidemos que el Manifiesto
Comunista, ese “panfleto” político que más influencia ha tenido en la historia
de la humanidad, y que marcara el inicio de la identificación de comunismo con
marxismo, se inicia denunciando precisamente el anticomunismo ya reinante “Un
espectro recorre Europa, el espectro del comunismo”. Y más adelante señala que
todos los partidos, de un lado y otro han acusado a sus rivales de
“comunistas”.
El
anticomunismo, cuyas manifestaciones más brutales se dieron en Chile
precisamente cuando quienes hoy atacan a Camila estuvieron en el poder, a nivel
de élite, se fundamenta esencialmente desde tres perspectivas, el liberalismo
económico, el conservadurismo moral, especialmente de origen religioso, y el
nacionalismo de corte fascistoide. Pero lo más grave, en todas sus
manifestaciones recurre a manejar una de las pulsiones más oscuras del
subconsciente humano, el miedo. El miedo a ese fantasma que recorría Europa a
mediados del siglo XIX, sigue como la fuente esencial del anticomunismo, y como
la motivación directa de la persecución, y el crimen con que ayer se justificó
la dictadura. “Hay que destruir el cáncer marxista” dirían ayer los criminales
chilenos, como hoy Bolsonaro anuncia “liberar a los brasileños del socialismo”.
Pero
si bien es cierto que el anticomunismo es la fuente principal de los ataques a
Camila, dicho razonamiento no permite entender plenamente por qué, más que a
otros, a ella. Hoy hay ocho parlamentarios comunistas, y varios dirigentes
públicos que militan en ese partido, y si bien todos han recibido ataques en
algún momento -es por lo demás parte de la lucha política- ninguno de ellos de
manera tan insistente y despreciable como lo han hecho con Camila.
Y
aquí, las explicaciones son globales, pero también individuales. Y es que
Camila no sólo es un verdadero símbolo, sino uno de los más potentes y más
visibles precisamente de las mentiras del anticomunismo.
Desde
luego es una muestra viva, y joven, de que el comunismo marxista no ha muerto.
En verdad lo han dado por muerto desde sus mismos orígenes, en el siglo XIX, y
tantas veces, que ya resulta casi anecdótico. Los últimos intentos más
destacados fueron a fines del siglo XX. La desaparición de la URSS en 1992 y de
los estados socialistas europeos, dio origen a cientos de tarjetas de
defunción. Algunas, como “El fin de la ideología” (1960) ya venían de antes, y
otras, como “El fin de la historia” (1992), lo hicieron después. El cambio
climático, producto esencialmente de un capitalismo depredador y las crisis del
capitalismo posteriores al año 1992, hacen patente que los cantos de sirena
sobre su definitivo triunfo no fueron más que eso, cantos de sirenas. Y frente
a eso, ahí está Camila, quien no sólo “goza de buena salud”, sino que con su
sola presencia, recuerda que hay alternativas.
Pero
Camila no sólo es visible como militante comunista, es también visible en su
honestidad y consecuencia. No es posible atribuirle ni un solo acto de
deshonestidad o inconsecuencia. (En verdad no hay ni un dirigente comunista
condenado, imputado o siquiera investigado por posibles casos de corrupción, lo
que por cierto no pueden decir los militantes de la derecha que la atacan, pero
en ella eso es más visible aún). Por el contrario, está entre entre quienes han
pedido rebajar el sueldo de los parlamentarios y gasta de sus propios ingresos
en pagar mejor a sus asesores.
Por
último, y sabemos que a ella no le gusta que se mencione siquiera, es bonita. Y
esto, que puede parecer banal, no lo es cuando se trata de una lideresa, de un
verdadero símbolo, pues ello no sólo la hace más visible, sino que, en su caso,
su imagen dificulta el proceso manipulador del miedo, elemento esencial del
anticomunismo en todas sus versiones, pero especialmente significativo en su
versión más populista. Y es que rompe el arquetipo que los sistemas clasistas
han impuesto durante milenios, en que lo positivo va de la mano de lo positivo,
y lo negativo de lo negativo. Los cuentos infantiles nos generalizaron la idea
que los príncipes y las princesas son buenos y bellos, las brujas son malas y
feas, y Lombroso le dio apariencia de cientificidad a la idea que los
delincuentes tienen “cara de delincuentes”. Así, de los comunistas, que son
“malos”, y debieran producir “miedo”, debieran, razonablemente en esta lógica,
ser además deshonestos, inconsecuentes y feos.
Camila
es comunista, honesta, consecuente y hermosa, ¿Cómo no intentar asesinar su
imagen?
Publicado en
Lavanguardia.cl https://www.lavanguardia.cl/por-ser-comunista-honesta-consecuente-y-bonita-por-que-te-odian-tanto-camila/
(08.01.2019)
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