Fernando García Díaz
The work approaches the analysis of the self called pro-life groups, focusing on the chilean situation but referencing other countries as well. After examining if they actually are in favor of life, and doing it just to know if they only are anti abortion, the work concludes that their real objectives are more likely coming from another nature".
I.
INTRODUCCIÓN
A comienzos de octubre de este año 2015, fuimos sorprendidos, por unas fotografías
de presos en el Estadio Nacional durante la dictadura de Pinochet, que eran
utilizadas en una campaña antiaborto(). En gigantografías camineras aparecía parte de
una fotografía tomada en el Estadio Nacional en 1973, con la lectura “ABORTO es
tortura, muerte y desaparición”. Más allá que la fotografía había sido intervenida y utilizada
sin el consentimiento de su autor(), la
situación nos pareció despreciable. Identificar a una mujer que decide eliminar
una mórula, o un embrión, con un torturador de aquellos que conocimos mientras
permanecimos presos en el Estadio Nacional, (aproximadamente dos meses en mi
caso), nos pareció que violaba las normas más básicas de la tolerancia y que
merecía un sentido repudio. Se trataba de una deslegitimación tan profunda de
un “legítimo otro”, que nos pareció particularmente grave. Y creemos no estar
equivocados.
El hecho, que podría estimarse aislado, se inserta sin embargo en un
nuevo y creciente fenómeno en nuestro país, como es el de los llamados grupos
pro-vida. Por supuesto no es la primera manifestación de ellos. Los habíamos
visto en mayo de 2014 en una masiva manifestación de jóvenes frente a La
Moneda. Con llamativos carteles y consignas “exigían” a la Presidenta de la República
que no enviara al Congreso el proyecto de ley que despenalizaba el aborto en
tres circunstancias, y que había sido una de sus promesas de campaña. O más
reciente, en septiembre de este año, esta vez en la explanada del Santuario de
la virgen del Carmen en Maipú, manifestándose una vez más contra el aborto. Por
lo demás ese día, de forma coordinada, en otras 32 ciudades del país hubo
manifestaciones en el mismo sentido. Pero esta gigantografía tiene nuevo
sentido, constituye un nuevo paso. Hasta ayer sólo se mostraba el producto del
aborto, se deslegitimaba el acto, hoy también se deslegitima al sujeto,
…avanzamos, …sólo que hacia una mayor violencia.
¿Quiénes son esos grupos prácticamente sin historia en
Chile, poco conocidos y que de pronto logran una gran presencia mediática? Al
análisis de ellos queremos dedicar estas líneas, y especialmente de los grupos
chilenos, para lo cual recurrimos preferentemente a sus propios textos y a la
historia que este tipo de grupos presenta en países en donde llevan más años
activos. Dos son los aspectos más relevantes que abordamos, el contenido de su
discurso ideológico, en este artículo, y sus formas de manifestarse, en un
artículo que subiremos en las próximas semanas, “Un fraude peligroso: Grupos
Pro-vida”.
II.
SITUACIÓN
ACTUAL
En nuestro país, como en muchos, la existencia y desarrollo de estos grupos
se encuentra indisolublemente ligada al pensamiento cristiano, y
particularmente católico. Contrario a lo que oficialmente sostiene El Vaticano,
la Iglesia Católica, durante siglos abordó el aborto consentido con un
tratamiento variado, en el que se dieron muy diferentes posturas, ninguna “…más católica que la otra”(),
en el decir de Daniel C. Maguire, profesor de Teología Moral en la Universidad
de Marquette. Entre ellas, nula preocupación por la cuestión (después de todo,
ni el Antiguo, ni el Nuevo Testamento hacen referencia alguna al tema), condena
cuando aparece como prueba de pecados sexuales, como el adulterio o la
promiscuidad(),
condena cuando se interpreta como contrario a la única función aceptable de la
sexualidad, tener hijos, (y por ello se estimaba más grave la esterilización que
el aborto), legitimidad en diferentes situaciones (San Jerónimo, San Agustín,
Santo Tomás, Decreto de Graciano, etc., hoy K.
Raliner, J. Doncell, y muchos más), hasta la posición radical actual, que incluye la condena a
todo tipo de abortos, por estimarse que atenta contra la vida del que está por nacer().
Durante el siglo XIX, la opinión de la jerarquía eclesiástica empieza a
unificarse en la oposición a éste, lo que se concreta con la dictación, el año 1869, por el Papa Pío IX de la Constitución Apostilicae
Sedis y más tarde en el Código de Derecho Canónico (1917), asignándole una de las penas más
severas, situación que se mantiene en el actual Código de Derecho Canónico (1983)().
Aun así, con posterioridad a esa fecha, por décadas el tema no tuvo mayor
relevancia, como se puede apreciar en Chile. Aquí, por más de 50 años se permitió
legalmente el aborto por peligro para la vida de la madre, (Código Sanitario,
artículo 119, vigente entre 1931 y 1989)
situación condenada formalmente por la Iglesia, sin que hubiera una mínima oposición
a esa norma, o una propuesta política de eliminarla, ni desde el interior de la
Iglesia, ni desde los partidos más identificados con las posiciones católicas
(Partido Conservador, Partido Falange Nacional y Partido Democracia Cristiana).
Y desde luego, por más de cien años, no hay registro de pensamiento
“pro-vida” o grupos “pro-vida”. En la actualidad sin embargo, y como lo
señalamos al comienzo, podemos constar que ambas situaciones no sólo existen,
sino que los grupos pro-vida se constituyen en verdaderos grupos de presión
política, con una activa presencia mediática.
El nacimiento de este tipo de movimientos se suele situar
en los Estados Unidos, a mediados de los años setenta del siglo pasado, y
especialmente post 1973, fecha en que la Corte Suprema de ese país, en la
conocida sentencia del juicio “Roe versus Wade”, declara que el ejercicio del
derecho constitucional a la privacidad incluye el aborto si la mujer que estaba
embarazada y el médico que la atiende, deciden en favor del mismo. Este caso
constituye un hito relevante en el proceso mundial de despenalización del
aborto, y el surgimiento de estos grupos “pro-vida” se inserta primeramente en
la cultura anglosajona y desde las iglesias evangélicas. En la actualidad estos
grupos tienen también una presencia relevante en el mundo católico, como da
cuenta la situación de países como España, México, Chile y muchos otros.
En Chile, el surgimiento de estos grupos “pro-vida” es
claramente reciente, propio del período democrático post dictadura, y su
desarrollo se encuentra inversa pero indisolublemente ligado al avance de las
ideas partidarias de la legalización del aborto. Las primeras manifestaciones
visibles las encontramos en torno a la presentación de proyectos de ley que
despenalizaban el aborto, aunque fuera sólo parcialmente. Pero es a partir del
21 de mayo del año 2014, cuando la presidenta Michelle Bachelet retomó el
compromiso de envío de un proyecto al Parlamento que busca despenalizar la
interrupción del embarazo, bajo tres específicas circunstancias, cuando la acción de los grupos “pro-vida” se agilizó
en nuestro país.
Conscientes que se trata no sólo de organizaciones
diferentes, sino que a menudo presentan
también diversas posiciones sobre algunos temas, hemos preferido hablar de
“grupos” pro-vida, en vez de “movimiento” pro-vida.
En Chile existen más de 40 grupos u organizaciones que se
identifican como “pro-vida”, encontrándose la mayoría de ellas integradas a la
llamada Red pro-vida Chile”, que considera en
su listado 40 organizaciones entre sus miembros().
Aquí están organizaciones como
Fundación Chile Unido, el Instituto de Ciencias de la Familia Universidad de
Los Andes, Siempre por la Vida, la Vicaría de la Familia-, Fundación Esperanza,
Red por la Vida y la Familia, Instituto Res Pública y otras numerosas
instituciones que con mayor o menor fuerza, desarrollan activismo en contra del
aborto en Chile.
Informaborto, el grupo
responsables de la gigantografía con la foto de los presos políticos a que
hemos hecho referencia, apareció en el espacio público el año 2014. Autodefinidos
como un grupo “..que quiere mostrar públicamente, en forma
gráfica, visual y explícita, la realidad del aborto ..”, según indican en
twitter, se hizo conocido por exhibir camiones con gigantescas fotografías que
mostraban los restos de aborto. Como institución, no aparece asociado a la
llamada Red Provida Chile.
Como grupos de presión
no pretenden conquistar el poder, sino influirlo, y para ello dirigen su
accionar hacia los ámbitos en donde se pueden tomar las decisiones que les
interesan, por lo que su actuar suele estar dirigido tanto a la opinión
pública, como a los actores políticos, buscando posicionarlos a su favor.
En la Red Pro-Vida Chile, todos, o casi todos, obedecen a una orientación
cristiana. La mayoría parece vincularse con el tema del aborto desde enfoques
centrados en la mujer, o en la familia, aunque hay algunos cuya misión central parece ser
el tema mismo del aborto. En esta misma línea de ideología
cristiana, encontramos también algunos centros de estudio, tales como el IES, Instituto de Estudios de
la Sociedad(), el ICF,
Instituto Ciencias de la Familia
Universidad de los Andes(),
o el centro ISFEM, Investigación,
formación y estudio sobre la mujer().
Excepcionalmente, pero
confirmando lo que creemos es la esencia de estos grupos, algún movimiento de
carácter esencialmente político o empresarial. Entre los primeros, destaca el
sitio “vivachile.org”, que si bien se autoproclama destinado a “Promover los grandes bien (sic) morales y culturales
propios de una civilización cristiana, con especial referencia a la dignidad de
la persona humana, a su vida corporal y espiritual, y a la libertad de
enseñanza”, sus secciones (vida familia, religión, sociedad, política,
educación, historia, arte y cultura), así como los contenidos de muchos de sus
artículos, muestran una preocupación esencialmente política, en la que la
penalización del aborto es parte de una ideología política mucho más amplia.
Entre los segundos Generación
Empresarial – Incorporando virtudes en el mundo del trabajo(), institución vinculada estrechamente con el mundo de la gran empresa (Banco de Chile,
BCI, BBVA, Euroamérica, Coca cola, etc.).
III.
¿SON PRO VIDA LOS GRUPOS PRO-VIDA?
La denominación “pro-vida” es por cierto una
autodenominación, esto es, un nombre
auto impuesto, lo que por lo demás no presentaría mayor cuestionamiento, si
pensamos que prácticamente todas las organizaciones –incluyendo iglesias,
partidos políticos, organizaciones gremiales o sindicales, entre otras-
utilizan el nombre que ellas mismas se pusieron.
En este caso sin embargo es necesario una reflexión más
compleja sobre este nombre, porque la denominación lleva implícita
consecuencias relevantes. La más obvia, que quien se hace llamar “pro-vida”
busca ubicarse “dentro” del grupo de personas que está a favor de la vida (¿y
quién no quisiera estar allí?) y la segunda, que como consecuencia necesaria de
la primera, busca también dejar fuera de esta categoría a quienes no comparten sus
planteamientos().
Se trata de lo que se ha dado en llamar, “encuadre político”, o “encuadre
discursivo político”, mecanismo que permite validar la posición propia, y a la
vez invalidar la posición contraria (¿pro muerte?). El “encuadre” discursivo es
una construcción social que favorece una forma simple, rápida y fácil de
procesar la información que se recibe, induciendo en el mensaje una
interpretación determinada y desalentando otra. El “encuadre” constituye una
especie de filtro, que promueve en los receptores una interpretación
determinada. La auto denominación “pro-vida” significa ubicar a sus miembros en
el “grupo de los buenos”, dentro de
quienes están “a favor de la vida”. Y la verdad sin embargo es que del primer análisis
que sobre estos grupos se efectúa¸ se puede deducir sin ninguna duda, que no
estamos ante grupos efectivamente “pro-vida”.
La expresión “pro”,
utilizada como prefijo significa “a favor de”. Y “vida”, se refiere a la
capacidad de los seres vivos para desarrollarse, reproducirse y mantenerse en
un ambiente determinado. Una institución que se define “a favor” de algo, debiera
presentar al menos dos características básicas. Por un lado mantener un
discurso ideológico coherente con su nombre, esto es presentar un conjunto de
ideas que den cuenta de por qué y cómo dicha institución apoya y promueve ese
algo a cuyo favor está, y ojalá de por qué lo hace. Y por otro, presentar una
historia, coherente con sus tiempos de existencia, de actividades afines con
dicho discurso. Este último punto, el referido a las actividades, es aún más
exigible si el grupo en cuestión privilegia el accionar público. De este modo, “pro-vida” debiera ser un grupo que lucha
precisamente porque esa característica de los seres vivos se mantenga. Pues bien, nada
de esto hay en los grupos “pro-vida”.
Desde luego, se ha
dicho, la expresión “pro-vida” en los términos genéricos en que se manifiesta,
es incompatible con la vida humana, que requiere, para sobrevivir, matar otras
vidas, vegetales o animales, por lo que, desde un punto de vista exclusivamente
lógico, la expresión “pro-vida”, resulta ser una verdadera antinomia. Pero si
defender la vida en términos generales resulta imposible, si se puede defender
parte de ella, por ejemplo la que “siente” (y por tanto la que puede sufrir),
la que está en peligro de extinción, los grandes mamíferos, etc. En verdad
existe un amplio espectro de objetivos “pro-vida” que se pueden identificar
como posibles y altamente valorados. Hay decenas de organizaciones en el mundo
que efectivamente promueven la vida en el planeta, como Protección Animal
Mundial (WAP, Word Animal Protección), o el propio y conocido Greenpeace.
Ninguna de esas
corresponde a un grupo “pro-vida”, pues se trata de una realidad que nada tiene
que ver con ellos, desde ninguna perspectiva. Ni organizaciones como Protección
Animal Mundial se identifican como “pro-vida”, ni organizaciones identificadas
como “pro-vida” se ocupan de estos temas.
Es cierto que podría
estimarse que estamos forzando mucho el idioma al interpretar la expresión
“pro-vida” en sentido literal, y que es obvio que ella se refiere a la vida
humana. La verdad que ni estamos forzando el idioma, ni es obvio que se refiera
exclusivamente a la vida humana, pero también nos queremos hacer cargo de esa
argumentación. Ratificando al parecer esta idea, la Red Provida Chile en su
página web señala “Creemos y respetamos la vida humana desde su concepción
hasta su muerte natural”, precisamente en la sección dedicada a explicar “En
qué creemos”().
Es decir, teóricamente lo que identificaría a los grupos “pro-vida” es la
defensa de la vida humana.
Pero en verdad tampoco
ello es cierto. La vida humana se destruye en nuestro planeta de múltiples
maneras, algunas como consecuencia de la propia naturaleza, (vejez,
enfermedades, catástrofes naturales…) pero mucho más como consecuencia del
actuar negligente o decididamente voluntario del propio ser humano. Condiciones
sanitarias que enferman, desnutriciones que perfectamente podrían superarse,
enfermedades que requieren medicamentos existentes pero económicamente no al
alcance de millones de pobres, guerras, crímenes, pena de muerte, y muchas más,
implican conductas humanas que claramente operan contra la vida. Una
organización efectivamente “pro-vida”, nos parece, debiera estar con su acción
y su discurso, denunciando y combatiendo ese tipo de situaciones.
La misma Iglesia, en su
encíclica “Evangelium Vitae ("El Evangelio de la Vida"), hace referencia a
estas nuevas ideas sobre la protección de la vida. Allí por ejemplo se señala “Entre
los signos de esperanza se da también el incremento, en muchos estratos de la
opinión pública, de una nueva sensibilidad cada vez más contraria a la guerra
como instrumento de solución de los conflictos entre los pueblos, y orientada
cada vez más a la búsqueda de medios eficaces, pero "no violentos",
para frenar la agresión armada. Además, en este mismo horizonte se da la
aversión cada vez más difundida en la opinión pública a la pena de muerte,
incluso como instrumento de "legítima defensa" social, al considerar
las posibilidades con las que cuenta una sociedad moderna para reprimir
eficazmente el crimen de modo que, neutralizando a quien lo ha cometido, no se
le prive definitivamente de la posibilidad de redimirse” Y agrega a
continuación “También se debe considerar positivamente una mayor atención a la
calidad de vida y a la ecología, …”().
Pero no es así. Los
llamados grupos pro-vida no desarrollan acción o pensamiento alguno contra la
guerra, contra la desnutrición, por la paz, sólo a favor de la penalización del
aborto. Y por supuesto esto no ocurre sólo en Chile. “Manifiesto por la vida”,
en España, es según su propia definición “…una iniciativa de un grupo de
activistas por la vida de la Región de Murcia, que nace con la intención de
servir de altavoz ante la sociedad de todas las iniciativas en defensa de la
vida”(),
con una gran actividad en toda España, un calendario actualizado (noviembre de
2015, cuando escribo esto), con decenas de secciones en su página web y un
blog, también según su propia contabilidad, con más de 480 mil visitas. Pues
bien si se mira su sección “actividades por la vida”(),
sólo encontrarás actividades contra el aborto.
Pero peor aún, a menudo los
mismos que frente al aborto están “por la vida”, han favorecido conductas en
contra de la vida humana y continúan haciéndolo. Un ejemplo claro lo constituye
lo ocurrido en Chile. Aquí, quienes de una u otra manera se han pronunciado de
manera más fuerte contra el aborto, es decir “pro-vida”, son aquellos a quienes, incluso desde la derecha más liberal de nuestro país, se identificó como “cómplices
pasivos” de la dictadura, esto es, del gobierno más criminal y menos “pro-vida”
que ha tenido Chile. Desde luego hay que tener presente que la derogación del
aborto terapéutico, que desde 1931 permitía el artículo 119 del Código
Sanitario, fue resultado de la intervención, frente a los representantes de la
dictadura, de Jorge Arturo Medina Estévez, a esa
fecha obispo de Rancagua, férreo partidario de dicha dictadura, y
quien nada hiciera por la defensa de la vida de quienes se oponían a Pinochet. ¿Puede
estimarse que es pro-vida quien pide penalizar la muerte de la mórula o
el embrión y nada dice cuando se está asesinando a seres humanos nacidos y
crecidos?
La agencia católica de
noticias Aciprensa(),
titulaba el 6 de agosto de 2015, a todas las columnas de la página “Aborto
en Chile: Diputados pro-vida recurrirán al Tribunal Constitucional”(),
anunciando que el 4 de agosto, por 8 votos a
favor y 5 en contra, se había aprobado legislar sobre la despenalización del
aborto en nuestro país, en la cámara de diputados y que los 5 diputados que
habían votado en contra, habían decidido recurrir al Tribunal Constitucional
para impugnar ese hecho. De esos cinco diputados, dos eran de Renovación
Nacional y tres de la Unión Demócrata Independiente, (UDI). En verdad si todo
esto no fuera dramático para miles de personas, resultaría simplemente risible
que sean “pro-vida” los diputados de los partidos que apoyaron la muerte
durante la dictadura, y particularmente del partido creado para mantener a
Pinochet en el poder, un
dictador que asesinó e hizo desaparecer miles de personas y que torturó a
decenas de miles. Pero no debe extrañar, el ideólogo de
ese partido, que no sólo apoyó el golpe de estado, defendió la dictadura más
criminal que ha conocido nuestro país, y construyó una Constitución a la medida
del dictador -Jaime Guzmán E.-, es por un lado el mismo que buscó consagrar a nivel constitucional la ilegalidad del
aborto, y por otro, uno de los mayores defensores que hubo en Chile de la pena
de muerte().
En Chile, otro gran ideólogo “pro-vida”, ha sido José Ugarte, con abundantes
opiniones al respecto en El Mercurio, y autor del libro, de 598 páginas, “El
derecho de la vida. El derecho a la vida. Bioética y derecho”(),
(que no es de derecho, ni de bioética, sino de filosofía). En esa obra, alabada
por El Mercurio y por múltiples personeros de la derecha, junto con dedicar 125
páginas a condenar el aborto (225-350), dedica 28 a justificar la pena de
muerte (153-181).
Y esta situación no es
por cierto excepcional. Otro buen ejemplo lo encontramos en España, en donde la
fundación de la hija de Juan Yagüe, el “carnicero de Badajoz”, dedicada a
reivindicar la memoria de quien fuera uno de los mayores asesinos dentro de los
militares franquistas, responsable de entre 1.800 y 4.000, fusilamientos sólo
en Badajoz, está presente en la “V Marcha por la Vida”, en Madrid, el 2014,
que, por supuesto, … es sólo contra el aborto.
IV.
¿SON ANTI ABORTO LOS GRUPOS PRO-VIDA?
Pues sí, qué duda cabe. ¿O
hay dudas?
Un elemento común a
todos los grupos que se identifican como pro-vida, es la defensa de la vida humana
desde el momento de la concepción()(),
y por ello se oponen radicalmente al aborto en cualquier momento y bajo
cualquier circunstancia.
La verdad es que una vez
producido el embarazo, todos los grupos pro-vida se oponen al aborto. Es más,
esa posición es el elemento identificatorio como “pro-vida”. ¿Pero significa
eso ser antiaborto? Si, y no.
Un viejo aforismo
jurídico, que nos enseñaran en los primeros años de la universidad, es que en
derecho las cosas son lo que son, y no lo que se dice que son, es plenamente
aplicable a esta situación.
Desde luego, y ya lo
hemos dicho, todos los grupos pro-vida tienen un discurso anti aborto, y
probablemente si no lo tuvieran, no podrían catalogarse como tales. Pero ese no
es el verdadero problema. De lo que se trata es de dilucidar si objetivamente
su discurso y su actuar propenden a la reducción del número de abortos que día
a día se practican en las diferentes sociedades.
Frente a esto, hay al
menos dos situaciones complejas, que ponen en duda el carácter efectivamente
anti abortista de los grupos pro-vida.
En primer lugar el tema
penal. El principal discurso ideológico de los grupos pro-vida, en referencia
al aborto, es la oposición a la despenalización del aborto en donde todavía es
delito, o la petición de que vuelva a considerarse como tal, en aquellos países
en donde ya no lo es, o sólo lo es parcialmente. Ahora bien, la creencia en la
eficacia de la amenaza penal para la disminución o eliminación de ciertas
conductas se encuentra ampliamente difundida. Así suele ocurrir con el tema de
la pena de muerte o con el aumento de la pena. Con demasiada frecuencia y sin
datos de la realidad, se afirma la existencia de un efecto intimidatorio en la
pena de muerte que la justificaría, como también el hecho que a mayor sanción,
mayor es el efecto disuasivo. En materia de abortos, se sostiene lo mismo. Una
vez más sin embargo, la realidad parece distinta. Como señalan Faúndes y
Barzelato, “Muchos dirigentes políticos y religiosos, así como las personas que
se identifican con el movimiento pro vida, parecen creer que la prohibición
legal y moral es el medio más eficaz para reducir la cantidad de abortos. De
ese modo, ignoran de manera sistemática las pruebas recogidas en todo el mundo,
que muestran la ineficacia de esa prohibición en reducir la incidencia del
aborto”().
En segundo lugar, todo
aborto consentido, y sólo a ellos nos referimos aquí, es resultado de un
embarazo no deseado, aunque dicha situación sea resultado de la presión de
terceros. Por ello, no puede extrañar que lo que efectivamente disminuye el
número de abortos, es la reducción de los embarazos no deseados. De este modo, el
primer objetivo a tener en cuenta en una política contraria al aborto
debiera ser la disminución de dichos embarazos. Y aquí nuevamente surgen
problemas frente a los grupos pro-vida.
La experiencia y la
investigación internacional demuestran, sin ninguna duda, que entre los factores
que más ayudan a disminuir los embarazos no deseados se encuentran:
- ·
Educación
sexual
- ·
Planificación
familiar
- ·
Servicios
anticonceptivos al alcance de quienes tienen una vida sexual activa.
- · Aumento
del poder de las mujeres en la capacidad para tomar decisiones sobre aspectos
sexuales y reproductivos.
Y la verdad, es que a todas estas medidas los movimientos
pro-vida, como regla general, se oponen. Podríamos largamente argumentar
demostrando su oposición a estas medidas, pero basta con transcribir lo que
ellos mismos dicen. Respecto de la primera de ellas, la educación sexual, la
Red Provida Chile dice textualmente “La escuela no es el lugar para impartir educación sexual. La educación
sexual adecuada para un niño depende de su particular madurez mental.
Los Programas de educación sexual pueden muchas veces deformar la conciencia de
un niño. Muchos psicólogos y psiquiatras se han pronunciado en contra de la
educación sexual en las escuelas, destacando su efecto dañino en los niños. Los Programas de educación
sexual desde pre-kinder hasta la escuela secundaria menosprecian continuamente
la naturaleza íntimamente afectuosa y monógama de la sexualidad humana”(). Y respecto de la planificación familiar, la misma red señala “Los programas
de planificación familiar promueven abiertamente el aborto, la homosexualidad,
la inseminación artificial y el control de la población. Por otra parte, suelen
rechazar los valores morales, afirmando que el bien y el mal deben ser
decididos por cada individuo”. Y agrega “Respecto a la educación de los niños,
estos programas niegan la verdad y el significado de la sexualidad humana. Esta
educación pervertida rompe las inhibiciones naturales. Como resultado, se
observa un aumento de la demanda juvenil por métodos para el control artificial
de la natalidad y el aborto”().
Demás parece recordar que la iglesia se ha manifestado contraria al empleo de
mecanismos de anticoncepción. Incluso cuando hay problemas de salud, como si
uno de la pareja está contagiado de VIH, la Iglesia Católica rechaza el empleo
de preservativos.
V.
¿Y ENTONCES QUÉ SON?
Como ya lo dijimos, no
se trata de grupos que efectivamente estén por la vida, pues su discurso
ideológico nada tiene que ver con la defensa amplia y abierta de la vida, ni
siquiera de la vida humana. En los hechos, tampoco están por disminuir el
número de abortos, en la medida que principalmente abogan por la sanción penal,
que no sirve para ello, ni por promover las medidas que permiten disminuir los
embarazos no deseados, principal causa de los abortos. ¿Cuál es entonces su
ideología esencial?
En nuestra opinión, no se trata de grupos que estén “a favor de la vida”, sino de grupos cuyo
objetivo real es el mantenimiento o la restauración de lo que se conoce como
moral conservadora, ocultado bajo un título hoy mucho más atractivo,
“pro-vida”.
En verdad hay múltiples pruebas que reflejan esta
realidad que mencionamos; pero sin duda son sus propios testimonios los que
mejor dan cuenta de ello.
La Red Pro-vida Chile nos da una buena pauta para
empezar. Bajo el título ¿En qué creemos?, señala:
- “Creemos y
respetamos la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. La
posición pro-vida señala que ni el aborto ni la eutanasia pueden ser
médicamente necesarios o moralmente permitidos.
- Defendemos
la familia formada por un hombre y una mujer, y creemos que es el medio
natural para el mejor desarrollo del niño.
- Creemos
que los padres son los primeros educadores de sus hijos.
- Creemos en
la libertad de educación.
- Creemos en
la libertad de información.
- Creemos en
la libertad de expresión”()
Precisemos algunas de las expresiones más arriba
vertidas, y una vez más con sus mismas expresiones. Defender la familia,
formada por un hombre y una mujer se complementa con, “¿Por qué no apoyamos el
Acuerdo de Vida en Pareja? El AVP
busca legitimar legalmente la unión entre personas del mismo sexo, otorgándole
un estatus de “matrimonio”. Sin embargo, el AVP contraría lo más propio del
matrimonio: la procreación y el cuidado de los hijos”().
Y creer que los padres
son los primeros educadores significa creer que “La escuela no es el lugar para impartir educación sexual"(). En una línea similar, el Comité
Nacional Provida de México tiene un
completo “Manual para enseñar la
castidad” en una de cuyas partes se lee
“Por lo anterior, es muy importante mostrarles una visión completa e integral
de la sexualidad humana así como de las ventajas y satisfacciones de esperar al
matrimonio para ejercerla y vivirla plenamente. Que sean ellos mismos quienes
consideren, contemplen y valoren esta alternativa como un medio eficaz de
prevención. Que la abstinencia no sea mostrada como un "medio
anticonceptivo" más en la lista, sino como toda una filosofía de vida. Una
opción inteligente”().
En algunos casos se trata de
una ideología “tan” conservadora, ignorante y agresiva, que hiere los
sentimientos más básicos de la racionalidad contemporánea. Vivachile.org, que
reproduce artículos de Gonzalo Rojas Sánchez, Joaquín Fernandois o Hernán
Corral T., por ejemplo, tiene en su página artículos que justifican los
homicidio contra las mujeres, como por ejemplo aquel en que se lee que el
aumento de estos homicidios “…subió,
probablemente, y según dicen los abogados, por venganzas de hombres
desesperados tras ser despojados de casa, hijos trabajo y dignidad. Las
vividoras del género lo saben”(),
O que, anclados en el siglo XIX, defienden en el siglo XXI que “La Iglesia siempre ha reconocido la autonomía de las
realidades temporales y de la política, pero la política tiene que estar
subordinada, naturalmente que sí, a la moral y a la religión”().
Resulta curioso, por decirlo suavemente que un grupo se haga llamar “Cristianos
por la vida” y el odio que presentan se manifieste en mentiras, en visiones
trasnochadas de la “guerra fría”, y en un
lenguaje tan violento como para titular “Aborten a Marco”, para referirse a un
parlamentario: “Todo este manejo de cifras es parte de la
estrategia abortista por urgir a los ciudadanos como si el aborto fuera un
problema de salud pública como una epidemia. "Miente, miente que algo
queda", dicen los filósofos marxistas().
Lo que en definitiva se busca con este tipo de proyectos es la destrucción
cultural del país. De un país cristiano, profamilia y provida, a un país ateo,
secular, hedonista y egoísta. Materia prima para seguir con el totalitarismo
marxista, la continuación de URSS y sus satélites, o más bien un pueblo donde
el estado es Dios, y Jesucristo pasa a ser un dato histórico”().
En verdad hay mil pruebas más que confirman lo
señalado. En España por
ejemplo, el desarrollo de los movimientos "provida" se dispara luego
de la aprobación por el gobierno de Rodríguez Zapatero de la ley del matrimonio homosexual, el 2005, y de la ley que establecía la nueva asignatura
de Educación para la Ciudadanía el
2006, esto es, antes que surgiera la nueva Ley de Aborto de 2009. En Chile, aún recordamos que fue Jorge Medina Estévez, el obispo que consiguió
con la dictadura eliminar el aborto que mantenía nuestra legislación, quien al considerar "satánicos" los mensajes del grupo de heavy metal Iron Maiden,
consiguiera que se les
impidiera presentarse en nuestro país en 1992 y acusara a la cantante Madonna
de «despertar la lujuria» y provocar “suciedad en nuestro corazón”, el año
2008. En verdad en el mundo, como dice
Wikipedia, “Los movimientos provida surgen en los años 70 y los años 80 del siglo XX como
reacción a los cambios sociales y legales que se producen en las sociedades
occidentales a partir de los años 60: la legalización de los métodos anticonceptivos, la despenalización del
aborto, la creación de unidades de planificación familiar, la introducción de
la educación sexual en los programas de los centros de enseñanza, la
liberalización de las costumbres sexuales, la aparición de formas alternativas
a la familia tradicional, etc.”(),
lo que da cuenta de inmediato de su carácter conservador. Dicho carácter se
reafirma con la obsesión por la condena moral y jurídica del aborto, en todo
momento y en todo lugar, lo que da cuenta más bien de una ideología del castigo
y la culpa, que de una ideología pro vida.
Los grupos contrarios al aborto, en una sociedad democrática, tienen
todo el derecho del mundo a existir y a manifestarse, también aquellos que
buscan reconstruir la vieja moral conservadora; a lo que no tienen derecho, es
a mentir, a engañar, a presentarse bajo una apariencia determinada y en
definitiva ser otra cosa. Eso se llama fraude ideológico.
El 23 de octubre de 2015, el fotógrafo Marcelo Montecinos interpuso recurso
de protección en contra de InformAborto, por la utilización, en forma ilegal y arbitraria, sin la autorización de
su autor y sin señalar la identidad de éste, ni la fuente de donde fue
obtenida, la fotografía mencionada tomada en el Estadio Nacional, en 1973, por
el recurrente.