Y si no se trata de defender el narcotráfico, ni tampoco la intimidad, pero
la derecha se opone de manera tenaz y obstinada al alzamiento del secreto
bancario ¿qué está verdaderamente detrás?
De los fenómenos delictivos que más preocupan hoy, el crimen organizado es lejos
el más significativo. Entre las múltiples respuestas que el actual gobierno ha
ido elaborando para enfrentarlo, una de las que en las últimas
semanas ha generado más noticias, es la petición del levantamiento del secreto
bancario.
La
discusión adquirió más fuerza cuando la candidata presidencial de la derecha Evelyn
Matthei aseguró que había políticos que “se financian con platas de
narcos”. Ante eso, distintas
personalidades del oficialismo salieron a señalar que era importante levantar
el secreto bancario para perseguir la ruta del dinero.
Basto eso para
que la derecha en bloque, desde sus diferentes trincheras saliera a
manifestarse en contra. Bernardo Fontaine intentó ridiculizar la situación
“otro ingenuo que cree que el narcotráfico opera con transferencias bancarias”.
En el mismo sentido se expresó la presidenta de los Republicanos, Ruth Hurtado
“El narco no hace transferencias bancarias. Hay que ser bastante ingenuo”. Y el
inefable Diego Schalper ponía el argumento más político “Es una manera de
desviar la atención de su fracaso evidente en el combate al delito”.
En verdad nadie que conozca un poco
de cómo opera hoy el narcotráfico en el mundo, y Chile claramente no es la
excepción, pone en duda la importancia del sistema bancario para lavar dinero.
Y esto se sabe desde hace ya muchas décadas. La historia internacional, la
experiencia judicial nacional y la simple lógica nos lo enseñan.
La historia nos recuerda que con
frecuencia la banca no sólo fue “utilizada” para lavar dinero de actividades
ilícitas, sino que en muchas oportunidades participó conscientemente de ellas,
porque le producían ganancias excepcionales. Probablemente el caso más
escandaloso fue el del Bank of Credit and Commerce (BCCI), que llegó a tener
unos 14.000 empleados, más de 420 sucursales, negocios en más de 70 países, ser
el mayor banco privado del Reino Unido y el sexto mayor del mundo en su
categoría, que según un informe de Naciones Unidas (1993), llegó a lavar unos
20 mil millones de dólares.
El año 1990,
Jean Ziegler, a esa fecha profesor de sociología de la Universidad de Ginebra
(y más tarde de La Sorbona) y consejero nacional (diputado) en el Parlamento
Suizo, publicaba la que sería una de sus obras más conocidas “Suiza lava más
blanco”. Allí señalaba, entre otras cosas, que los dineros que movía la banca
Suiza eran de tres tipos, el “dinero propio", fruto de transacciones
normales y lícitas, el “dinero gris”, producto de la evasión fiscal de las
clases dirigentes de diferentes países europeos o distorsiones fraudulentas de
dirigentes del tercer mundo, y “…el dinero negro o dinero sucio, desde lejos el
más importante”, correspondiente a miles de millones de dólares, que la banca
camuflaba, lavaba y reinvertía, y que provenía del “…botín de las redes
internacionales del tráfico de drogas, de armamento y otras actividades
criminales”. En el texto, señalando fechas, nombres y detalles, daba cuenta de
cómo y hasta que nivel, la banca suiza sabía y participaba del blanqueo de esos
fondos de origen criminal y particularmente de dineros proveniente del
narcotráfico.
Sólo meses
después de la aparición de este texto,
en enero de 1991, el periodista colombiano Fabio Castillo, famoso ya por su
trabajo anterior “Los jinetes de la
cocaína”, que denunciaba como muchos
hablaban de las “mulas” del narcotráfico, pero nunca de los “jinetes”,
publicaba el libro “La Coca Nostra”, cuyo objetivo era “…desentrañar la
compleja trama internacional que se ha
urdido en torno al tráfico de cocaína .. que se inicia en Bolivia y Perú, pasa
por algunas familias en Colombia….cuenta con el apoyo implícito de laboratorios
químicos de Holanda y Alemania Federal, empresas de transporte marítimas y
aéreas y una treintena de bancos internacionales diseminados a lo largo de todo
el mundo…”.
El año 92, el
Consejo Económico y Social de Naciones Unidas señalaba que “La enorme cuantía
de las ganancias ilícitas que entran en juego atrae a los bancos, las
instituciones financieras y las administraciones corruptas”.
Podemos seguir
citando expresiones similares hasta nuestros días. Lo que nos interesa destacar
aquí es que desde hace ya varias décadas se tiene certeza que la banca juega un
rol destacado en el lavado de dinero ilícito. Ya sea como instrumento de los
delincuentes para el lavado de activos, o como partícipes directos y
conscientes en ese tipo de delitos.
En nuestro país, tenemos al menos la
certeza de que el sistema bancario se ha usado para lavar dineros. El ex fiscal
Carlos Gajardo, señalaba que según la Unidad de Análisis Financiero, en más de
la mitad de los casos de condenas por lavado de activos se usaron los bancos
para ello.
Por lo demás si todo el mundo sabe
que las cifras que mueve el narcotráfico son de millones y millones de dólares
¿Puede alguien creer que esas cantidades sólo se manejan en dinero efectivo?
En verdad ya sea para pagar la droga
que se recibe desde otra organización criminal, o para poder utilizar las
enormes utilidades que el narcotráfico reporta (compra de propiedades, autos de
alta gama, joyas y relojes de alto valor, etc.), resulta imprescindible el
empleo de tarjetas bancarias, cuentas corrientes, vale vista, etc.. Pero
también cuando hay inversiones que buscan precisamente aparentar utilidades que
justifiquen los altos ingresos de la droga, como la compra venta de bienes raíces,
de joyas, relojes, antigüedades, obras de arte, autos de lujo, operaciones de casinos,
clubes nocturnos, hoteles, agencias de viajes, etc. En prácticamente todos esos
casos hoy resulta imposible manejarlos exclusivamente en efectivo.
Ahora bien, perseguir “la ruta del
dinero” en relación con el narcotráfico reporta varias e importantes ventajas,
Por un lado permite que la investigación se encause hacia los jefes de las
organizaciones criminales, que son en definitiva los que manejan las grandes
sumas de dinero, lo que no suele ocurrir cuando se incauta droga, pues estos
tiene la precaución de estar normalmente alejados física y orgánicamente de las
drogas. Por otro, la investigación cuenta desde el primer momento que se establece
la ilegalidad de las operaciones bancarias, con documentación probatoria, lo que
facilita seguir las diferentes redes, así como obtener condenas por los
delitos. Por último, permite la incautación de importantes recursos monetarios
o materiales (adquiridos con esos recursos), privando a las organizaciones
criminales de uno de los principales elementos que permite su existencia. Es
decir, perseguir el crimen organizado a través de la ruta del dinero es
altamente ventajoso, apunta a los líderes, entrega pruebas y priva de recurso a
la organización criminal.
Y si esto es así, y la derecha lo
sabe. ¿Por qué entonces se niega al levantamiento del secreto bancario? ¿Para
proteger al narcotráfico? No es descartable en alguno que otro caso; pero claramente
no parece ser el objetivo más buscado.
Oficialmente la derecha dice defender
la “intimidad” de las personas. Y de ahí lo expresado por Macaya sobre la materia
“No queremos que un funcionario público, nombrado por el
gobierno de turno pueda saber la compra que tú hiciste en el supermercado”. Pero
dicha argumentación es desde toda perspectiva absolutamente ridícula. Desde luego
porque en la cartola del banco aparece el total de lo pagado, y no lo que
compraste. Pero además, porque nadie ha propuesto una cosa similar, sino por el
contrario. Se trata de que funcionarios especializados, con antecedentes serios
para ello y los debidos resguardos, puedan acceder a la información bancaria de
determinadas personas, quienes además podrán recurrir a los tribunales para
oponerse a ello. Por lo demás, el argumento de la protección de la intimidad se
desploma cuando de empresas se trata. ¿o alguien cree que las empresas también tienen
intimidad que defender? Y sin embargo la derecha tampoco está disponible para
levantar el secreto bancario respecto de las empresas.
Y si no se trata de defender el
narcotráfico, ni tampoco la intimidad, pero la derecha se opone de manera tenaz
y obstinada al alzamiento del secreto bancario ¿qué está verdaderamente detrás?
No se necesita ser muy perspicaz para descubrirlo. El verdadero temor es que el
levantamiento del secreto bancario aumenta considerablemente las posibilidades
de descubrir los casos de recepción de dineros provenientes de la corrupción,
así como los de evasión y elusión tributaria. Y en estas materias la derecha
tiene el tejado de vidrio, y también lo sabe.
La experiencia nos muestra que los
dineros provenientes de los grandes casos de corrupción se mueven y blanquean a
través de la banca. Bastaría recordar que Torrealba, el corrupto ex alcalde de
Vitacura tenía una cuenta en el Banco Chile con cientos de millones, monto
acumulado mayoritariamente a partir de depósitos en dinero efectivo; que el
llamado “Pacogate”, el más grande fraude al fisco, por más de 35.000 millones
se descubrió por movimientos bancarios irregulares en los Bancos del Estado y
Banco Falabella. que en el caso Corpesca, la empresa que realizó pagos a
políticos a cambio de influencias y favores en la legislación pesquera los canalizó
a través de cuentas bancarias y transacciones financieras. Y así podríamos
recordar decenas de otros casos, incluyendo por cierto el del dictador Augusto
Pinochet, alias Daniel López, alias Juan Manuel Riesco, alias José Ramón Ugarte,
que fue descubierto en una investigación del Banco Riggs, y otros más
detectados
Por otro lado, la
elusión y evasión tributaria en nuestro país resulta a todas luces brutal. Recientemente,
en diciembre de 2023, el exdirector del
Servicio de Impuestos Internos Michel Jorrat entregó al Ministerio de Hacienda
un informe elaborado junto al equipo técnico del servicio que revelaba que el
incumplimiento tributario en materia de IVA es aproximadamente de un 18,4%, lo
que es equivalente al 1,8 del PIB y el incumplimiento empresarial es del 51,4%
aproximadamente, lo que añade un 4,7 del PIB. Es decir, estamos ante un incumplimiento
tributario del 6,5% del valor total de todos los bienes y servicios finales
producidos por nuestro país.
Y eso es lo que
defiende la derecha. Que sus funcionarios corruptos no sean descubiertos y que
los grandes millonarios, dentro de los cuales con frecuencia están ellos
mismos, sigan sin pagar impuestos.
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