Hace tan sólo
unos días se instaló el Consejo Constitucional, organismo que deberá dar la redacción
final al proyecto de constitución que, sometido a un plebiscito popular,
deberemos aprobar o rechazar. Por supuesto que no tenemos el texto definitivo
que será sometido a la consulta popular, pero, aun así, hay personas que ya
manifiestan una decisión. Una reciente encuesta Cadem incluso nos dice que el 51%
tiene una intención de voto de “Rechazo” (10.06.2023). En lo esencial, nos
parece que hay varios elementos que ya han llevado a algunos a definir su
postura.
El primero fue
sin duda el masivo rechazo al proyecto anterior, elaborado por Comisión
Constituyente y sometido a plebiscito el 4 de septiembre del año pasado. Conocidos
los resultados, surgieron los primeros llamados a rechazar lo que viniera.
El segundo
elemento que empieza a marcar nuevamente una opción lo constituye el “Acuerdo
por Chile”, adoptado el 2 de diciembre de 2022, repudiado desde un comienzo por
algunos por la forma (sería un ejemplo de la “cocina” política) y luego por el
texto acordado. Allí se establecieron12 Bases Constitucionales que debería contener, al menos, el proyecto de
reforma constitucional, y tres órganos que intervendrían, el Consejo Constitucional,
cuya función primordial sería únicamente discutir y aprobar una propuesta de texto de nueva
Constitución, elaborada ésta como anteproyecto, por una Comisión Experta, y por
último, un Comité Técnico de Admisibilidad, cuya tarea será la revisión de las
normas aprobadas en las distintas instancias que se presenten en la Comisión
Experta y/o el Consejo Constitucional, a fin de determinar una eventual
inadmisibilidad de éstas cuando sean contrarias a las bases institucionales
establecidas. Algunos encontraron aquí la garantía de que lo que viniera
estaría “bien hecho”, que los expertos asegurarían seriedad y seguridad, y otros, unos límites
inadmisibles al ejercicio de la soberanía popular.
El tercer
elemento lo constituyó el resultado desastroso para las fuerzas progresistas y
de izquierda en el proceso de elección de los constituyentes y un éxito
abismante del Partido Republicano, de extrema derecha, cuyos miembros se habían
manifestado partidarios de mantener la constitución del dictador y por lo mismo
contrarios a cualquier cambio.
El último
elemento hasta aquí que debiera incidir en una decisión, lo constituye el texto
elaborado por la Comisión de Expertos y entregado recientemente al Consejo
Constitucional para su revisión y modificación. Sus contenidos en todo caso,
son esencialmente desconocido para la gran mayoría de los chilenos.
En lo que a
nosotros se refiere, estamos en ese 38% que votó por aprobar el proyecto de
constitución anterior, no nos gustó el Acuerdo por Chile, ni en su forma ni en
sus contenidos, no nos gustó la idea de establecer previamente límites al
ejercicio de la soberanía popular, tampoco nos gustó la existencia de una “Comisión
de Expertos” encargada de proponer un texto sobre el que trabajar, lloramos de
pena por los resultados de la elección del Consejo Constituyente que dio el
abrumador triunfo a la ultraderecha, y el nuevo texto no nos satisface plenamente.
Atendido todos
esto, tenemos claro que el proceso constituyente en marcha, iniciado a raíz del
estallido social, y que esperábamos concluyera con profundos cambios al modelo
neoliberal imperante, ha quedado clausurado. Por esta vía, y en estos tiempos, ya
no podremos tener aquella constitución transformadora con que soñamos.
¿Quiere decir
esto que vamos a votar rechazo en el próximo plebiscito? NO. ¿Quiere decir entonces
que debemos votar apruebo, sea lo que sea lo que diga el texto propuesto? NO,
claramente no.
Quiere decir que
necesitamos conocer cómo se va dando el trabajo del Consejo Constitucional, y
según ello el texto que se vaya definiendo. Sabemos que no será el ideal, que
no será el que queríamos y que tendrá materias insuficientemente tratadas en
algunos casos y en otros, disposiciones claramente cuestionables. Por ello,
llegado el minuto será imprescindible analizar, si en relación con la
constitución de la dictadura actualmente vigente, y desde una perspectiva
política amplia, cambia significativamente la naturaleza del Estado, consagra o
no de mejor manera derechos sociales, permite una mayor participación popular, asegura
mejor la transparencia y probidad en el aparato del estado, la protección del
medio ambiente, etc. y sólo ahí decir.
Hace sólo unas
semanas, cuando llamábamos a no votar nulo, decíamos en este mismo espacio que
hay al menos tres elementos que en ese momento se veían como positivos. Hoy
siguen viéndose de igual manera, a pesar de todo. Así por ejemplo, derogar la
constitución de la dictadura cívico militar, y más cuando conmemoramos 50 años
del golpe de estado, constituye un triunfo político significativo en la lucha
popular, sustituir del rol del Estado, desde el Estado “subsidiario”, que
consagró la constitución del 80, a uno “social y democrático de derecho”, de la
actual propuesta, aún con los límites que le impusieron, implica un enorme
espacio de diferencia. También vemos algunos derechos sociales mejor consagrados. ¡No es casualidad que Rojo Edwards y otros personeros
republicanos ya hayan anunciado que la intención de ellos es desmantelarla!
Mientras tanto,
mientras vemos cómo se va desarrollando el proceso, no nos podemos quedar
tranquilos. Por el contrario, debemos bregar intensamente por consolidar los
aspectos valorables de ese nuevo texto, hacer todo lo que esté a nuestro
alcance no sólo porque no experimente retrocesos, sino en lo posible por
avanzar al menos en algunas materias. No tenemos que olvidar en ningún momento
que este proceso, en el que sigue en marcha la decisión de cambiar esta
constitución, no fue una dádiva de la derecha, ni siquiera de los partidos que
dicen ubicarse en el centro, fue un triunfo del pueblo que salió a las calles,
que cuestionó 30 años, y que expuso su vida y sus ojos, poniendo en jaque a los
gobernantes de ese minuto y de antes. No podemos olvidar incluso que los
contenidos ya alcanzados son resultado en parte importante de la presión social
que ha existido sobre los diferentes temas.
Hoy,
como ayer, sigue siendo tiempo de lucha, y por sobre todo, de unidad. En primer
lugar, es imprescindible que todos los miembros del Consejo Constituyente que
no estén al lado de la derecha actúen unitariamente, que frente a los temas centrales
manifiesten una sola posición y logren aislar a la derecha. Sólo así dichas propuestas tendrán peso, y aun
cuando numéricamente no puedan impedir que aprueben ciertos textos, si lo hacen
sólo con los votos de su sector, deberán pagar los costos ´políticos de esas decisiones.
El resto,
quienes no estamos en el Consejo, y mientras no exista una decisión definitiva,
debemos tener la capacidad de apoyar a nuestros
constituyentes, de salir a las calles, de rodear el Consejo con movilizaciones de
masas, de denunciar el rol que va a jugar la derecha al interior de éste, y por
sobre todo, de ir construyendo una correlación de fuerzas en todos los espacios
sociales, que sea capaz de detener el avance de la extrema derecha y que en
definitiva nos abra nuevamente el camino para, el 2025, ganar la elecciones
presidenciales y dar continuidad al proceso de transformaciones que hemos recién
empezado.
Santiago,
junio de 2023
Interesante articulo ... Nos deja una reflexión necesaria . Debemos estar atentos y vigilantes a defender espacios logrados y fortalecer una real política de Alianza....Mis felicitaciones a Fdo Garcia
ResponderBorrar