A casi 50 años del golpe cívico-militar, la derecha ha intensificado
sus esfuerzos por derribar, o al menos disminuir, la imagen mundialmente
gigante de Salvador Allende. En verdad se trata de un esfuerzo sostenido de más
de 60 años, que se incrementa o disminuye, según los tiempos políticos de
nuestro país, pero que durante más de 6 décadas nunca ha desaparecido. Y sólo
por recordar algunos momentos álgidos de esta empresa, mencionemos la escandalosa
campaña del terror del 64, financiada por la CIA como se ha comprobado después,
que, en plena guerra fría, lo solía presentar como un títere soviético, o un
comunista disfrazado, o la llevada a cabo durante todo el gobierno de la Unidad
Popular, especialmente por varios pasquines de esa época cuyo nombre no vale la
pena siquiera recordar, en las que se le solía representar como un ebrio
permanente, o la llevada a cabo inmediatamente después del golpe por la
dictadura criminal que se instauraba, en la que se le intentaba presentar como
un vividor.
Hoy hay miles de
páginas, escritas por autores de todo el espectro político, que nos hablan de
su biografía, su pensamiento político, sus características psicológicas, sus
relaciones con su partido, con la masonería, con las diferentes fuerzas políticas
que lo apoyaron, sus discursos en el parlamento, incluso sobre las miles de caricaturas
que sobre él se hicieron. Y su figura, lejos de perder fuerza, sigue creciendo.
Calles, hospitales, monumentos, colegios, bibliotecas, escuelas de medicina, y
hasta terminales de buses llevan su nombre, inmortalizando su figura en los 5 continentes.
Hoy,
precisamente hoy, el día de su natalicio, en la Sala A1 del Centro Cultural Gabriela
Mistral, edificio diseñado en tiempo récord y construido en sólo 275 días durante su gobierno, para celebrar allí la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas en
Comercio y Desarrollo (conocida por su sigla en inglés UNCTAD III), se llevará
a cabo el lanzamiento del libro “Chicho”, en donde más de 150 artistas
plásticos y gráficos, de Chile y el mundo, rinden homenaje a la figura de
Allende. Recientemente, este 22 de junio, la Asamblea General de
la OEA aprobó una resolución que junto con “Tomar consciencia de los 50 años
del golpe de Estado en Chile como una oportunidad para reafirmar nuestro
compromiso con los valores democráticos, incluyendo la democracia
representativa, la justicia social, los derechos humanos y las libertades
personales”, pedía “Considerar favorablemente la solicitud del Gobierno de
Chile para un apropiado reconocimiento al ex Presidente de Chile, Salvador
Allende Gossens, en los mismos términos que se han aplicado a las figuras
históricas del hemisferio que son honradas en la sede de la Organización”. Y en
esa sede se honran figuras como Simón Bolivar y Eloy Alfaro, entre otras.
Pero nada de eso hace mella en nuestra derecha, y acentuado esto
por el dolor de no tener a nadie cuya imagen se acerque siquiera a los talones
de la del presidente mártir, los esfuerzos por desdibujar su imagen, se
acentúan. Entre todos esos, en los últimos tiempos destaca uno en el que han
insistido. La actual imagen de Allende sería sólo un “mito”, una especie de falsificación
histórica, que únicamente surge por las condiciones de su muerte trágica en La
Moneda. Y como lógica consecuencia de ello, agregan, es necesaria dar una mirada
“objetiva” a dicha figura, para conocer verdaderamente quién era Salvador
Allende (y claro está, la imagen “objetiva” es la que presentan ellos).
Por supuesto que la figura de Allende se acrecentó con su
ejemplo de valor y entrega por su pueblo el 11 de septiembre en La Moneda, pero
ella ya venía gigante. Para descartar la idea que la figura de Allende surge potente
e inmortal sólo con su muerte, bastaría recordar que cuando en 1972 entró a la
sala de la Asamblea de las Naciones Unidas para dar su discurso, se produjo un
aplauso espontáneo y los delegados de todo el mundo se pusieron de pie para
continuar aplaudiéndolo, cosa completamente excepcional. Y cuando terminó su
memorable exposición, fue nuevamente largamente ovacionado, también de pié.
(Algo similar sólo se produjo años más tarde cuando intervino Nelson Mandela,
luego de su liberación).
Y si, efectivamente Allende es hoy una figura mítica, pero esta vez en cuanto la palabra
mito se refiere a “Persona o cosa rodeada de extraordinaria admiración y estima”,
una de las alternativas que al respecto entrega el diccionario de la lengua de
la RAE. Y ello es la justa consecuencia de una vida entera entregada a las
luchas de su pueblo.
Recordemos para empezar que Allende era parte
de una familia de clase acomodada, con una inteligencia brillante, y un título
de médico cirujano que le habría permitido ser un triunfador probablemente en
el ámbito que se lo propusiera. Y en esas condiciones, eligió dedicarse, desde
la política, a la lucha por mejorar las condiciones de vida y la dignidad de millones
de trabajadores en nuestro país, a la búsqueda de una sociedad socialista. Fue dirigente
estudiantil en la Universidad de Chile, fundador del Partido Socialista, diputado
y ministro de salud cuando bordeaba los 30 años, y analizó los determinantes
sociales de la salud cuando el término ni siquiera existía. Luego senador, candidato a presidente 4 veces y
el presidente de Chile más conocido y querido en el mundo. Fue también perseguido,
estuvo preso y fue golpeado en mitines populares.
Su imagen es resultado no sólo de una
vida entera, sin claudicaciones, dedicada a las
luchas sociales por su pueblo, sino a la visión preclara, del estadista que
desde muy temprano se empezó a forjar.
La universalidad de su lucha, tanto en lo
que se refiere a bregar por mejores condiciones de vida y la dignidad de los hombres,
como a su solidaridad con los distintos pueblos y movimientos que así lo hacían,
es también un factor importante para hacer su figura universal. La solidaridad
de Allende estuvo presente con el heroico pueblo de Viet Nam, con la Cuba también
agredida por el imperialismo norteamericano, y con todos los movimientos
sociales y revolucionarios que luchaban por un mundo mejor.
Su oratoria brillante es todavía proverbial.
Su discurso al conocerse los resultados de la elección presidencial de 1970, o
el ya referido de las N.U., el de la U. de México a los estudiantes, sus
últimas palabras el 11 de septiembre, son piezas de oratoria como no hemos
conocido otras en la historia política de nuestro país.
Hoy, cuando el país se estremece con la
corrupción que azota diversas instituciones públicas, y son miles de millones de
pesos los perdidos, que podrían estar ayudando a dar una vida más digna a miles
de ciudadanos y el individualismo arrecia en todas las esferas, la figura de
Allende, no sólo honesto, sino incuestionablemente honesto y solidario, se
agiganta aún más.
Entrega, esfuerzo, consecuencia, honestidad,
son valores que la figura de Salvador Allende sigue irradiando a Chile y el
mundo.
HONOR Y GLORIA ETERNA AL PRESIDENTE MARTIR
Santiago 26 de junio de 2023
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