En estos días hace 174 años
que en Londres, un par de jóvenes alemanes, de 29 y 30 años, publicaban (febrero
de 1848), el que sin sospecharlo, iba a ser uno de los más relevantes
documentos políticos elaborado en la historia de la humanidad. Así, bajo el
título "Manifiesto de Partido Comunista", Marx y Engels entregaban a
los trabajadores del mundo una de sus más potentes armas en la lucha por la
defensa de su dignidad, un folleto de apenas 23 páginas, consistente
básicamente en una declaración de principios de la recientemente renombrada
Liga de los Comunistas, que entre otras cosas consideraba una novedosa
explicación de la historia, en la que de parias de la historia, transformaba a
los trabajadores en sus protagonistas.
El documento mencionado
empezaba con esa frase que décadas después, y especialmente luego de la Comuna
de París en 1871, se hiciera famosa "Un fantasma recorre Europa, el
fantasma del comunismo". Y agregaba “Todas las fuerzas de la vieja Europa se
han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma…”
En 1848, cuando la ciencia
estaba aún en pañales, y todavía no se apagaban los sueños -y las pesadillas-
del romanticismo, los fantasmas no eran cualquier cosa, tenían vida propia en
las mentes de millones de europeos, y su sola mención era capaz de aterrorizara
millones. Frente al temor que la sola palabra “comunismo” desataba en muchos,
Marx y Engels concluyen dos cosas. La primera, que se debía reconocer al
comunismo como una potencia, y la segunda, que ya era hora que los comunistas dieran
a conocer al mundo su modo de pensar, sus fines y tendencias, en definitiva que
a la fábula del fantasma opusieran un documento que diera cuenta de la verdad.
A miles de kilómetros de
Londres, en Chile, 171 años después, millones de personas nos manifestamos, de
diferentes maneras, en octubre del 2019, exigiendo transformaciones profundas
para nuestro país, educación, pensiones, salud, vivienda, trabajo digno, entre
otros múltiples requerimientos. Ello daba cuenta de la necesidad de estructurar
un nuevo modelo de sociedad, más democrática, más inclusiva, más solidaria, que
junto con reconocer derechos sociales verdaderamente dignificara la vida de sus
habitantes. Todo ello exige, entre otras cosas, una estructura estatal
diferente, guiada por principios distintos (de partida, no más subsidiariedad)
y con instituciones capaces de satisfacer efectivamente las sentidas demandas
que la ciudadanía expresó. En la actualidad hay principalmente dos mecanismos institucionales
para encaminarnos hacia estos objetivos, el éxito del programa transformador
del nuevo presidente electo, y por sobre todo, la consolidación de una nueva
constitución.
Hoy como ayer, frente a ambas
situaciones, el principal desafío parece ser el combatir los fantasmas que se
han levantado en contra de ellos, y simplemente decir la verdad. Y es que esta
vez “Todas las fuerzas del viejo Chile” se han unido en santa cruzada para
acosar a esos fantasmas” y especialmente al que representa la nueva
constitución.
Ya vimos las decenas de
mentiras que el candidato del neofascismo desarrolló contra la campaña de
Boric. Hoy, esa misma lógica, “mentir, mentir, que algo queda”, está desatada
contra las posibilidades de la nueva constitución. Ante la pérdida inminente de
privilegios, la derecha ha lanzado una campaña de verdades a medias y mentiras
completas como pocas veces se ha visto.
Antes que los convencionales
empezaran a trabajar en las ideas de fondo del texto que se espera redacten, los
dardos fueron encaminados a desprestigiar a sus integrantes, denostando a las
personas, promoviendo prejuicios racistas, denostando rasgos culturales, en
definitiva, difundiendo discursos de odio. A poco más de un mes de la
instalación Convención, en agosto de 2021, un estudio de la PUCV denunciaba la existencia
de unas 8.000 cuentas, que formando una “tropa digital”, se dedicaban a atacar en
las redes sociales, de manera sistemática y coordenadamente a la Convención.
Que los convencionales eran flojos, que su presidenta no estaba capacitada para
dirigir, que perdían el tiempo, que sólo querían más plata, que no hacían nada…
A poco más de una semana de
que empezara el trabajo de estudio y aprobación de las propuestas, y sin que se
haya aprobado todavía un solo artículo del textos definitiva, sin el menor
escrúpulo pasaron del que “…no hacían nada…” al “…quieren cambiarlo todo…”.
Como ayer, hoy “todas las
fuerzas del viejo Chile”, -precisamente ese que queremos cambiar- se han unido
en santa cruzada para acosar a ese fantasma”. En contra de la nueva
constitución se han dispuesto todos los espacios de poder de los grandes
privilegiados del sistema, político, mediático, económico, jurídico, se han
buscado a todos los que pueden aportar a rechazar al texto que democráticamente
se construye. Y si ayer eran el “Papa, el zar, Metrrernich y Guizot, los
radicales franceses y los polizontes alemanes”, hoy, al lado de los Edwards,
los Luksic, los Saieh, -o sea los dueños de Chile- están figura desquiciadas
como Marinovich, derechistas recalcitrantes como Mariana Aylwin, renegados como
Oscar Garretón “amarillos” como Cristián Warken –cuyo anticomunismo asombra por
la ignorancia que ha reflejado- más algunos despistados que nunca faltan.
Y así, especialmente desde la
prensa escrita, y la televisión, dando espacio a quien quiera pronunciarse
contra una constitución que recién empieza a esbozarse, se desarrolla, promueve
y difunde un bien estructurado programa de inexactitudes o derechamente
falsedades que en lo esencial busca, más que informar e impactar sobre el
juicio y la razón, afectar la emoción de quienes la reciben. Miedo y rabia son
los principales objetivos buscados. No se trata de comunicar para que
ilustradamente las personas adopten sus propias decisiones, se trata de
atemorizar, de irritar, de buscar que reaccionen emocionales básicas, como la
ira o el miedo permanezcan, y llegado el momento lleven a las personas a
pronunciarse a favor de lo que desde el miedo y la ira les proponen, mantener
los privilegios de quienes hoy son los dueños del agua, las minas, los mares,
los bosques, los bancos, las AFP, … en definitiva, del país.
Hoy, el primer objetivo de
quienes creemos que cualquier constitución elaborada por un conjunto de
personas democráticamente electas para ello es mejor que aquella elaborada por
cuatro o cinco iluminados durante el gobierno más criminal que tenido Chile, es
luchar por derrotar el fantasma del miedo, porque la verdad de lo que en la
comisión se discute y aprueba llegue efectivamente a todos los chilenos, en
definitiva, porque al momento de plebiscitarse el texto propuesto, una
abrumadora mayoría la haga suya y el SI al nuevo texto sea cercano al 80%, como
lo obtuvo el Apruebo.
Santiago 21 de febrero
de 2022
(a 174
años del lanzamiento en Londres de Manifiesto del Partido Comunista, 21 de
febrero de 1848)
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