Sr. Director
En nuestro país el patrimonio
cultural es noticia muy pocas veces al año. El Día del Patrimonio o cuando algo
se roban, (como ocurrió con la espada del General Bulnes) y en estos últimos
meses por los intentos de repatriación del Moais del Museo Británico y
recientemente por la recuperación de 10 esculturas robadas, y encontradas en una
hacienda en la Región de O´Higgins. Pero ni el Patrimonio Cultural se puede
reducir a un día al año, ni su destrucción y saqueo a los robos de unas
esculturas.
Durante más de 25 años hemos
denunciado como el empobrecimiento de nuestro patrimonio cultural, en esta
época, es esencialmente obra del ser humano (ayer pudo haber sido la
naturaleza, con sus terremotos, inundaciones o el simple paso del tiempo). Destrucción y daño, saqueo de sitios
arqueológicos y paleontológicos, robos de museos, iglesias y colecciones
particulares, tráfico ilícito, son las principales conductas que lo disminuyen,
falsificaciones, las principales que lo empobrecen. Y si bien hemos avanzado
algo, desde aquel inoperante Consejo de Monumentos Nacionales que a principios
de los años 90 ni siquiera poseía la lista de aquellos bienes que había
declarado tales, hasta el reciente Ministerio de las Culturas, las Artes y el
Patrimonio Cultural, seguimos en deuda con el tema, pues carecemos de la
conciencia básica sobre su importancia. (La realización del rally Dakar en
nuestro país, con sus más de cien sitios arqueológicos destruidos en las dos
primeras versiones, fue una clara muestra de ello).
Sigue pendiente un reconocimiento constitucional a las funciones
del Estado en esta materia (el constitucionalismo patrimonial viene de los
tiempos de la Constitución de Weimar en Alemania, (1919), y en España incluye
la obligación de sancionar penalmente los atentados contra el patrimonio), la
estructuración de una institucionalidad más sólida, la definición de
obligaciones más precisas (cuando todos tienen la misma y general obligación,
nadie la tiene), una integración ciudadana más relevante, la formación de
profesionales especializados (en materia jurídica ni siquiera existe el ramo “derecho
del patrimonio cultural”, menos la especialización), entre otras, y por cierto
más recursos.
En materia de investigación y
recuperación de especies robadas es altamente loable la función de la PDI, que
con su Brigada especializada y su página web con “Obras de Arte Robadas”, ha
contribuido eficientemente a la recuperación de decenas de obras. Pero su labor,
prácticamente aislada, sigue siendo insuficiente. El “mercado del arte robado”
es extremadamente rentable, tiene características internacionales (el ejemplo
del “Pelargonis Chilensis”, recuperado desde Alemania gracias a la buena
voluntad del Museo
Senckenberg de Frankfurt, es un buen ejemplo de ello),
y puede llegar a ser muy complejo. Se hace imprescindible al menos la
integración permanente de un equipo especializado que comprenda investigadores
(policías y fiscales), expertos en arte y periodistas que difundan las noticias
especialmente de los robos, (mientras más conocida es la pieza, mayores son las
probabilidades de recuperarlas).
La desaparición de nuestro
patrimonio cultural es en buena parte la desaparición de nuestra identidad.
Atte.
Fernando
García Díaz
Abogado
Profesor Universidad de Chile, Facultad de Arte
Postítulo Restauración de Patrimonio Cultural Mueble
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