jueves, 26 de diciembre de 2024

ABORTO, HIPOCRESÍA DE LA DERECHA Y FALSEDAD DE LA IGLESIA

 


El aviso que se postergaba hasta enero la propuesta de ley que amplía los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres estableciendo el aborto libre hizo una vez saltar a los representantes de la derecha política y del mundo conservador en lo moral, (que a menudo van de la mano). Como no podía ser de otro modo, el arzobispo de Santiago, Fernando Chomali salió a condenar esa posibilidad y políticos de la UDI, RN y la DC a señalar que el gobierno no tiene los votos para avanzar con el proyecto, o peor aún, que no era un tema relevante y que no se podía legislar para las minorías. (¡Como si no se tratara de miles de mujeres que cada año deben decidir entre realizarse un aborto clandestino o no, decisión que considera aspectos como la significación de la muerte, la valoración de su sexualidad, la calidad de vida, el derecho a la autodeterminación de sus cuerpos, en definitiva, su propia dignidad!)

Ya habíamos visto una pataleta de niños malcriados en la derecha cuando entre los anuncios de la Cuenta Pública rendida por el Presidente Boric este 1° de junio de 2024, señaló que iba a proponer un proyecto de ley que ampliara los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, estableciendo el aborto libre. Bastó que mencionara el tema, para que, algunos diputados de la extrema derecha nacional, olvidando lo que debiera ser su principal actitud, estar dispuestos a discutir democráticamente los temas, en definitiva, a parlamentar, (para lo cual es básico oír al interlocutor), hicieron abandono del salón.

Nadie discute la importancia de penalizar el aborto sin o contra la voluntad de la mujer embarazada. El tema conflictivo es el aborto consentido. Desde hace ya varios años y especialmente desde después del estallido social, la legalización del aborto libre se ha venido planteando como demanda, en numerosos foros, en el propio parlamento, en el mundo del feminismo, en las manifestaciones callejeras, en definitiva, en instancias de todo tipo.

 De manera permanente y obstinada, la derecha se ha opuesto a discutir el tema, y cuando no ha podido eludir la discusión, ha votado en contra. Al hacerlo, siempre se ha insistido en que ellos están en contra del aborto pues que se trata de un crimen horroroso, contra los más desvalidos suelen agregar, y que por ello debe mantenerse y sancionarse como delito. Mirado desde afuera el discurso puede parecer incluso coherente, pero a poco de analizar surge verdaderamente como un acto de suma hipocresía,

 Desde luego, estar en contra del aborto debiera significar en primer lugar estar dispuesto a movilizar acciones y recursos para prevenir su ocurrencia, para disminuir su realización al mínimo posible. Y aquí aparece el primer acto de hipocresía.

 Sabido es que la gran mayoría de los abortos consentidos, y sólo a ellos nos referimos aquí, son resultado de un embarazo no deseado. Por ello, no puede extrañar que lo que efectivamente disminuye el número de abortos, es precisamente la reducción de los embarazos no deseados. De este modo, el primer objetivo a tener en cuenta en una política contraria al aborto debiera ser la disminución de dichos embarazos. Ahora bien, la experiencia y la investigación internacional demuestran, sin ninguna duda, que entre los factores que más ayudan a disminuir los embarazos no deseados se encuentran:

·  La educación sexual y reproductiva

·  La planificación familiar

·  Los servicios anticonceptivos fácilmente al alcance de quienes tienen una vida sexual activa.

·  El aumento del poder de las mujeres en la capacidad para tomar decisiones sobre aspectos sexuales y reproductivos.

Un caso paradigmático de lo que estamos planteando lo constituye Países Bajos (Holanda) que posee la mayor libertad para la práctica del aborto y sin embargo presenta una de las tasas más bajas de la Unión Europea, como consecuencia de un exitoso plan de educación sexual.

En nuestro país en cambio, un plan de educación sexual y reproductivo a hombres y mujeres, que efectivamente empodere a estas últimas, que fortalezca la planificación familiar y permita acceso fácil a métodos anticonceptivos no ha podido implementarse, principalmente porque los mismos parlamentarios que tanto se escandalizan porque se va a colocar en discusión el tema del aborto, se han opuesto y se siguen oponiendo de manera sistemática a esto.

El segundo elemento a considerar es que si yo rechazo el aborto porque lo considero un delito grave, debo velar seriamente porque se sancione con la pena penal que corresponda tanto a las mujeres que se realizan un aborto, o consienten en que un tercero lo haga, como a dicho tercero. Y aquí vuelve a resurgir la hipocresía.

No tenemos cifras mayoritariamente aceptadas sobre el número de abortos ilegales que cada año se realizan en nuestro país. Un trabajo de Molina y cols. del año 2013 estimaba la cifra entre 72 mil y 148 mil. Cifras más recientes oscilan entre 60 mil y 300 mil. Cual sea la cifra, impacta saber que entre octubre de 2017 y octubre de 2021, sólo 366 mujeres fueron imputadas por el delito de aborto.

Más allá de que la experiencia señala que la sanción penal es ineficaz para reducir la incidencia del aborto, quienes la sostienen, sabiendo que la cantidad de abortos realizados anualmente es cientos de veces superior a la que se condena en tribunales, nada hacen porque ello cambie. No hacen proposiciones legales para mejorar la persecución del delito, no piden más recursos para perseguirlo, ni la creación de brigadas especializadas, ni nada que busque efectivamente disminuir la cifra negra de casos no conocidos, ni menos condenados. En definitiva, no hay ningún interés real en que efectivamente se sanciones a quienes cometen el delito de aborto. Sólo les basta el discurso. No les preocupa que sólo tenga efectos simbólicos, pero no reales.

De este modo, en estricto sentido, la “penalización” del aborto en nuestro país no pasa de ser una mera ficción, afortunadamente.

Es decir, en la práctica la disposición penal es simplemente simbólica, y sólo busca satisfacer la conciencia de aquellos antiabortistas que quieren dormir tranquilos, sabiendo que “en nuestro país está prohibido el aborto”, pues no sólo no se aplica, sino que nada se hace por aplicarla. ¿Será porque en verdad su aplicación es imposible? ¿O alguien cree seriamente que tendríamos policías, cárceles, tribunales, guardias, y en definitiva sociedad para perseguir, enjuiciar y encarcelar cada año a varias decenas de miles de mujeres que abortan? ¿Y para dejar cientos de miles de niños huérfanos de madres?

En el caso de la DC, sus parlamentarios olvidan que durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970), no sólo no se prohibió el aborto que contemplaba el Código Sanitario desde 1931¸ sino que se facilitó aún más su realización.


            PRO-VIDA. NI A FAVOR DE LA VIDA NI EN CONTRA DEL ABORTO


La situación de la Iglesia católica es aún más compleja. Desde luego porque hoy comparten mucho de lo señalado anteriormente, pero además porque hoy se oponen a todo tipo de aborto y declaran, reiteradamente, que esa ha sido la posición invariable de la Iglesia a lo largo de la historia, lo que es absolutamente falso.

Recordemos brevemente que de acuerdo a los planteamientos de la propia Iglesia Católica, los católicos sustentan su fe en tres grandes depositarios, la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio Eclesiástico.

Sin duda la más importante de las tres debiera ser la “Sagrada Escritura”, esto es “La Biblia”.

La primera gran sorpresa que suelen experimentar los católicos cuando empiezan a indagar sobre su posición, es al enterarse que ni en el pentateuco, ni en los libros de los profetas, ni en los cuatro Evangelios, ni en Los Hechos de los Apóstoles, ni en ninguna de las 19 epístolas, es decir, ni en el Antiguo Testamento([7]), ni en el Nuevo Testamento([8])([9]), hay un solo versículo que sostenga la posición antiabortista que ellos sustentan. Es decir, no existe una sola condena al aborto consentido en ninguno de todos los textos a los que judíos o cristianos atribuyen origen divino. (La única referencia (Éxodo 21) trata de un aborto provocado contra la voluntad de la madre, es decir, de una materia absolutamente distinta a la planteada en la discusión actual, y que por lo demás, como única sanción merece la multa que el marido exija, pues probablemente se estima que se atentó contra su derecho a tener descendencia).

Recordemos también que el aborto es una práctica frecuente en la antigüedad, y particularmente en el mundo romano, en donde fue materia de referencia legal. Es decir, durante todo el tiempo que cubre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el aborto es una conducta ampliamente difundida entre la población, una práctica acostumbrada, podemos decir incluso que usual, y aún más, que, junto al infanticidio, constituyen los dos métodos de control de la población que se emplean.

La segunda reflexión, que si el aborto hubiera tenido las valoraciones que le atribuye hoy la Iglesia Católica, “homicidio”, “crimen nefando”, etc., no resulta razonable pensar que simplemente “se les olvidó referirse a él”. Y menos aún si se trata de textos inspirados directamente por Dios.

No tenemos competencia para profundizar en lo que pueda estimarse como Tradición Apostólica”, pero si podemos recordar que de las epístolas integradas al Nuevo testamento y atribuidas a los apóstoles Santiago, Pedro, Juan y Judas, ninguna hace referencia al aborto.

En cuanto a los “Padres de la Iglesia”, sin duda el primero es Pablo de Tarso, cuyas epístolas, (13), también integradas al Nuevo Testamento, tampoco hacen referencia al aborto.

Antes de seguir parece necesaria una aclaración previa. El tema del estatuto jurídico del aborto,  refiere en la tradición católica en lo esencial a dos situaciones, cuándo comienza el individuo humano, y si esto se determina que ocurre antes de nacer, cuáles son los derechos que se le atribuyen.
Desde la tradición católica incuestionada, y siguiendo ideas griegas sobre la materia, el hombre se ha definido como la unión de cuerpo y alma. Es el alma inmortal la sustancia espiritual que constituye la esencia del ser humano, y es el momento en que el alma informa al cuerpo, llamado animación, lo que da origen al ser humano.

¡Antes de que ello ocurra no hay ser humano!

El instante en que se produce la animación ha sido uno de los temas teológicos más recurrentes en la historia del pensamiento cristiano.

Entre los Padres de la Iglesia ocupa un lugar destacadísimo la figura de  Agustín de Hipona, San Agustín. En el decir de Paul Johnson, “Agustín fue el genio sombrío del cristianismo imperial, el ideólogo de la alianza entre la Iglesia y el estado, y el creador de la mentalidad medieval. Después de Pablo, que suministró la teología básica, hizo más que ningún otro ser humano por plasmar el cristianismo”. Pues bien, aquel hombre que “hizo más que ningún otro ser humano por plasmar el cristianismo”, estimaba  que no debía considerarse homicidio el aborto de un feto aún no formado, y señalaba que la animación (la infusión del alma al cuerpo) ocurría en el feto en el día 45 después de la concepción.

Pero no solo Agustín de Hipona tiene una visión en ese sentido. “San Buenaventura afirma también que el alma no puede existir en el embrión antes que este se encuentre debidamente organizado, y San Alberto Magno sostiene que el alma es infundida al varón a los 40 días de gestación, a la mujer a los 90 días.

Si de la tradición teológica se trata, y aún cuando su existencia es varios siglos posteriores a los de Agustín, sin duda una figura descollante es Tomás de Aquino, que no sólo ha sido declarado santo, sino además investido de apodos como Doctor Angélico o Doctor de la Humanidad, por la propia Iglesia católica. Se trata sin duda del principal representante de la escolástica, y una de las mayores figuras de la teología. Tomás de Aquino no sólo cree en la animación tardía, sino es uno de sus principales exponentes.

Esta posición se ha seguido sosteniendo en la historia del pensamiento eclesiástico. Así por ejemplo, Tomás Sánchez de Ávila, teólogo español que vivió entre los años 1550 y 1610, y una de las mayores autoridades en teología moral, autor entre otros textos de uno con el ilustrativo título de “De sancto matrimonii sacramento”, elogiado por el Papa Clemente VIII, consideraba legítimo el aborto de diversas circunstancias.

                DESDE EL MOMENTO DE LA CONCEPCIÓN: ERRORES, IMPRECISIONES Y CONCLUSIONES ABSURDAS

De este modo, si bien existe una tradición oficial que se impone desde el Vaticano, primero a partir de la encíclica Apostolica Sedis, de Pio IX, en 1869 y luego de la Encíclica “Casti Connubi”, del Papa Pío XI, el año 1939, la verdad es que, la “Sagrada Palabra” no contiene ni un solo sílaba de condena al aborto consentido, la Tradición Apostólica presenta una diversidad de opiniones, y sus máximos exponentes, justifican el aborto hasta determinados momentos, y por último, el propio Magisterio ha mantenido una actitud fluctuante en su actuar, -como lo acredita la historia chilena del período de vigencia del aborto.

En la actualidad, un número creciente de católicos, entre los que hay respetables teólogos, (sacerdotes y monjas) sacerdotes y laicos, acepta la posibilidad de que el aborto sea legítimo en determinadas circunstancias. En lo esencial fundamentan su posición en la aprobación de la teoría de la animación tardía (hilemoformismo), rechazo a la fecundación como inicio del individuo y revalorización de la autonomía de la voluntad en el ámbito moral.

            ABORTO E IGLESIA CATÓLICA: OTRO MUNDO ES POSIBLE

Hoy, como ayer, podemos concluir que las conductas abortivas se dan en todos los estratos sociales, sólo que en los más bajos, a veces, a lo lejos, se castiga algún caso, y con frecuencia doblemente. Primero, pues las maniobras abortivas se suelen realizar por personal no profesional y sin condiciones de higiene y seguridad, aumentando los riesgos de enfermedad, esterilidad y muerte y segundo, pues para que el simbolismo efectivamente funcione, cada cierto tiempo, una ruleta invisible determina que alguna mujer pobre debe irse presa por el delito de aborto, para satisfacción de los antiabortistas.

En su simbolismo brutal, esa realidad es dramáticamente injusta, clasista y antidemocrática, y sólo se sostiene gracias a una derecha hipócrita, que en lo esencial es injusta, clasista y antidemocrática y a una jerarquía eclesiástica que no respeta ni siquiera su propia tradición.

 

Santiago 26 de diciembre de 2024

 

 

 

miércoles, 18 de diciembre de 2024

RECABARREN, PENSAMIENTO Y ACCION. A 100 AÑOS DE SU MUERTE

                                                                 ...

                                                    Nuestra meta final
                                                    Recabarren, tu palabra será,
                                                    Acuñada por el pueblo
                                                    Se agiganta tu verdad.

                                                    ...

                                  Himno de las Juventudes Comunistas de Chile

El 19 de diciembre de 1924, a la temprana edad de 48 años moría trágicamente Luis Emilio Recabarren considerado el padre del movimiento obrero y socialista en Chile.

Nacido el 6 de julio de 1876 en el seno de una familia muy humilde, desde muy joven empezó a trabajar como obrero tipógrafo, oficio que le permitió entrar en contacto con el mundo del pensamiento político y la prensa.

Ya en su juventud Recabarren se interesó por las ideas socialistas y la lucha por la justicia social, uniéndose en 1894 al Partido Democrático, fundado en diciembre de 1887 por el político y líder social villalegrino Malaquías Concha Ortiz. Este fue el primer partido político de carácter popular en nuestro país, representando especialmente a los trabajadores urbanos, que hasta entonces estaban marginados de la política tradicional chilena. En su seno se formaron dirigentes como el propio Recabaren, Luis Peña y Lara y otros.

Como pocos dirigentes obreros, y ningún otro en nuestro país, Recabarren fue capaz de unir pensamiento y acción.

Recabarren dedicó gran parte de su vida a la difusión de las ideas socialistas, ya sea mediante conferencias, sus propios escritos, publicados en decenas de periódicos, o la creación y dirección de periódicos obreros cuya labor esencial fue siempre la difusión de ideas socialistas y la educaban a la clase trabajadora. Algunos de sus periódicos más importantes fueron: El Despertar de los Trabajadores, La Voz del Obrero, El Socialista.

Su trabajo periodístico fue crucial para organizar a los trabajadores y darles herramientas políticas.

Gracias a su esfuerzo, y a partir de la Gran  Federación Obrera de Chile (1909), en su origen sociedad mutualista, surge con posterioridad la Federación Obrera de Chile F.O.CH., primera gran central sindical que existió en nuestro país.

Desilusionado con su enfoque reformista, junto a otros obreros y a su compañera de siempre Teresa Flores, en 1912, en la ciudad de Iquique, fundó el Partido Obrero Socialista (POS), que en 1922, y luego de adherir a los postulados de la III Internacional, pasaría a ser el actual Partido Comunista de Chile.

Convencido de que la solidaridad internacional es un deber, fue un gran defensor de la Revolución Rusa de 1917.

Hoy, a 100 años de su muerte, aún están vigente sus principales ideas, aquellas sobre las que escribió, pero sobre todo, las que fue llevando a la práctica como el incansable y consecuente luchador social que siempre fue:

1.- Necesidad de un cambio profundo en las estructuras sociales y políticas con el objeto de poner fin a la explotación de los trabajadores.

2.- Unidad, organización y educación de los trabajadores como herramientas fundamentales en la lucha por mejores condiciones de vida.

3.- Inclusión y participación de las mujeres en la lucha social.

4.- Necesidad de un partido político de los trabajadores, en defensa de los intereses de los trabajadores

5.- Necesidad de unos medios de comunicación de masas que permitan llevar la voz de los trabajadores a los distintos lugares del país

6. Solidaridad internacional, apoyando a los trabajadores y a los pueblos que lucha contra el colonialismo y la explotación.

 

                                                                   Santiago 19 de diciembre de 2024