“Simplemente nos olvidamos de que tal
conflicto era el resultado de una elaboración a nivel intelectual que venía
desarrollándose desde hace mucho tiempo. Antes de que haya habido muertos en
las batallas y torturados en los campos de prisioneros, se había destruido al
enemigo en libros, panfletos, y numerosas reuniones en las universidades y
academias. Debemos mirar de frente esta terrible verdad: la intolerancia tiene,
casi por principio, raíces intelectuales”
Wolf Lepenies
Hace ya 6 años que conocimos con horror
el crimen de Daniel Zamudio([1]). Torturado y asesinado sólo por su
condición de homosexual, parte de esas acciones son así descritas por uno de
los participantes: “Va el Raúl, se sienta encima del pecho del Daniel, le pesca
la cabeza de las orejas y la comienza a azotar en el suelo y empieza a
pegarle combos, demorándose sólo en eso unos 15 minutos. El Raúl se para y
comienza a pegarle una patada en la cabeza. Alejandro orina nuevamente a Daniel
y dice: tengo ganas de cagarlo encima. Luego el Pato da vuelta a Daniel y le
quiebra otra botella de ron en la cabeza, pesca el gollete y le hace dos
esvásticas en la espalda, diciéndole al Alejandro: aprende, así se hacen los
cortes'"([2]).
A fines de junio de 2016, Gabriel Figueira Lima, de
21 años, fue acuchillado en el cuello en una ciudad en Amazonas, y abandonado
mientras se le dejaba morir. Días antes, los profesores Edivaldo Silva de
Oliveira y Jeovan Bandeira, también fueron asesinados y sus restos aparecieron
calcinados en el portamaletas de un auto en llamas. En esos mismos días, Wellington
Júlio de Castro Mendonça, fue masacrado y apedreado hasta la muerte cerca de
una carretera en una ciudad al noroeste de Río([3]). A ninguna de esas víctimas les robaron
nada y todas tenía algo en común, eran LGTB([4]).
El título del New York Time en español que da cuenta de estas noticias es
clarificador: “Brasil enfrenta una epidemia de violencia contra las personas
homosexuales”
En diciembre de 2017 conocimos por las
redes sociales la agresión a Jonathan Castellari, fotógrafo y diseñador multimedial en
Buenos Aires, que así cuenta parte de la historia “Estábamos esperando el
pedido cuando entró un grupo de ocho pibes. Primero empezaron a insultarme,
después comenzó la pesadilla. Me vi en el piso, bañado en sangre, completamente
indefenso. Me pegaban piñas y patadas, mientras me decían “comé por puto”,
“tomá, puto de mierda”. Hay un grito que nunca voy a olvidar: “Hay que matarlo
por puto”([5]).
¿Qué hace que conductas de esta
naturaleza se repitan a menudo y en distintos países? ¿Qué puede hacer que
madres o padres rechacen a sus hijos, por su condición sexual?([6]) ¿O que miles de personas se manifiesten
contra la igualdad de derechos? Más
aún, ¿Qué puede hacer que desconocidos asesinen a alguien por su
condición sexual?. En definitiva, ¿Qué hace que la condición de LGBT sea tan
terrible de vivirse, que quienes la posean tengan una mayor probabilidad de
abandonar los estudios, tengan una mayor tasa de suicidios, de problemas
mentales o que hayan sido agredidos físicamente mucho más que el resto?
Como en toda conducta humana, incluyendo
la delictiva, existen múltiples factores que se asocian de manera significativa
a la génesis de esas conductas, y que ayudan a comprenderlas, que no
necesariamente a justificarlas. Así por ejemplo, en el caso de Daniel Zamudio
probablemente hay factores predisponentes asociados a los agresores,
(personalidad agresiva, percepción de impunidad, consumo abusivo de alcohol al
momento de los hechos, …) factores de vulnerabilidad de la víctima,
(homosexualidad explícita] , imposibilidad de oponer
resistencia), circunstancias desencadenantes específicas del momento
(nocturnidad, ventaja numérica, etc.). En los crímenes de odio (racismo,
homofobia, xenofobia…) sin embargo, hay un sustrato común a todos ellos, que
ayuda a entender la conducta de quienes han dado lugar al horror, la desvalorización,
el desprecio, en definitiva, la deshumanización del otro.
Durante más de 17 siglos la conducta homosexual
ha sido calificada bajo diferentes etiquetas, entre ellas, pecado nefando[7]”
“pecado contra natura”([8]), “delito”, “enfermedad”, “degeneramiento”,
“depravación”, “vicio”, etc., todas expresiones absolutamente descalificadoras
de quienes tiene esa condición, todas ellas justificadoras, en mayor o menor
grado de una cultura del dolor, del terror, del horror. Porque horror no es
sólo la muerte, la tortura o la cárcel de quien teniendo la condición de
homosexual ha sufrido directamente esas situaciones. No, el horror es más
generalizado. Horror es también lo que han sufrido quienes teniendo la
condición de homosexuales, han pasado días, meses, años, la vida entera
escondiéndose, temiendo que se les identifique y se les haga pasar esos
horrores. Horror es también lo que han pasado quiénes sin ser homosexuales, por
alguna razón han sido acusados, o han temido serlo, de tal situación. Horror es
haber pasado la vida escondidos, ocultando su condición, viviendo a medias,
ocultos en el closet, para no ser tratados como parias. Horror es haber sido
tratados como parias, como enfermos, como motivos de burla; horror es haber
tenido que soportar “tratamientos”, para una condición que no es enfermedad,
que no se cura. Horror es sentir culpa por ser como se es. Horror es también
haber sido madre, padre, hermano, hijo, amigo de aquel a quien están quemando,
torturando, encarcelando o persiguiendo.
Ahora bien, ante un mundo capaz de crear
y difundir esto horror necesariamente surgen preguntas relevantes ¿Cómo y quién
ha construido esa realidad social que permite que en muy diferentes ciudades de
esta cultura americana, se puedan cometer estos crímenes de odio que poseen ese
común denominador? ¿Quién o quiénes son responsables de esa cultura del dolor,
del terror, del horror?
Chile, De la esclavitud al matrimonio civil igualitario
Chile, De la esclavitud al matrimonio civil igualitario
Si decimos “todos”, en verdad decimos
nadie. Pero además no es efectivo. Si es que fuera posible encontrar una
responsabilidad compartida, ella sería mínima. Porque claramente no todos
tenemos el mismo nivel de responsabilidad. Hay verdaderos responsables de esta
situación.
La realidad colectiva se construye a
partir de la acumulación de información (verdadera o falsa) que se va
integrando de forma más o menos coherente en la conciencia social, a través de
diferentes procesos, que terminan por legitimarla. De este modo, esa
información, se transforma en verdad no cuestionada, en realidad indiscutible,
que se repite a través de múltiples elementos de la propia realidad, ya sea a
nivel de lenguaje o de acción.
A nivel de discurso, en la enseñanza
familiar, escolar, religiosa, universitaria incluso; pero no sólo en ellas,
también en los medios de comunicación masivos, en la prensa, en las revistas,
en la conversación cotidiana, en el chiste escuchado a un cercano o a un
profesional de hacer reír en la radio o la televisión. Pero no sólo en el
discurso verbal o escrito, también en la acción. Así, la homofobia que lleva al
horror es resultado de este proceso de deshumanización del otro, en el discurso
y en los hechos.
Desde la perspectiva individual, el
origen de la homofobia generalmente se remonta a los primeros años de la
infancia, cuando los niños, sin capacidad alguna de crítica de lo que reciben,
empiezan a internalizar el mundo que perciben no como uno entre los múltiples
posibles, sino como el único real, el único legítimo.
Estas etiquetas que degradan y estas
conductas, que en definitiva significan la deshumanización del otro y que en nuestro
país fueron el principal sustrato ideológico de la tortura durante la dictadura([9]), son también la principal fuente de
justificación ideológica de las conductas criminales contra las comunidades
LGBT.
Wolf Lepenies, probablemente uno de los
sociólogos que más ha estudiado el influjo de la cultura en la vida política y
en la vida cotidiana, da cuenta con claridad meridiana de un aspecto muy poco
destacado por el mundo intelectual, precisamente el rol de los intelectuales en
la entrega de un sustrato ideológico que justifica las peores atrocidades
contra el “otro”, cualquiera que éste sea. Como dice este autor, “Antes de que
haya habido muertos en las batallas y torturados en los campos de prisioneros,
se había destruido al enemigo en libros, panfletos, y numerosas reuniones en
las universidades y academias”.
Surge de este modo la pregunta sobre
quién o quiénes son aquellos intelectuales que más incidencia han tenido en la
formación moral e ideológica de la sociedad occidental, que en parte importante
ha llegado a identificarse con el llamado “sentido común”.
Y frente a esta pregunta, no hay dos
respuestas. En nuestra cultura occidental, los “intelectuales” colectivos por
excelencia, aquellos que desde hace más de 1700 años¸ han sido quienes han
dictado las pautas más generalizadas de conducta y la justificación de ellas, y
ante millones de personas aún lo siguen siendo, son las iglesias cristianas.
Son ellas, primero como Iglesia Católica y luego en conjunto con las iglesias
protestantes, las que han modelado los patrones de conducta de millones de
seres humanos, que han buscado, o simplemente recibido de ellas los parámetros
sobre lo está bien y lo que está mal, sobre lo que es legítimo y lo que es
ilegítimo. Directamente, a través del catecismo, de la enseñanza en
los colegios, de la prédica en las misas y en general de las distintas
manifestaciones pedagógicas de la Iglesia, o indirectamente, a través de leyes
promulgadas por la autoridad civil, pero que se inspiran o directamente
obedecen los mandatos de la Iglesia. Y si de lo que se trata es de “moral sexual”,
ello es más relevante aún, pues ésta ha sido una preocupación permanente de la
Iglesia Católica, que adquiere dimensiones de obsesión desde los tiempos de
Agustín de Hipona, llamado San Agustín (354 – 430) por la Iglesia Católica.
Sexualidad e Iglesia Católica
Sexualidad e Iglesia Católica
Y de ahí sale precisamente nuestro
planteamiento, son precisamente esos “intelectuales colectivos” las iglesias
cristianas, los principales responsables del horror, de la cultura de la muerte
que históricamente se ha levantado en torno a las comunidades LGBT y que se
mantiene hasta el día de hoy en las mentes de millones de personas, y en los
discursos de odio que, con menor fuerza por cierto que hace algunos siglos,
siguen promoviendo distintos representantes de dichas iglesias. Por supuesto
hoy no son las únicas, pero siguen siendo las principales. Y de ello dan cuenta
dos líneas probatorias que permiten verificar el origen de la homofobia actual
en el seno de la cultura occidental, por un lado la comprobación del desarrollo
histórico de las conductas homofóbicas de connotación social, y por otro, el
análisis de los fundamentos ideológicos de los planteamientos homofóbicos históricos
y actuales.
En
recuerdo de Daniel Zamudio, a quien particulares le quitaron su vida,
inspirados en el discurso del horror.
En
homenaje a mi ex profesor Sergio Monje Solar, artista y educador, a quien el
Estado le malogró su vida, inspirado también en el discurso del horror.
Santiago,
marzo de 2018
[1] Daniel Zamudio fue
agredido la noche del 2 de marzo de 2012; internado esa misma noche en la Posta
Central con múltiples lesiones, y sin recuperar la conciencia, falleció el 27
de marzo del mismo año.
[2] Fuente: Emol.com
- http://www.emol.com/noticias/nacional/2012/05/16/540737/brutal-relato-de-imputado-del-caso-zamudio-le-pegaron-punzazos-y-lo-orinaron-publicar-a-las-7-am.html
[3] JACOBS,
ANDREW “Brasil enfrenta una epidemia de violencia contra las personas homosexuales”
En New York time en español, 5 de julio 2016. Disponible en https://www.nytimes.com/es/2016/07/05/brasil-enfrenta-una-epidemia-de-violencia-contra-las-personas-homosexuales/
[4] En un comienzo la
expresión LGBT representó a lesbianas, gay, bisexuales y transexuales. Con el
tiempo algunos grupos diferentes, asexuales, transgéneros, etc., quisieron que
se agregaran más letras a la expresión. A fin de evitar que la sigla fuera
variando en el tiempo, algunos prefirieron agregar el signo más (LGBT+). En la
actualidad la expresión LGBT ha adquirido un amplio sentido, que incluye
también a quienes se sienten pertenecientes a comunidades no incluidas en esas
cuatro letras, que es precisamente el sentido que le damos aquí.
[5] https://www.facebook.com/Castellarij?hc_ref=ARTtAyNwSs0-jovU4IXCrzoMXv9h-ARHVjsF2Bh-faMkC6vlofmNrfieBowAvOmVwVU&fref=nf&pnref=story 8
de diciembre a la 9:38.
[8] Sodomía: Del
lat. tardío sodomīa, y este der. de Sodŏma, ´Sodoma´ciudad que según la Biblia fue
destruida por Dios a causa de la depravación de sus habitantes (Dicc. Real
Academia).
[9] Un alcohólico
almirante, integrante de la Junta de Gobierno de la dictadura diría en un
momento “Hay dos tipos de seres humanos: Unos que los llamo humanos y otros,
humanoides. Los humanoides pertenecen al Partido Comunista”.
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